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La clave de la información

La sombra de la duda

SIN FRENOS

Marcos Pérez Esquer

La trágica muerte de la Gobernadora de Puebla Martha Erika Alonso y de su esposo el Senador Rafael Moreno Valle, detonó una serie de especulaciones en el sentido de que el evento pudiera no haber sido un accidente, sino que pudiera tratarse de un atentado.

Personalmente veo mucho más probable la hipótesis del accidente, pero estoy cierto de que por el bien de todos y a efecto de minimizar en lo posible la sospecha de un homicidio, lo inteligente es, que el gobierno federal y particularmente el Presidente de la República, tomen ciertas medidas inmediatas.

Este tipo de tragedias suelen dejar en el inconsciente colectivo una sombra de duda, un velo de sospecha respecto de la posibilidad de que se pudiera tratar de un suceso premeditado, y en estos momentos, a nadie convienen esas conjeturas.

Recuerdo en este momento por ejemplo, el caso del asesinato de Luis Donaldo Colosio; todos los datos duros, todas las pesquisas, llevaban a concluir que el homicidio había sido perpetrado por un asesino solitario, un desquiciado que en un arrebato de locura decidió poner fin a la vida del candidato priísta a la Presidencia de México. Las diferencias personales entre el candidato y el entonces Presidente Carlos Salinas de Gortari que se suscitaron durante la campaña y que trascendieron a la opinión pública empero, hicieron pensar a muchos, -hasta la fecha-, que el gobierno y el propio Presidente pudieron haber estado implicados en el homicidio. Salinas nunca pudo desembarazarse de esa sospecha; nunca logró que la opinión pública lo exonerara del todo; la sombra de la sospecha lo ha perseguido y seguramente lo perseguirá durante el resto de sus días.

Las diferencias personales entre Colosio y Salinas nunca llegaron a los niveles a los que llegaron las de López Obrador y Moreno Valle. Recordemos que apenas hace unas semanas, la dura competencia electoral que se vivió en Puebla, tuvo su capítulo final con una resolución del Tribunal Electoral que para nada dejó satisfechos a los morenistas que acusaron a Moreno Valle de cooptar a los magistrados, y mucho menos al propio AMLO quien manifestó que nunca pisaría territorio poblano durante su gestión. Morena exigía que hubiera una elección extraordinaria, pero el tribunal se negó y ratificó el triunfo de Martha Erika. Ahora, con su trágica muerte, necesariamente habrá una elección extraordinaria en los próximos meses.

Ante todas estas circunstancias, es sumamente importante despejar cualquier duda repecto del móvil político del desplome del helicóptero. De lo contrario, la sospecha perseguirá a López Obrador y a su equipo por el resto de su gestión y por el resto de sus vidas, máxime cuando para muchos, el Presidente pudiera ser un dictador en ciernes.

Para despejar dudas, lo primero que tendría que hacer el Presidente es encargar una investigación exhaustiva a alguna instancia independiente del gobierno, como podría ser algún grupo de expertos de algún gobierno extranjero que goce de credibilidad, o de algúna organización internacional como la ONU o la OEA.

Otra medida que debe tomarse es la de asegurar que la bancada de Morena en el Congreso del Estado de Puebla, que hoy tiene amplia mayoría, elija como Gobernador Interino a un panista; lo contrario sería un agandalle inaudito. Hay precedentes de esto, cuando falleció Héctor Terán Terán, Gobernador panista de Baja California, el PRI tenía mayoría en el Congreso estatal, pero por una cortesía política elemental, sus diputados eligieron como interino a otro panista.

Y la otra cosa que debe propiciar el Presidente y que, al ser el líder de facto de Morena tiene en sus manos, es que ese partido desista de postular candidatura al gobierno de Puebla en la elección extraordinaria que tendrá que celebrarse en los próximos meses para elegir al Gobernador que suceda al interino.

Insisto en que me parece que lo ocurrido fue un trágico accidente, pero no puede descartarse un atentado, si no por parte del gobierno federal, al menos sí, de parte de alguna radicalidad política local o del crimen organizado (los huachicoleros por ejemplo). Una falla mecánica o una inesperada ráfaga de viento son las hipótesis más probables, pero una ráfaga de fusil o un sabotaje no pueden descartarse en automático.

Si el Presidente no quiere ver marcada su gestión por la sospecha, si no quiere esa sombra de duda sobre sus espaldas, habrá de tomar las medidas pertinentes. Eso espero.

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