Hasta siempre, Don Rafael Leyva
Dejando tras de sí un legado como toda una institución promotora del progreso en San Luis Río Colorado, esta semana se adelantó en el camino la persona de Don Rafael Leyva Castro, reconocido en la comunidad por su calidad humana, su trayectoria política, deportiva y altruista, siempre detrás de acuerdos, gestiones y obras fundamentales que sentaron un precedente para futuras generaciones
Bibiana García Garza
Siempre presente en actos protocolarios, ceremonias, eventos especiales, visitas de gobernadores, y presidentes; tomas de protesta, informes de gobierno, aniversarios, eventos sociales de todo tipo y, sobre todo, en pie de lucha por el progreso y la transformación, Don Rafael Leyva Castro inmortalizó su paso por esta ciudad el pasado lunes 29 de junio.
Con 90 años cumplidos y bien vividos en los que forjó una familia, un nombre y los futuros de una cuidad en ciernes como lo era hace algunos ayeres San Lui Río Colorado, el ex alcalde deportista, el amigo, el padre, el abuelo, el militante y el político se ha despedido y, afirman sus familiares, partió tranquilo, contento y satisfecho.
Nacido un 02 de marzo de 1925 conoció el trabajo desde la niñez y la adolescencia cuando se desempeñó, en uno de sus primeros empleos, como Secretario en el Banco del Pacífico, y ascendió poco a poco hasta ocupar el cargo de sub contador a los 19 años de edad.
Sin lugar a dudas, Don Rafael fue, es y será por siempre catalogado como uno de los personajes más trascendentales para este municipio y la región, capaz de confluir y conciliar distintas ideologías y hacerse escuchar por viejas y nuevas generaciones.
Aficionado al pugilismo y amante del básquetbol y sobre todo del béisbol, priísta de corazón, de inmenso don de gentes, con sentido del humor y una amplia capacidad de crítica y apertura, don Rafael logró obras que han perdurado en la ciudad y se consiguieron a base de esfuerzos y mucho trabajo, como el Bosque de la Ciudad y los estadios Revolución y México 70.
Presidente municipal en el periodo de 1967 a 1970, se dedicó desde un principio a impulsar el deporte local, una línea que mantuvo pocos años antes de su fallecimiento al inaugurar su última obra: el Salón de la Fama, que hoy se erige como un monumento que también a su figura rinde un merecido homenaje.
Siempre con la visión propositiva y de esperanza por San Luis Río Colorado, hasta el final de sus días mantuvo la fe en el despegue económico de la ciudad y de su estado, desde la inauguración del Bosque de la Ciudad con el Club de Leones hasta donde llegaban sus sueños por darle continuidad al crecimiento de su gente.
Sus actividades para nada se limitaron a un solo rubro, al transcurso de los años fundó la Unión Agrícola Algodonera de San Luis, fue miembro del Banco Mercantil de Magdalena, participaba de manera activa en el impulso al campo.
Este no era un personaje que se limitaba a promover, era parte activa y predicaba con el ejemplo. Así como apoyaba el impulso al deporte, también lo practicaba, al igual que no solamente hablaba de política, sino que la ejercía.
Tomó un bate por primera vez a los 11 años de edad y su espíritu deportivo lo llevó a conformar el Club Deportivo de Membrilleros de Magdalena, donde además participó en la Liga del Norte de Sonora, lo que imprimió en su ser el amor a ese y otros deportes.
En ese ánimo se forjó Don Rafa desde su llegada a San Luis el 13 de noviembre 1951, fecha desde la cual vio desfilar, e inclusive le tocó aconsejar, a funcionarios federales, estatales y locales, presidentes de la República como Díaz Ordaz, López Mateos, Echeverría o Carlos Salinas de Gortari, y gobernadores de estado, al igual que a decenas de presidentes municipales que lo sucedieron.
Crítico no obstante con presidentes como Enrique Peña Nieto y amigo de mandatarios panistas o políticos de izquierda.
De hecho, una de sus últimas apariciones públicas fue en la primera visita de Claudia Pavlovich Arellano a la casa de Alejandro ´el Pichón´ Félix Argil, ya como candidata oficial a la gubernatura, en donde ésta le agradeció haber invitado a su mamá, Alicia Arellano –primera senadora de la República en el país- a su fiesta de cumpleaños número 90.
La señora Arellano y don Rafael fueron grandes amigos, ambos además originarios de Magdalena de Kino, Sonora.
También estuvo presente en una de las últimas visitas de Andrés Manuel López Obrador a esta ciudad y no se perdía un informe de gobierno o las visitas de los mandatarios, incluyendo algunas de Guillermo Padrés, todavía este año.
Desde aquí hasta el pasado y de regreso, Leyva Castro participó en forjar lo que los pioneros lograron con la construcción de colonias y ejidos que propiciaron en sí mismas la fundación de San Luis Río Colorado.
Consiguió encuentros en los que priístas y panistas se animaron a estrecharse la mano con una clara intención de buscar el progreso de una comunidad sin distinción de ideologías, y de vuelta allá por los años sesenta con el asentamiento de cientos braceros agrícolas a esta ciudad para trabajar en los campos de Arizona y California y los cambios que precedían.
1960, año del censo, don Rafa fue testigo también del aumento poblacional de hasta un 750 por ciento en la ciudad, una cifra nunca superada hasta el día de hoy por otra ciudad en este país; una demografía que se incrementó de casi 5 mil habitantes a más de 29 mil, de los casi 200 mil que hoy residen en la ciudad, el valle y el Golfo.
Visionario desde un principio, querido, admirado y solicitado por cientos de sanluisinos a quienes vio nacer, llegar, irse y morir en estas tierras que también lo vieron a él partir, en casa, en ´home´, como se dice en el argot beisbolero, en el calor de su familia carnal y su familia sonorense que hoy con orgullo y agradecimiento lo despiden.
Sus primera actuación en la política fue apenas un año después de haber llegado apoyando a su jefe que fue alcalde también en el trienio de 1952 a 1955, lo que también despertó en él la carrera política que para 1961 lo llevaría a lanzarse por primera vez para candidato a la alcaldía, aunque declinó por Manuel Parra Peralta, con quien fue regidor.
Mientras llegaba su momento, que llegó del 67 al 70, el trabajo para él no se detuvo nunca, seguía anotando también como presidente de la Unión Deportiva Municipal así como, más tarde, presidente de la Asociación Estatal de básquetbol del Estado de Sonora.
La trayectoria seguía, ahí y entre productores, agricultores, sectores campesinos y sindicatos como la CNC, en donde fue directivo estatal y luego nombrado Vicepresidente de la Unión Nacional de Productores de la República Mexicana.
Todos esos grupos, sobrevivientes de esas generaciones y sus descendientes acompañaban en honor a esas memorias a Don Rafa para decir adiós, en la funeraria, en la Iglesia, en las calles…
Los servicios funerarios no se daban abasto con las cientos de personas que llegaron a despedirse de Don Rafa, a abrazar a su familia y externarle su respeto, aplausos, minutos de silencio y homenajes por
demás merecidos en todos los sectores de la población, un cariño que también hizo presencia en las redes sociales.
Antes de ser llevado a su morada final, se le montó una guardia de honor en el Palacio Municipal que en algún tiempo fue su segundo hogar, y siempre bien recibido por los presidentes en turno, del PRI o del PAN, nunca importó eso.
Ahí el alcalde, Leonardo Guillén recordó en presencia de su familia del lazo que une a su familia con la de Don Rafael por su abuelo, también ex presidente municipal, don Eulogio Medina, amigos unidos por el Club de Leones junto con Jesús Maytorena y otros personajes de la época.
Minutos más tarde el calor de decenas de palmas recibieron al unísono a don Rafa en la sede del PRI municipal partido en el que militó hasta el final de sus días.
Durante la breve ceremonia, el dirigente local, Carlos Silva Toledo, expresó su admiración y reconocimiento a una figura que como padre de familia y político ha sentado un precedente en esta ciudad y el ejemplo a seguir para futuras generaciones.
Arropado estaba también por otros ex presidentes de partido y ex alcaldes priístas como Jesús Bustamante, el Químico Gilberto Madrid Navarro y el Yeyo García, quienes sin palabras resaltaban con sus miradas el respeto ante la figura visionaria de un empresario y un político de palabra, de los de antaño, de los que trascienden con acciones y no con palabras.
En respuesta, su hija Maritza Leyva agradeció las muestras de cariño de sus amigos, correligionarios, compañeros y demás personas que han brindado a la familia Leyva una palabra de aliento o el recuerdo de alguna bondad de su padre, con la autenticidad y el carisma que le caracterizó siempre.
En ese recuerdo se mantiene también como un impulsor de la educación al haber fundado las escuelas primarias Vicente Guerrero e Ignacio M. Altamirano de la ciudad, así como otras en el valle agrícola, el verbo que resaltó en su vida: construyó, forjó, hizo, vivió.
Sin lugar a duda, la huella de don Rafael Leyva Castro quedará por siempre en un lugar especial del corazón de San Luis Río Colorado, del desierto, del valle, del Golfo, del Puente, del Bosque, del Palacio, de los estadios, y de los cielos de esta ciudad sonorense que con tanto cariño ayudó a edificar, a la par de las amistades y las simpatías que despertó en las generaciones de ayer y hoy, junto con la familia que le sobrevive, su esposa Alfonsina Pompa Córdova y sus hijos Maritza, Francisco Javier y su inseparable Héctor Alfonso, el Terry Leyva.
Descanse en paz, Don Rafael Leyva Castro.