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La clave de la información

Positivo a Covid 19. Del análisis macrosocial, a tener el virus en el cuerpo

In Between

Hugo Méndez Fierros*

Desde febrero de este año me impliqué en el tema de la pandemia. Como fenómeno sociocultural y de comunicación me interesó profundamente. En marzo tras la suspensión de clases presenciales, entré como la mayor parte de los profesores en una espiral de incertidumbres e imaginación sobre las mejores formas de hacer práctica docente a distancia.  He leído, conversado, escrito y publicado sobre el tema. Pero, esta mirada de análisis social cambió el 19 de noviembre pasado, cuando me confirmaron que era positivo a COVID-19.

Los síntomas habían iniciado unos días antes, la pérdida del olfato y el gusto fue contundente. Sobrevino un incremento de temperatura corporal y tos seca. Con cuidados médicos y amor familiar durante 10 días, todo pasó, afortunadamente. Pero, la perspectiva se dislocó. La distancia analítica ya no era posible, estaba metido en el problema; las intuiciones ya no eran las del observador externo, ahora era “observador-participante”. Los sonidos de las ambulancias las percibí diferente y los datos macro sociales se desdibujaron ante el constante “chequeo” de medidas corporales y las emociones de orden individual.

Edgar Morin anota en su libro Cambiemos de vía: Lecciones de la pandemia (2020), que la ciencia ha mostrado durante esta emergencia sanitaria una multiplicidad de respuestas, a veces contradictorias. Esto nos ha dado la oportunidad de subrayar que la ciencia no es un repertorio de verdades absolutas, que hay un efecto biodegradable de las teorías como resultado de los nuevos acontecimientos. La pandemia nos ha revelado el enorme agujero negro de nuestra inteligencia y las profundas debilidades de un modo de conocimiento imperante a través del cual interpretamos nuestros mundos. Un tipo de conocimiento que nos lleva a separar lo que es inseparable, a fragmentar los elementos que forman parte de nuestro entorno, con el fin de generar explicaciones; separamos en lugar de relacionar. Lo económico, lo sanitario, lo cultural, lo ambiental, lo tecnológico y lo político, en esta crisis se enfocan desde palcos distintos. Así como las dimensiones macro y microsocial, a veces las vemos, erróneamente, como historias ajenas e irreconciliables.

Esta pandemia que aún no se supera, plantea múltiples retos y desafíos para el periodo que viene, llámese “pospandemia” o “nueva normalidad”, sigamos planteando preguntas desde el reconocimiento de una realidad compleja que exige miradas complejas que articulen, vinculen y unan en lugar de separar. ¿Cómo llegamos -como humanidad- a esta encrucijada pandémica? ¿De qué manera transformará esta emergencia sanitaria, la solidaridad y la cooperación en la frontera México-EE.UU.? ¿Cómo podemos contribuir desde la educación superior pública y la investigación social a afrontar los retos que se dibujan en el horizonte del presente y el futuro inmediato? ¿Hay cabida para la esperanza, aún?

Sin dejar de documentar los datos de nivel macro social, mirémonos y escuchémonos a nosotros mismos, a quienes nos rodean y con quienes hacemos comunidad. Hagámonos preguntas que nos motiven a reflexionar y conversar para hacer visibles nuestras incertidumbres compartidas y construir nuevas formas de esperanza en lo colectivo. Después de dar positivo a COVID-19, la perspectiva cambia.

*[No. 11/2020]. El autor de esta publicación es profesor-investigador en la Facultad de Ciencias Humanas, UABC.

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