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La clave de la información

“Tiempos traen tiempos”: el crimen del comandante Sierra

A punto de terminar la carrera de Derecho, con un gran futuro por delante como empresario, el que fuera jefe policiaco en la pasada administración fue asesinado a la luz del día, en plenas fiestas navideñas, en el mismo lugar donde cinco años atrás mataron a otro de sus compañeros y amigos. Macabra coincidencia. 

 

Humberto Melgoza Vega

SAN LUIS RIO COLORADO.- “Tiempos traen tiempos”, le respondió el comandante Jorge David Ramírez Sierra a uno de sus amigos y compañeros de grado jerárquico, cuando éste le sugirió abandonar el ajetreo de la corporación policiaca y de paso enfriarse un poco, alejarse del fuego propio de la profesión.

Esa tarde el comandante Sierra estaba en la pluma de la Comandancia de Guerrero y 34, en la caseta de vigilancia donde se les da acceso y salida a las unidades de la corporación.

Uno de los llamados “clavos” a donde mandan a elementos indisciplinados, que cometen alguna falta, que se les quiere castigar y hasta humillar o solo porque no son de las simpatías de los jefes.

“¿Por qué no te dedicas mejor como empresario y además ejerces tu carrera?”, le insistió el compañero, como amigo, en buen plan.

Para entonces el Sierra ya había montado con todo el equipamiento un salón de eventos, tenía rockolas y brinca-brincas, todo para armar una fiesta, además que estaba por concluir la licenciatura en derecho en la universidad CEUNO, tenía planes de superarse.

-“La neta ando bien tranquilo”, le comentó a su compañero cuando éste le preguntó si ya había arreglado sus asuntos pendientes, de esos problemas que nunca faltan cuando eres guardián del orden pero te toca lidiar con delincuentes.

-“Ahí sentí que lo habíamos perdido”, confió la plática a este reportero.

Ramírez Sierra, quien había estado muchos años en posiciones de mando, desde con el comandante Miguel Medrano en tiempos de Rubén Espino; con Luis Rodríguez Soqui en la segunda etapa de la administración de Manuel Baldenebro y que alcanzó la cúspide como brazo derecho del director Julio César Valenzuela en el pasado trienio de Enrique Reina, sabía que la comandancia de policía es como la rueda de la fortuna: ahorita estaba abajo pero no perdía las esperanzas de regresar a lo más alto de la pirámide.

Un par de días después, de “la pluma” –donde al menos estaba en terreno minado, donde es muy arriesgado emprender un ataque por la presencia policiaca constante– lo mandaron al “clavo” del Centro Cultural “Héctor Chávez Fontes”, por la avenida Madero y calle 29, donde justamente cinco años atrás habían asesinado al Jessy Zamora.

Clavo mortal

Luego de haber sido el jefe operativo en la pasada administración, el que daba entrevistas y pasaba información a los reporteros, quien anunciaba operativos, Jorge David Ramírez Sierra fue mandado a un punto fijo de vigilancia, a cuidar el edificio del centro cultural donde en abril de 2013 ya habían asesinado a Jessy Zamora, hijo del veterano comandante jubilado, Jesús Zamora Orozco.

Antes del mediodía del pasado 24 de diciembre, en plena víspera de la Navidad, el comandante Sierra se encontraba a bordo de su vehículo, estacionado de reversa frente al centro cultural, una camioneta Tahoe de modelo atrasado, aburrido por la rutina, sin más distracción que su teléfono celular.

Misma escena del crimen, cinco años después. Foto: Juan Pedro Morales

A plena luz del día, por una zona donde transitan muchos peatones, no prestó atención cuando miró que un sujeto se aproximaba caminando, de la calle 30 hacia la 29.

Apenas le pasó por atrás de la camioneta cuando comenzó a dispararle a través del vidrio del piloto; sin la protección del chaleco antibalas, cuando Sierra se sintió herido por las balas de la pistola 9 milímetros todavía alcanzó a accionar su arma de cargo pero ya era demasiado tarde.

“Si el Sierra hubiera traído el chaleco te aseguro que se lo echa al pistolero”, comentó uno de sus compañeros.

A plena luz del día, así como llegó el sicario se alejó caminando, se presume que al menos uno o dos cómplices lo estaban esperando a bordo de un vehículo en alguno de los callejones cercanos. A la fecha, las autoridades investigadoras no cuentan con mayores rastros para dar con los responsables, como usualmente sucede en estos casos.

Hasta la escena del crimen llegaron familiares del ex jefe policiaco sacrificado, en particular la esposa, ahora viuda, quien recriminó a gritos a los nuevos jefes que lo hayan expuesto de tal manera a sabiendas que su vida corría peligro.

En los servicios funerarios y en la guardia de honor que le hicieron de cuerpo presente en la comandancia de Policía la escena se repitió; el alcalde Santos González se limitó a lamentar lo sucedido, a darle condolencias a la familia y dejar que las autoridades estatales se encarguen de investigar el homicidio, que es un delito del fuero común.

Muerte anunciada  

Aparte de las broncas que vas acumulando a lo largo de la carrera como policía, una profesión de altísimo riesgo, en el ámbito policiaco se menciona que una de las últimas acciones que no le perdonaron a David Ramírez Sierra fue relativo a un decomiso donde entregaron malas cuentas.

Este atorón ocurrió por ahí en febrero de 2018 en la zona que corresponde a la comandancia del Bosque de la Ciudad, donde estaba al frente el oficial Daniel Cortez Castro, comisionado por su amigo y compadre Ramírez Sierra.

Se dice, sin que esto esté confirmado, de que en el decomiso de un cargamento de diversa droga los uniformados se habrían quedado con unos kilos de heroína blanca y estaban pidiendo cierta cantidad para devolverla.

Daniel Cortez, Sierra, Velazco…compañeros.

La noche del 5 de marzo el oficial Daniel Cortez recibió varias llamadas a su teléfono celular, estaban en plena negociación de la droga decomisada, lo citaron en algún punto de la ciudad y horas más tarde su vehículo fue encontrado envuelto en llamas, en la zona de las lomas del ejido La Grullita, una persona estaba en el interior, y también encontraron una pistola y una charola de policía.

Un mes después, la autoridad ministerial confirmó que los restos calcinados pertenecían a Daniel Cortez.

Como jefe inmediato y encargado del operativo, tras la muerte de Cortez Castro anunciaron que irían por Ramírez Sierra. Pero echaron la amenaza en saco roto. Se confiaron. Lo expusieron y también lo mataron.

 Error fatal

Egresado de la primera generación del Cecap, Ramírez Sierra fue de los discípulos de Jesús Zamora Orozco, quien fundó en 1998 el Centro de Capacitación y Adiestramiento Policial, el Cecap, en los albores de la administración del panista Chito Díaz Armenta.

Zamora lamenta que en los años recientes se haya perdido la hermandad, la fraternidad en la corporación policiaca como la que existía por ejemplo en 2002 cuando asesinaron al comandante José Antonio Pineda “y todos los compañeros implementaron un operativo, los que estaban de vacaciones o de descanso se sumaron, y alcanzamos buenos resultados, con la detención de los responsables…”.

“A mí me pasó con mi hijo, me di cuenta que están desprotegidos, hace falta un verdadero líder dentro de la corporación, que ataje los chismes que provocan envidias y desunión”, considera en entrevista el líder del clan Zamora.

“A sabiendas de que tuviste un cargo de responsabilidad no se les puede exponer de esa manera, yo considero que fue un error exponerlo de manera innecesaria y más a sabiendas de lo que pasó con mijo…yo siempre lo he dicho, los jefes están de paso y los elementos siguen pero siempre existe la inexperiencia de muchos mandos, que desconocen la trayectoria de los elementos, les manchan el expediente…no usan el criterio…”, insistió.

Ciudad fronteriza de riesgo, de paso, cruce internacional, “el malandrín nunca va a aceptar que se le aplique la ley, desgraciadamente hay elementos que traicionan la confianza que se les da, hasta te pueden vender, es la verdad; hace falta más compañerismo y solidaridad”, expone.

La entrevista se realiza el miércoles 2 de enero cuando se celebra a nivel internacional el Día del Policía pero para Chuy Zamora no hay nada que festejar. Por el crimen de David Sierra, pero tampoco ha superado la trágica muerte de su hijo.

“Eso es algo que no se puede superar jamás, es cierto, te dan donde más te duele, no te matan a un hijo, matan a toda la familia, moralmente, sentimentalmente; son cosas que no se pueden superar, a las familias de los compañeros que han muerto de la misma manera no les puedo dar ningún consejo, lo único que queda es aguantar el dolor”, finaliza. @

 

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