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La clave de la información

Cambia todo el panorama

El Eslabón Perdido

Humberto Melgoza Vega

Las personas más o menos enteradas sabíamos que Andrés Manuel López Obrador ganaría la presidencia de México y por amplio margen pero nunca imaginamos que lo hiciera de una manera tan aplastante.

Lo sabían todos, desde Peña Nieto, porque la presidencia hacía sus propias mediciones mensuales y tenían un diagnóstico real de la situación;  lo sabía Ricardo Anaya, quien días antes de la elección advirtió a sus colegas en Guanajuato que habría que cerrar filas porque vendrían los revanchistas a quererse apoderar del PAN a la mala, algo así como él se hizo de la candidatura, previendo que tras la derrota iniciaría el ajuste de cuentas.

Todas las casas encuestadoras serias lo previeron, y aunque mucha gente no les creía, al final se quedaron cortas con su pronóstico ya que el Peje rebasó el 53 por ciento de la votación a su favor, algo nunca visto en la historia reciente de México, solo de los años setenta para atrás, cuando el partido único si no ganaba arrebataba, cansados de  hacer fraude electoral.

Aunque lo sabían, pero no lo querían aceptar, miles y millones de simpatizantes del PAN y del PRI también se resistían, por intereses y simpatías personales o por legítimos temores, a aceptar la posibilidad de que un presidente de izquierda llegara al poder en México, por actitudes y desplantes propios de AMLO y por la propaganda negra que lo comparaba con Hugo Chávez, Saddam Hussein y Hitler.

Y sí, estaba cantado que López Obrador se llevara de calle la elección, encarnada en su persona la esperanza de un México mejor, más justo, menos gandalla, lo que no estaba medido es que su partido Morena y aliados como el PT y el PES tendrían una mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y de Senadores, lo que avivó los temores a que se despierte en el Peje el espíritu autoritario que todos llevamos dentro.

La ola AMLO, maremoto que terminó por arrasar todo a su paso, candidatos buenos, regulares y malos, llegó hasta el norte del país, arrasó por Sonora y abarcó hasta Baja California, donde ganaron todo lo que estaba en disputa, la fórmula al Senado y las ocho diputaciones federales, entre ellas la de nuestro amigo Chava Minor en el distrito 01 de Mexicali.

Así como en el plano nacional el PRI cayó al tercer lugar en las elecciones, el nivel de aceptación más bajo, alrededor de un 13 por ciento, ni en los peores tiempos de Roberto Madrazo, en Sonora el PAN fue desplazado a la tercera posición en las principales elecciones, como la del Senado, la diputación federal del primer distrito y las alcaldías de Hermosillo y el otrora bastión panista, San Luis Río Colorado, donde la derrota fue especialmente dolorosa.

En Sonora, feudo de la gobernadora Claudia Pavlovich y de su jefe político, Manlio Fabio Beltrones, la marejada morenista mandó al segundo lugar a Sylvana Beltrones, quien entrará al Senado como primera minoría, pero más grave aún, les arrebataron la capital del estado, Hermosillo, con la ex panista Célida López como candidata, quien le sacó la elección a Ernesto el Pato de Lucas, a pesar de que estaba apoyado desde el Palacio de Gobierno.

Con la nueva configuración de poderes, complicado se ve el último tramo en el Ejecutivo de Pavlovich, con un Congreso del Estado copado por los morenistas, una aguerrida alcaldesa que le plantará además de coordinación una férrea oposición; y un gobierno federal donde no tiene las mejores relaciones pero que buscará tender puentes con la incorporación a su gabinete de políticos experimentados como Guillermo Hopkins, colosista al igual que el senador electo y hombre fuerte de Morena en Sonora, Alfonso Durazo, próximo secretario de Seguridad Pública con quien mantiene estrecha amistad.

En recientes entrevistas, Célida López dejó entrever que mantendrá su estilo irreverente, con desplantes como “ahora le corresponde a ella (la gobernadora) buscarme”, y la temeraria revelación que le hizo al periodista Juan Carlos Zúñiga, en donde “sicarios de la política”, de los que había que tener cuidado, le ofrecieron entregarle la alcaldía, como si dependiera de ellos y no del voto popular, con la información de dónde estuvieron las principales fugas y los compromisos, además de despedir a “muchísima” gente antes de que finalice la administración, pagando el costo político, a cambio de impunidad para el ex alcalde Maloro Acosta.

El nuevo panorama político, con una presidencia encabezada por López Obrador, quien llega con enormes expectativas, un gran compromiso para no defraudar a los millones de mexicanos que creyeron en él, mete de lleno en la carrera por la gubernatura de Sonora en 2021 a personajes como Célida y Durazo, luego que Lilly Téllez aseguró que su participación en la política fue coyuntural, para ayudar en el cambio del sistema, y que después del Senado regresaría a sus labores habituales como periodista.

La marejada AMLO también azotó con fuerza las costas de San Luis Río Colorado y el Golfo de Santa Clara, fue una sorpresa no tanto que ganara la alcaldía Santos González sino que lo hiciera con tan amplio margen y que en la misma inercia se fuera el profesor Alonso Montes Piña, propuesto por el PES de su amigo Baldenebro –destituido recientemente de la dirigencia sindical de la Sección VII del IMSS, por supuesta malversación de fondos–, y hasta Lázaro el Chichí Epinoza, quien se llevó la diputación del segundo distrito por Puerto Peñasco a pesar de que nunca se dejó ver por aquí.

El arrollador triunfo de Santos González y compañía en San Luis, elección en la que mandaron al PAN al tercer lugar, en segundo lugar, la fórmula del PRI, que parecía traía más fuerza, todavía tendrá largas horas de análisis, ríos de tinta que habrán de ser publicados, tratando de entender qué fue lo que falló, si los candidatos, la estrategia, el gobierno en turno, o si de plano todo fue culpa de la ola AMLO.

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