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La clave de la información

Desaparecido en la frontera

Esta es una historia de migrantes sin final feliz, donde el sueño americano se convierte en interminable pesadilla para la familia que mantiene viva la esperanza de volver a reunirse con su ser querido.  Y usted, ¿lo ha visto?

 

Humberto Melgoza Vega

Las historias de migrantes nunca están exentas de drama, nadie deja por gusto su lugar de origen, sino que lo hace movido por encontrar un mejor nivel de vida, un futuro promisorio para sus hijos.

Ahora que está de “moda” el tema de la migración, la caravana migrante de hondureños que se dirigen a la frontera norte de nuestro país, con la amenaza de ingresar a los Estados Unidos, todos tenemos nuestra propia historia que contar.

Este es un mundo de migrantes y nómadas, viajando de un lado a otro, cruzando fronteras, de un país a otro, de un estado a otro, de una ciudad a otra, ajena, lejana, desconocida.

Mientras que abundan las historias de éxito, de personas que alcanzaron el “sueño americano”, sobreviviendo de milagro tipo César Millán “el encantador de perros”; hay otros relatos que terminan mal, donde se atraviesan en el camino peligros y gente de mala entraña, que impiden al viajante llegar con bien a su destino final.

Hace unos días publicamos en nuestra página de Facebook que un nuevo éxodo de migrantes del interior del país estaban llegando a esta frontera, movidos por el hambre, por la violencia en sus comunidades generada sobre todo por el narcotráfico.  También están pasando de manera ilegal hermanos centroamericanos y dicen que ahí vienen más haitianos y hasta africanos.

La publicación fue vista por la joven Iris Sol Ramírez, quien se comunicó desde Torreón, Coahuila y nos pidió ayuda para localizar a su padre, Lázaro Ramírez Fraire, quien se quedó varado en San Luis Río Colorado en su intento por llegar a la gran Phoenix, Arizona.

A pesar de que han pasado doce largos años, la familia mantiene la esperanza de encontrar con vida a Lázaro, más porque algunas personas les han dicho que lo han visto deambulando en esta frontera.

Sandra Patricia Hernández Martínez, mamá de Iris Sol y esposa de Lázaro, llegó desde Torreón a esta ciudad y aquí piensa quedarse hasta encontrar a su marido, hasta tener una razón de qué fue de él. Viene armada de posters, con fotografías para preguntar si alguien lo ha visto.

Sin dinero, pero con una férrea voluntad, ha repartido volantes en la ciudad y hasta en Los Algodones, recorriendo largas distancias a pie, para ahorrarse lo del taxi. Por lo pronto se está quedando en una iglesia de avenida Chiapas y 36 pero el pastor no pierde oportunidad para echarle “habladas” porque no está cooperando.

Del pollero, un tal José del que no recuerdan el apellido, nunca volvieron a saber nada.

Triste despedida

En enero de 2006, Lázaro dejó atrás su pueblo y su familia en Torreón, Coahuila, convencido por unos sobrinos que andaban triunfando en Phoenix, ganando dólares, comiendo en Mc Donalds, mirando gringas.

“El no quería, pero duraron meses insistiéndole, hasta que lo convencieron”, recuerda Iris con un dejo de amargura.

Esa noche la despedida fue triste, antes de tomar el taxi que lo llevaría a la central de autobuses Lázaro se despidió entre lágrimas de su familia, como si presintiera que algo malo pasaría, que no volvería a verlos.

El de la izquierda ¿podría ser el mismo 15 años después..?

Con la pura bendición, una maleta con ropa y un puñado de dólares en la bolsa llegó a San Luis Río Colorado. De aquí se comunicó por teléfono hasta Torreón, les dijo que había llegado bien, que la salida se había retrasado y que al día siguiente el “coyote” lo cruzaría junto con otros migrantes por el desierto.

“Primero habló conmigo, luego con mi mamá y fue la última llamada que tuvimos de él, después ya no contestó el teléfono celular”, recordó.

A las pocas semanas que se perdió todo contacto, Sandra Patricia se descolgó a esta frontera para buscar a su esposo, anduvo todo el día haciendo recorridos con el Grupo BETA, pegando posters de se busca, pagando avisos en la televisión, pero la búsqueda resultó infructuosa.

Doce años después, aquí anda de nuevo porque en el Facebook les comentaron que lo han visto pidiendo dinero en la línea, o vagando por la plaza pública, como si hubiera perdido la razón.

Luego de mucho pensarla, Lázaro Ramírez Fraire se animó a aventurarse, lanzarse a lo desconocido; sus sobrinos le dijeron que José, residente de San Luis, era confiable, que ya los había cruzado anteriormente.

Pero esta vez, a pesar de que le pagaron sus servicios por adelantado, el tío Lázaro nunca llegó a Phoenix.

“Mi mamá se comunicó con mis primos y ellos le hablaron al coyote, les dijo que a medio camino se había regresado, pero luego cambiaron la versión y dijeron que mi papá se había ido con otro grupo de migrantes. Luego dejó de contestar el teléfono”, se lamenta.

A pesar del paso del tiempo, nunca han perdido la fe de encontrarlo con vida. De las publicaciones en los grupos de personas desaparecidas, que desgraciadamente son decenas de miles en el país, han recibido algunos avisos, falsas alarmas de que vieron a un hombre “parecido” en San Luis.

“Allá anda mi mamá, recorriendo las calles, las colonias, los ranchitos, con una foto de mi papá en la mano, preguntando en los negocios del centro, alguna gente le dice que sí lo ha visto pero no hemos podido encontrarlo”, así, como si se lo hubiera tragado la tierra.

“Vamos a seguir buscando hasta encontrarlo, y esperamos que sea con vida; ya he hablado al consulado y no me han podido dar razón, me hicieron prueba de ADN para cotejarla con algunos cuerpos que tienen en calidad de desconocidos…ojalá que alguien pueda ayudarnos”, lanza llamada de auxilio, consciente de que la esperanza es lo último que muere. @

 

 

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