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La clave de la información

COVID-19 en San Luis CRÓNICA DEL CAOS

Hasta el cierre de esta edición semanal de CONTRASEÑA en San Luis Río Colorado la cifra de contagios por el Covid-19 asciende a 2 mil 552 casos acumulados contra 367 fallecimientos por esta terrible enfermedad. Detrás de la frialdad de las cifras hay personas de carne y hueso que están sufriendo las consecuencias de la pandemia.

Humberto Melgoza Vega

SAN LUIS RÍO COLORADO.- A estas alturas de la pandemia sería muy raro que al menos un miembro de cada familia no se haya contagiado del nuevo coronavirus, muchos sin darse cuenta, asintomáticos, de los más peligrosos, porque esparcen la enfermedad sin saber que son portadores.

En el IMSS trabajan a marchas forzadas para sacar adelante la tarea.

“El enemigo cruel y despiadado”, como fue bautizado por el secretario de Salud de Sonora, Enrique Clausen, hasta la noche del jueves se había llevado a 367 sanluisinos, dejando tras de sí una estela de dolor y sufrimiento en sus familiares y amigos.

Las redes sociales, en particular los muros de Facebook, ya parecen obituarios.

Muchos ya queríamos que terminara 2020, el año de la pandemia –cuando éramos felices y no lo sabíamos–, aunque este 2021 si no lo frenamos en seco podría ser igual o peor, aun con la dichosa vacuna que no se ve para cuándo termine de ser aplicada a toda la población.

Como estaba previsto, con la llegada del invierno se disparó una segunda oleada de contagios, que si bien igualó en casos a los peores días de la pandemia, entre julio y agosto, la tasa de mortalidad es inferior.

Una fuente del sector salud considera que en esta segunda oleada –algunos doctores afirman que la primera ola nunca terminó en Sonora, ahí está como ejemplo Hermosillo— son principalmente jóvenes los que se están enfermando.

Como se creen Supermán no han dejado de hacer vida social y son reacios al cubre-bocas,    puede que si acaso les dé algo parecido a un leve resfriado aunque estén llevando el virus a casa, infectando a padres y abuelos, quienes son los que llenan hospitales públicos y privados, a más de un 90 por ciento de su capacidad, y los que corren con menor suerte fallecen.

A pesar que esta segunda oleada del Covid viene recargada, todavía estamos a tiempo de evitar escenarios como el de mitad del año pasado:  hospitales saturados,  sin camas disponibles ni ventiladores, mientras los socorristas llevando enfermos en la ambulancia, haciendo cola para entrar los dejaban con todo y camilla.

Los hospitales como zona de guerra, cercados alrededor, con vigilancia de elementos de la Guardia Nacional mientras el personal médico agotado y apanicado, enfrentando a un enemigo desconocido, invisible y mortal, que ha acabado con la vida de muchos de sus compañeros y a otros tantos más les dio una buena revolcada.  

Pero la pesadilla aún no termina.

Los que no se infectaron en la primera temporada, ahora están resintiendo el impacto del nuevo coronavirus, agravado por las enfermedades propias del frillazo que se ha estado sintiendo en la ciudad.

Desde temprano y a toda hora, es común ver largas filas afuera de los laboratorios autorizados para realizar la prueba anti-Covid o para recoger los resultados, algunos desde la comodidad de su auto, al estilo drive thru.

En los laboratorios, las pruebas de PCR, en las que introducen un isopo por la nariz que sientes que te llega hasta el cerebro, las están cobrando desde 3,600 y 3,400 pesos, hasta pruebas rápidas de mil 400 en otros lugares especializados, precio similar a la prueba rápida de sangre.

Enfermarse de Covid, además de peligroso sale muy caro.

De por sí la economía está retraída por la pérdida de empleos y el cierre de actividades no esenciales, que te pegue el Covid créeme que no es buen negocio… al menos para la familia.

Como nunca, las farmacias se han convertido en los lugares más socorridos, todo mundo surtiendo la receta con el arsenal de medicamentos que les son recetados por los doctores, algunos han comenzado a escasear, sobre todo los más caros, por la alta demanda.

Mi reino por un tanque de O.

“No todos los casos positivos de Covid se tratan”, me dijo conocida infectóloga, que se ha vuelto referente por la importante labor que ha desempeñado durante la pandemia.

Hasta la fecha, no existe un medicamento que ataque directamente al coronavirus, pero se atajan los síntomas: por ejemplo, si te da fiebre o dolor de cabeza tomas paracetamol… pero si comienzan las dificultades para respirar lo primero es hacer una radiografía del tórax, para ver cómo andan los pulmones, principal blanco del virus.

En esta contingencia los principales héroes han sido el personal médico y de enfermería, enfrentando en la primera línea de combate al peligroso virus, trabajando jornadas extenuantes, a veces  sin todo el equipo necesario, dando un servicio de calidad y calidez, en la medida de sus posibilidades; en resumen, salvando vidas.

Pero nunca faltan prietitos en el arroz, como el doctor “que está por la 42”, quien le recetó a un joven treintañero 8 mil pesos de medicamentos, incluidas unas inyecciones que lo estaban matando… hasta que miró una segunda opinión y comenzó su franca mejoría.

O como el que cobraba 2 mil pesos por poner una inyección a domicilio a una familia de bajos recursos que mejor tuvieron que aprender a inyectarse ellos solos antes de que terminaran desfalcados.

*O

Además de los medicamentos especiales para tratar las afectaciones por el Covid y el espacio cada vez más escaso en los hospitales, el oxígeno se ha convertido en el tesoro más preciado.

Con el oxímetro en mano, artículo de primera necesidad en la “nueva normalidad”, si la saturación de oxígeno en la sangre, que en una persona sana es de 98 ó 97, comienza a bajar a 92 y llega a 90 es momento de oxigenar los pulmones de manera artificial.

A partir de ahí comienza la hipoxemia que se puede tornar severa si baja de 80 y volverse  grave si para entonces no te encuentras en un hospital.

“Desde junio no dormimos”, comentó un sanluisino que presta el servicio de llenado y renta de tanques de oxígeno, cada vez más escasos, a expensas de que lleguen los nuevos pedidos de Mexicali.

Así como él son varias personas que, ante la gran demanda de oxígeno, han encontrado en el llenado, renta y venta de tanques una manera de subsistir y completar el chivo, a la vez que te sacan del apuro, porque están al pendiente del teléfono las 24 horas del día, conscientes de que sin oxígeno no hay vida.

En los casos que van mal y que los pacientes se atienden en el hospital aumenta la angustia, toda la información se pasa por teléfono y solo se permiten dos video-llamadas por semana, para dar ánimos, siempre rezando porque no sea la última.

Anoche, en su video-informe número 298, el secretario de Salud comentó que a las personas que les salió el “monito “de seguro ya estás pensando en los tamales del 2 de febrero, Día de la Candelaria”, y lanzó un reto: “A quienes les haya tocado el Niño Dios a que se comprometan durante los próximos  26 días a cumplir la regla de tres: lavarse las manos constantemente, usar cubre-bocas y guardar la sana distancia”.

Tras dar a conocer el registro de 492 nuevos casos positivos en la entidad, Enrique Clausen resaltó que “estamos en alerta máxima, hemos regresado a la emergencia sanitaria por Covid 19…y lo que te estoy pidiendo es una urgente necesidad para detener el alza de contagios y revertir la tendencia que nos lleva a la saturación hospitalaria”.

Y remachó: “Si el año pasado la adversidad tocó a nuestra puerta , te invito a hacer del 2021 el año en el que todos aprendimos que unidos, responsables y solidarios es como vamos a salir adelante…”.  @

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