Mónica Espinoza, madre buscadora por azares del destino
Antes de 2023, Mónica era una madre de familia común y corriente, dedicada a las labores del hogar, hasta que cuatro sujetos de una célula delictiva se llevaron a su hijo y desde entonces no ha parado de buscarlo en cada rincón del desierto, en el valle de San Luis, en la colonia Miguel Alemán, en las dunas de Los Algodones. “Ahora me dedico a buscar a mi hijo y a ayudar a las familias que están pasando por lo mismo que yo”.
Humberto Melgoza Vega
SAN LUIS RÍO COLORADO, 15 de septiembre de 2025.-El pasado domingo, cuando los colectivos comprobaron que era positivo el hallazgo de dos cuerpos sin vida en la zona desértica de la ciudad, el corazón de Mónica Espinoza comenzó a latir aceleradamente.
Y es que en esa zona de la calle 26 hacia el fondo, donde se encuentran las antenas de la CFE, es donde le dijeron que habían inhumado clandestinamente a su hijo.
Por azares del destino, que a veces es cruel, Mónica Espinoza pasó de ser una ama de casa que disfrutaba la comodidad del hogar a convertirse en madre buscadora, luego que desconocidos se llevaron a su hijo Rafael Gaspar Alvarado Espinoza, el pasado 5 de febrero de 2023.

Semanas antes, el joven había sido amenazado por agentes de policía, quienes se metieron al domicilio sin orden de cateo por lo que se convirtieron en los principales sospechosos, la Fiscalía del Estado liberó órdenes de aprehensión que no pudieron ser cumplimentadas, algunos de los involucrados han muerto o están prófugos de la justicia.
“Para mí esa zona de la 26 hacia el sur es sagrada”, menciona Mónica Espinoza, quien desde hace un par de años encabeza el Colectivo Buscando en San Luis R.C.
El domingo anterior salieron con la brigada de búsqueda desde las 5:00 de la mañana y para las 2:00 de la tarde, aún sin desayunar, cuando encontraron el primer cuerpo, algunos participantes ya se andaban deshidratando por el fuerte calor.
Acompañados de la Célula de Búsqueda e Investigación de Desaparición Forzada que viene de Mexicali, pasaron largas horas hasta que el esfuerzo rindió frutos…“Es como buscar una aguja en un pajar”, comenta.
Primero encontraron un cuerpo y a pocos metros estaba uno más, cuando se percató que tenían pocos días de muertos sintió una rara satisfacción, porque todavía conserva la esperanza de encontrar a su hijo con vida.
Las víctimas, que habían sido reportadas como desaparecidas previamente, fueron identificadas gracias a los tatuajes, Raúl Adrián Herrera López, abogado de 30 años, quien había sido visto por última vez el pasado 5 de julio; el otro cuerpo era el de Armando de la Cruz Martínez.
“Ya cuando miré que eran recientes me volvió el alma al cuerpo”, confiesa.
Cuando hay un hallazgo positivo, como el de los jóvenes José Jazziel Hernández García y Oscar Alfonso Aispuro Solórzano, encontrados sin vida hace unas semanas en la zona desértica por la carretera costera hacia el Golfo de Santa Clara, las madres buscadoras experimentan sentimientos encontrados.
“Por un lado es una satisfacción para las familias, encontrar a la persona que andaban buscando, aunque no los encuentran de la manera que hubieras querido, pero al menos pones fin a la angustia y a la incertidumbre, de no saber qué les habrá pasado, de esta manera le puedes brindar cristiana sepultura para tener un lugar donde poder ir a rezarle”, comenta.
Desde que se convirtió en activista, Mónica Espinoza ha documentado la evolución del fenómeno de los “levantones” y desapariciones forzadas a manos del crimen organizado que de esta manera elimina o se deshace de sus enemigos y hay informes de que muchos jóvenes son reclutados por la fuerza y usados como sicarios.

Con el estallido de la guerra por la plaza entre bandas del crimen organizado, hace unos siete años, la violencia ha alcanzado cifras alarmantes.
Sin contar los homicidios dolosos, en 2021 tiene registrados 30 desaparecidos en 2021, en 2022 se disparó la cifra a 52, en 2023 fueron 36, en 2024 bajó a 27 y en lo que va de este 2025 ya suman la misma cantidad que el año pasado “aunque tengo conocimiento de muchos casos que no se denuncian, porque la gente está amenazada o tiene miedo”.
Desde que su hijo no está en casa, Mónica ha visto a psicólogos, a tanatólogos para sobrellevar el dolor y se metió de lleno a la iglesia católica, donde forma parte del coro, de esta manera canaliza el sufrimiento y mantiene su mente ocupada.
“Primero tengo que estar bien yo, para poder ayudar a las otras madres que están pasando por lo mismo. Me dicen que me cuide, que guarde un bajo perfil, pero alguien tiene que dar la cara y alzar la voz, a pesar de las amenazas”, manifiesta.
De las pocas personas que la apoya y la comprende, que ha sido empática, es la Vicefiscal Alicia Martínez, quien ha dado seguimiento al caso de Rafael Alvarado, que ya fue llevado y denunciado ante la ONU y desde el principio ante el gobierno federal.
También hay sujetos que la amenazan en redes sociales, por llamada telefٕónica, que le dicen que su hijo ya pasó a mejor vida, hasta le señalan en que zona lo enterraron “lo cual hace que dudes, te entra la desesperación, te vuelve loca la cabeza…”.
La desaparición de Rafael “me cambió la vida totalmente, las primeras veces que me metía al desierto iba caminando y me decía qué es lo que hago yo aquí, por qué a mí, Señor, por qué me toca vivir esto”, menciona con un nudo en la garganta.
“Por qué nos pasó a nosotros si somos familia de bien, mi hijo tenía su círculo de amigos desde pequeño, peor vuelvo y digo, la maldad ahorita está a todo lo que da, hay muchas envidias en todas partes es cuando pienso que le puede pasar a cualquiera.
Los primeros meses iba a las búsquedas llorando, llegaba a mi casa llorando, mi nuera y la mamá de mi nuera, que no les gusta que vaya a la búsqueda -porque usted llega mal-, pero yo no voy a dejar de ir a buscar porque la gente también necesita ayuda y por ellos también tengo que estar fuerte. Qué más me pueden hacer”.
En junio pasado que encontraron un cráneo en la zona convertida en panteón clandestino Mónica tuvo un mal presentimiento. Se molestó porque no es la primera vez que exponen los restos humanos en redes sociales, aunque sea para ser identificados, “pero nadie quiere ver a sus hijos así”.
“Me preguntan a qué me dedico, pues en la casa casi no estoy, menos en la cocina, ahora sí que se me quema hasta el agua; ahora me dedico a buscar a mi hijo y a ayudar a las familias que están pasando por lo mismo que yo”, admite.
“Conozco casos de gente que no ha hecho su denuncia, por miedo. En el 2023 levantaron a un muchachito, ahora en julio levantaron a la mamá y al otro hermano, me dijo la tía que hago, pero si no ponen denuncia yo no les puedo ayudar porque me meto en problemas”, @

