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Se fueron de paso

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El Eslabón Perdido

Humberto Melgoza Vega

En un país donde cuenta más la forma que el fondo, el oropel y los likes por encima de los hechos y la sustancia, la visita a San Luis Río Colorado del presidente Andrés Manuel López Obrador se convirtió en una desigual competencia con la gobernadora Claudia Pavlovich, quien fue arropada por la gente de su partido hasta el grado del bochorno, en donde la nota que se llevó la prensa nacional es que por segunda ocasión AMLO era “abucheado” en un evento masivo.

El sábado 2 de marzo, durante la visita de López Obrador a Hermosillo, la gobernadora fue víctima de una serie de abucheos y buyas por parte de inconformes, simpatizantes morenistas, espontáneos y montados.

Estaba tan álgido el tema que en el evento central en la explanada del gimnasio de la Unison deliberadamente no la presentaron como parte del presídium y les dio madruguete con el micrófono para darle la bienvenida al presidente y enseguida dispararle una ráfaga de peticiones sentidas para los sonorenses, misma dosis que repitió el pasado martes en San Luis Río Colorado.

Luego de varios sesiones de  abucheos en contra de gobernadores de oposición –hasta se llegó a decir que eran orquestados para hacer lucir al presidente cuando éste los invitara a comportarse de manera civilizada–, le llegó el turno al presidente de la República, también en sábado pero el 23 de marzo cuando acudió como invitado especial de Alfredo Harp Helú, para lanzar la primera bola en la inauguración del nuevo estadio de beisbol de los Diablos Rojos de México.

Ante el ambiente adverso y los gritos de “fuera, fuera”, el presidente advirtió que su discurso sería breve, porque había mucha porra del “equipo fifí”, lo mismo dijo cuando inició su discurso en el Bosque de la Ciudad de San Luis, nomás que aquí argumentó que porque había mucho sol, aunque seguro se le vino a la mente el amargo episodio.

En San Luis, Obrador inició su discurso contrariado, molesto, diciendo que ahí la llevaba con el país, tratando de levantarlo porque sus antecesores le dejaron un “cochinero”, con lo que recibió la primera rechifla, como si se encontrara en un mitin del PRI.

Luego vendría una segunda buya, cuando López Obrador aseguró que en su gobierno no habría “gasolinazos”, grabación en video que fue replicada hasta el cansancio en redes sociales, lo mismo que el desencuentro con los reporteros en el aeropuerto de Mexicali, donde una reportera cayó y fue aplastada y luego levantada del suelo y “contentada” con un beso del presidente, quien se negó a contestar las preguntas porque “soy dueño de mi silencio”, sentenció.

Era tanta la preocupación de que la gobernadora fuera abucheada como  había ocurrido unas semanas antes en la capital del estado, que sus simpatizantes montaron un operativo para arroparla en su cuarta visita a esta frontera.

Desde temprana hora comenzaron a arribar al punto de encuentro autobuses venidos de Caborca y Puerto Peñasco, a nivel local la UES, la UT y otros planteles que dependen del estado movilizaron a su personal, el gremio de taxistas, la CNOP, del Sindicato del Ayuntamiento y demás centrales tricolores hicieron acto de presencia y todavía el ex regidor y ex candidato Enrique Carrasco llegó con un enorme contingente de trabajadores del campo para darle una calurosa bienvenida a la gobernadora.

El ruidoso “sigue Claudia sigue, sigue Claudia sigue…” que acompañó a la gober desde su llegada, degeneró en abucheos para el “Peje” y peor aún, en indiferencia cuando se hicieron los grandes anuncios de inversiones millonarias para obras de infraestructura en la ciudad o cuando soltó sus ya conocidas frases como “me canso ganso” y “ya chole” con los pleitos y la confrontación.

Así como los “claudilleros” se quejaron que en Hermosillo se habían puesto de acuerdo para atizarle a la gobernadora, en esta ocasión lograron incomodar al mismísimo presidente y en lugar de erigirse como unos buenos anfitriones siguieron en la ruta de la polarización y la confrontación política, que nada abona a la buena relación que busca afianzar la mandataria sonorense.

Al final, quien robó cámara en la visita de López Obrador a San Luis Río Colorado fue la gobernadora Pavlovich, hasta el alcalde Santos González Yescas, amigo personal del presidente lo mantuvieron en un bajo perfil, no se diga a los diputados locales y federales.

A la luz de lo ocurrido en San Luis no es descabellado pensar que a AMLO le hubieran montado un tinglado similar en el Estadio de los Diablos  Rojos de México, enclave del influyente Grupo Atlacomulco, quizá por eso la sonrisa socarrona de José Antonio Meade, quien subió una foto a su tuiter desde el estadio…

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