Visas revocadas, cuentas congeladas y silencio oficial: ¿Qué ocurre con Marina del Pilar?
Por Jair Caraveo
MEXICALI, 13 de mayo de 2025.- La reciente revocación de visas por parte del gobierno de los Estados Unidos a la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila Olmeda, y a su esposo, Carlos Torres Torres, ha detonado una tormenta política que trasciende lo administrativo. El caso ha escalado al terreno de lo público, con posibles implicaciones diplomáticas, legales, financieras y éticas.
Aunque ambos han declarado tener “la conciencia tranquila”, el manejo del caso ha dejado más dudas que certezas. Marina del Pilar ofreció una conferencia sin preguntas, de apenas diez minutos, en la que lanzó una frase tan enigmática como desafiante: “No le busquen, que no van a encontrar”.
¿Es esa una declaración institucional a la altura de las circunstancias? ¿O simplemente una evasiva revestida de seguridad? A estas alturas, el silencio no protege, sino que abre paso a narrativas paralelas y dudas legítimas. ¿Por qué no dar la cara abiertamente ante la sociedad bajacaliforniana? ¿Por qué no presentar documentos que demuestren la inexistencia de cuentas o movimientos financieros irregulares?
Cuentas canceladas y sospechas bancarias
Diversos medios —como Zeta Tijuana y La Opinión— han reportado que Wells Fargo y Bank of America cancelaron cuentas bancarias de Marina del Pilar y Carlos Torres en San Diego. Según estas fuentes, los bancos sospechan que los fondos depositados podrían provenir de actividades no lícitas, lo que habría detonado alertas internas bajo sus protocolos de cumplimiento financiero.
Este tipo de cancelaciones no son decisiones casuales ni triviales. El sistema bancario estadounidense actúa conforme a estrictas políticas de prevención de lavado de dinero. Que se haya procedido a congelar cuentas, sin que hasta ahora se hayan desmentido oficialmente estos hechos con pruebas, es un dato de alta preocupación pública.
¿Y Carlos Torres?
La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, declaró que la gobernadora le aseguró no tener cuentas en el extranjero. Pero este énfasis en el “yo” deja un espacio vacío relevante: ¿Y qué hay de su esposo?
¿Carlos Torres puede afirmar lo mismo? ¿Por qué no ha salido públicamente a explicar su situación financiera, si ha sido mencionado junto a su esposa?
Carlos Torres ocupa un cargo de responsabilidad como coordinador de proyectos estratégicos del Gobierno estatal. No es un actor secundario. Su silencio, en medio de esta polémica, resulta no solo inquietante, sino institucionalmente delicado.
Una defensa que parece estrategia
Durante su mensaje, la gobernadora argumentó que los señalamientos en su contra constituyen violencia de género. Afirmó que hay una estrategia para debilitarla por ser mujer. En un país donde la violencia política contra mujeres es una realidad estructural, sus palabras deben tomarse con sensibilidad. Sin embargo, apelar al género no puede ni debe sustituir la rendición de cuentas.
No es violencia de género que se exijan explicaciones sobre cuentas bancarias, visas revocadas o presuntas irregularidades financieras. Lo que la ciudadanía demanda no son juicios mediáticos ni linchamientos políticos: exige claridad, responsabilidad y hechos verificables.
¿Crisis de Estado?
Actores políticos de todas las bancadas han comenzado a calificar la situación como una “crisis de Estado”, dada la posición estratégica de Baja California como entidad fronteriza. Este no es un conflicto menor o un malentendido diplomático: es una señal de alerta sobre la relación bilateral, la transparencia gubernamental y la percepción internacional sobre nuestros funcionarios públicos.
Silencios que también comunican
Otro punto inquietante es el silencio de figuras cercanas a Marina del Pilar. ¿Por qué la Dra. Mavis Olmeda García, presidenta del DIF estatal y tía de la gobernadora, no ha emitido respaldo público? ¿Por qué Julieta Ramírez, diputada federal y aliada política, tampoco se ha pronunciado?
¿Se trata de prudencia o de un distanciamiento anticipado ante una figura en declive?
En política, los respaldos que no llegan también transmiten mensajes. El momento actual exige claridad, no simulación de unidad.
¿Una gobernadora o una precandidata?
Otro aspecto que no puede soslayarse es que Marina del Pilar ha sido mencionada como una de las posibles aspirantes a la presidencia de México en 2030. Esto coloca su figura bajo una lupa más exigente. Sin embargo, pareciera que está más preocupada por su imagen pública que por el bienestar y la tranquilidad de los bajacalifornianos que representa.
¿Está utilizando su posición institucional para defender un proyecto personal? ¿Está priorizando el control de daños a su imagen nacional sobre la responsabilidad local que implica ser gobernadora de un estado fronterizo en crisis institucional?
La percepción generalizada en redes sociales es que se ha invertido más energía en blindar su narrativa que en proporcionar respuestas transparentes a la ciudadanía. En lugar de dar prioridad a Baja California, parece enfocada en salvaguardar una carrera política que podría estar en riesgo.
Lo que está en juego: transparencia vs. opacidad
A la fecha, ni el Departamento de Estado ni el Gobierno mexicano han explicado oficialmente los motivos de la revocación de visas. Pero la falta de información no exime de responsabilidad. Al contrario, refuerza la necesidad de transparencia radical.
El poder público no se ejerce desde frases ensayadas ni desde comunicados cerrados. Se ejerce desde la documentación, la legalidad, el acceso a la verdad y el diálogo con la sociedad. Hoy, más que nunca, se necesita una actitud abierta y ética desde la figura de la gobernadora.
El derecho a saber
Esta situación no es simplemente un tema migratorio ni una controversia de redes sociales. Es una cuestión de Estado que pone a prueba la madurez de nuestras instituciones. Si hay investigaciones, deben informarse. Si todo es un malentendido, deben presentarse pruebas. Y si hay responsabilidades, deben asumirse.
La ciudadanía tiene derecho a saber qué está ocurriendo, por qué y con qué consecuencias. Lo contrario solo alimenta el descrédito, el desánimo y el cinismo colectivo.
Porque en democracia, la confianza se construye con hechos, no con evasivas. Y quien aspira a cargos mayores debe demostrar, con el ejemplo, que está dispuesto a rendir cuentas, sin pretextos, sin rodeos y sin victimismos innecesarios.
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