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La increíble historia de Hilario, de vendedor de “picones” a fenómeno en Facebook

Humberto Melgoza Vega

 

Todos lo conocen como Hilario El de los Picones, tanto en el centro de la ciudad, donde vende sus piezas de pan dulce estilo conchas, con una receta dizque secreta, como en el Facebook, red donde se ha hecho famoso por los videos que sube,  en los que entrevista a personajes de la calle, que tienen muchos likes, comentarios, y otros con alto sentido social, donde refleja historias humanas, llenas de dramatismo.

De la guasa y el cotorreo, de vender panes en las calles del centro como modus vivendi, Hilario se ha convertido en líder de opinión, en una especie de periodista espontáneo, aun sin saberlo, un “Youtuber” urbano que a la vez que ayuda, le sirve de publicidad para su negocio y de paso se divierte.

Antes de convertirse en una celebridad, con más de 36 mil seguidores en Facebook, y aún antes de que se le ocurriera ponerse a vender picones “estilo Jalisco” –se llaman picones porque se lo comen a picotazos, o también porque “te picas” al probarlo—Hilario, como muchos de los que seguro están leyendo esta historia, anduvo en malos pasos.

Nacido hace 40 y tantos años en San Luis, de madre yaqui y padre sinaloense, durante un tramo de su vida Hilario Alberto López Duarte se dedicó a mover pequeñas cantidades de droga hacia los Estados Unidos, en “clavos” escondidos en el carro, jalecitos que le redituaban unos cuantos miles de dólares.

Atrabancado y sincerote, se ganó la confianza de los proveedores, porque iba y venía como si nada, con una sangre fría y el carisma que desarmaba a los de la migra, que nunca lo pasaban a segunda revisión. El problema es cuando te metes con la mercancía. Un mal día probó la droguita, resulta que le gustó y así le siguió hasta que tocó fondo.

De andar en buenos carros, con dinero en la bolsa y de galán con dos tres morritas, pasó a vivir en la calle y a dormir donde se le hacía de noche. “Dormía en las banquetas, me bañaba si podía y si quería, todo esto lo viví en Long Beach”, recuerda.

En esa, que fue la etapa más extrema de su vida, tuvo contacto con seres, que no está seguro si fueron reales o producto de su imaginación, quienes trataban de jalarlo, arrastrarlo hacia otra dimensión, por los caminos del mal, quienes le dijeron:

“Nosotros somos de una tribu que se perdió hace mucho tiempo, entre ellos los líderes somos los mayas, nos prepararon seres que no son de este mundo y nos prepararon porque iba a llegar un dios aquí en la Tierra y no sabemos de qué nacionalidad es, pero lo vamos a proteger…”.

En plena crisis, se le presentó una profecía, quizás una alucinación, donde los extraños seres le dijeron que tenía que rebelarse al sistema y buscar la independencia, aunque ya sabía que los malos no lo iban a dejar ir tan fácil.

“Miré que todo estaba en mi contra hasta que declaré mi independencia, con todo mi corazón, con todo mi ser, todas las religiones se vinieron en mi contra…”, hasta que llegó el momento en que se dio un tiro con Dios y, retándolo, le dijo que si realmente existía que se manifestara.

…A partir de ahí su vida ha cambiado. Aunque no es un cristiano confeso y practicante, “porque todos tenemos un lado bueno y un lado malo, unos más malo que bueno”, al menos sí le ha servido para cambiar su visión de la vida y bajarle unas cuantas rayitas.

“Por el otro lado puede que agarres mucho dinero, pero pierdes la tranquilidad. A mí me gusta andar con gente buena, respetarlos, me gusta rodearme de gente valiosa, que tiene pensamientos de bondad y de progreso; me encanta hablar con morros de la universidad, porque de ellos aprendo”, comenta.

“Yo llegué a tener personas apuntándome a la cabeza y yo riéndome; o que me llegaba a cagar por cualquier bronquita… hasta ahora sé que soy bipolar, o a lo mejor tripolar o cuatripolar….”, reflexiona.

Facebooker

Desde que Hilario el de los Picones descubrió la magia del Facebook su vida se ha vuelto más entretenida ya que a la vez que vende sus panes, conoce gente, cuenta pequeñas historias, hace labor social y es evidente que agarra mucha cura.

Con su cateado teléfono Huawei –“haywei”, lo pronuncia–, Hilario ha compartido algunas historias inspiradoras, desde que trepó a su carro y llevó a que le dieran un shower y una rasurada al inbañable como inolvidable “Güero Películas”, hasta el reciente video de Juanito, el niño con síndrome de Down, que trabaja de empacador en una tienda y que mantiene a su madre enferma, el cual se volvió viral, rebasando el millón de reproducciones.

Gracias al alcance de las redes sociales, Hilario el de los Picones ha sido contactado por seres de otro planeta; no, ya en serio, por gente de otras ciudades como de Estados Unidos quienes le depositan dinero para ayudar a las personas que entrevista en sus videos caseros; o que le compran toda una horneada de pan para que vaya y los reparta de manera gratuita para la gente necesitada de Mexicali.

“Todo esto a mí me hace sentir bien”, confiesa, un poco más aterrizado.

Pero luego vuelve la incontinencia verbal, en donde dice que le gustaría tener su propio programa de televisión, que le han hecho ofertas de algunos partidos políticos, que le gradaría, como un reto, vender en un carrito de paletas, y sobre todo, cambiar el sistema político que mantiene sumido en el atraso a los mexicanos.

Desde hace unos años, Hilario se ha vuelto parte del paisaje del primer cuadro de la ciudad, desde antes que salga el sol ya anda ofreciendo sus picones por la línea internacional, luego se brinca a la “Wall Street sanluisina” por la calle Segunda y no se detiene, entre plática y videos, hasta que se termina la canasta con 200 panes, algunos de los que regala a la gente que ve más “jodida”.

Loco pero tranquilo, nada peligroso y hasta positivo, aunque muy aferrado a la hora de vender sus famosos picones “valen 14, pero te los dejo en 12, o dos por 25…”, este es Hilario, quien desde su telefonito saltó a la fama de las redes sociales.

“La otra vez una señora me quiso dar un beso en la mano, que porque yo era un santo, y no la dejé, porque no dejo de ser un bandido cualquiera”, mencionó el de los picones y se alejó empujando su carreola, ofreciendo su producto que si lo pruebas, ya te chingaste.  @

 

 

 

 

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