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El atentado contra comandante Vázquez, mensaje mafioso

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A Francisco Vázquez lo amenazaron desde el primer día que asumió la Jefatura de Policía en la administración de Leonardo Guillén, luego le montaron un altar en un motel de la periferia, para infundirle temor y más recientemente sobrevivió a una campaña encaminada a lograr su destitución. Todo parece indicar que también sobrevivirá al atentado del que fue víctima en una posible “confusión”.

Humberto Melgoza Vega

El atentado perpetrado contra el comandante de la Policía Municipal, Francisco Vázquez Bustamante, que lo mantiene en un hospital de Phoenix peleando por su vida, representa un ominoso mensaje de la mafia, acostumbrados a imponer su ley bajo la premisa de plata o plomo.

En primera instancia es una mancha indeleble para el gobierno saliente del panista Leonardo Guillén, quien lo sostuvo aun en contra de las críticas de regidores de su propio partido, quienes emprendieron una campaña para derrocarlo, patrocinada por policías con oscuros intereses, a quienes advirtió: Si se va el comandante Vázquez me voy junto con él…y así sucedió, ya que el ataque ocurrió un día antes de que entregara la administración, lo que representó una macabra despedida.

Y en segunda, el atentado es una amenaza velada hacia el alcalde entrante Enrique Reina, quien lo había invitado a que permaneciera en el cargo aunque fuera por unos meses, toda vez que la licencia que Vázquez Bustamante había pedido en la Secretaría de Seguridad Pública de Baja California era por tres años y ya había finiquitado.

Desde que Reina fue alcalde por primera vez, de 2000 a 2003, había designado a Francisco Vázquez Bustamante como director de la Policía, lo recomendó con su amigo el ex alcalde Leonardo Guillén y pensaba ratificarlo en el puesto de comandante por su fama de honesto, serio y disciplinado.

El ataque armado contra el jefe policiaco sacó de balance al recién estrenado alcalde, quien tuvo que pedir una prórroga en su primera sesión de Cabildo a los regidores para presentar una nueva terna para el cargo de jefe de la Policía Municipal, donde nombró de manera interina a Rafael Vázquez Hernández, brazo derecho del comandante.

No fue fortuito que la gobernadora Pavlovich enviara en su representación a la toma de protesta del alcalde Reina al nuevo secretario de Seguridad Pública. Después de todo el atentado contra el mando policiaco también la “estrenaba” a ella como gobernadora. En la ceremonia de cambio de poderes, el secretario Horacio Valenzuela avaló la integridad de Francisco Vázquez y anunció el reforzamiento permanente de elementos de la Policía Estatal Preventiva (PEP) en esta frontera para coadyuvar en tareas de vigilancia.

Además, comentó que por instrucciones de la gobernadora, el procurador de Justicia Rodolfo Montes de Oca pondría su mejor empeño para, con sus elementos de la Policía Estatal Investigadora (PEI), dar con el paradero de los responsables y hacerlos pagar por su osadía.

Desde el primer día que Vázquez Bustamante regresó a su tierra natal como jefe de la Policía Municipal, invitado por Leonardo Guillén, fue recibido con una corona de flores, una fúnebre amenaza a la que no dio mayor importancia. A la postre, resultaría un negro presagio de lo que le tenían reservado.

*Frontera segura

La noche del pasado lunes 14, Francisco Vázquez circulaba a bordo de su pick-up Titán blanco del año sobre la calle 22 y a la altura de la avenida Chiapas se estacionó sobre el carril de acotamiento, para responder a una llamada de su teléfono celular.

Minutos antes había formado parte en el evento donde fue entregada la obra del Museo Regional, en las instalaciones del Bosque de la Ciudad, donde estuvo junto con sus compañeros funcionarios y el propio alcalde. En la misma zona, personal policiaco daba los últimos toques al escenario donde al día siguiente Guillén daría su último grito de Independencia.

Ahí, el jefe policiaco recibió algunas llamadas de sus jefes y colegas de Mexicali donde ya lo esperaban para que se reintegrara a las filas de la Secretaría de Seguridad Pública, donde pidió licencia por tres años para venirse como jefe de la Policía a su natal San Luis Río Colorado.

Además de jefe de un Grupo de Inteligencia en la PEP de Baja California, Vázquez Bustamante traía consigo la experiencia de haber sido director de Prevención y Readaptación Social y agente del Ministerio Público del Fuero Común (MPFC) en San Felipe en los gobiernos panistas de José Guadalupe Osuna Millán y Eugenio Elorduy.

Ese bagaje y la conciencia tranquila le daban la confianza como para circular solo por la ciudad, sin escolta ni nadie que le cuidara las espaldas. Por eso fue blanco fácil cuando los tripulantes de un Jetta azul se le emparejaron y comenzaron a dispararle.

Las balas, al parecer calibre .223, utilizadas en los rifles AR-15, atravesaron la puerta y el cristal del lado del piloto y se incrustaron en su cuerpo, en el abdomen, en las piernas y una más en la cabeza, la que estuvo a punto de arrancarle la vida

Después que los agresores se alejaron a toda prisa del lugar, uno de las patrulleros que fue el primero en llegar a la escena del atentado se percató que el comandante aún estaba con vida y bajo su propio riesgo decidió trasladarlo de emergencia al Centro Médico del Noroeste, donde tardaron casi dos horas en estabilizarlo.

La noticia se corrió como reguero de pólvora y al poco rato el lugar, delimitado con cinta amarilla para resguardar el área, se vio invadido por agentes de todas las corporaciones policiacas, incluyendo al Cisen y el Ejército Mexicano.

El comandante de la Municipal Héctor Chávez, experto en criminalística, procedió a realizar el peritaje, tomar fotos y posibles huellas dactilares y por más que buscó no pudo localizar los casquillos percutidos.

Luego que finalmente pudo ser estabilizado, largos minutos de angustia sufridos por sus compañeros del gobierno y la corporación policiaca, Pancho Vázquez fue trasladado en ambulancia a la línea internacional donde ya lo esperaba un helicóptero que lo llevó a Phoenix, Arizona.

Hasta el cierre de esta edición el Jefe Vázquez seguía grave pero estable, con una reacción positiva a la intervención quirúrgica que albergaba esperanzas de que podría salvar la vida.

Líneas de investigación

Independientemente de la labor que está realizando el Ministerio Público adscrito al caso con los elementos de la PEI a su cargo, hasta el momento son al menos tres líneas de investigación las que se desprenden del atentado contra Francisco Vázquez Bustamante:

Una es que el atentado podría haber venido del interior de la corporación, ordenada por agentes corruptos que tienen nexos con el crimen organizado, a quienes Vázquez habría afectado en sus intereses;

Dos, que el ataque podría haber estado dirigido contra el subcomandante Rafael Vázquez y que los sicarios se confundieron de víctima, ya que además de compartir el apellido sin ser parientes también tripula un pick-up Titán blanco, igualito al que traía Pancho Vázquez.

Y tres, la posible venganza de una célula delictiva que fue desterrada de fea manera hace un par de meses y que hubiera regresado para cobrar venganza

Policías consultados para este reportaje consideran más viable la posible venganza de la célula del crimen organizado, que fueron golpeados hasta el cansancio hasta que  confesaron haber venido a San Luis a cometer una serie de asesinatos para “limpiar la plaza”; luego de ser detenidos y torturados se les advirtió que no regresaran porque les iría peor.

De entrada, policías municipales no se hubieran confundido de objetivo y en caso de querer desquitarse lo habrían hecho contra Rafael Vázquez, quien ha jugado el papel de verdugo, haciendo el “trabajo sucio” al interior de la corporación con la aquiescencia de Francisco Vázquez.

Desde su llegada hace ya tres años y hasta la fecha, los Vázquez disminuyeron al mínimo la presencia policiaca en las calles, con pocas unidades en circulación y un solo agente por patrulla, con turnos de 12 horas continuas. Los agentes fueron comisionados en “clavos”, enviados a vigilar por fuera los bancos, tiendas de autoservicio y otros negocios, además de otros puntos como en la Comandancia de Policía.

Mientras que la autoridad justificaba esas medidas en el sentido de quitarles privilegios a los supuestos malos elementos, bajándolos de las patrullas, los afectados consideraban que se pretendía proteger a “alguien” para que no fuera molestado ni con el pétalo de una infracción de tránsito.

*Limpia

La mañana del pasado 10 de julio, sobre la avenida Obregón y la calle 28, la policía interceptó una camioneta Ford Windstar sin placas de circulación. Al momento de hacerles la parada con códigos y sirena los cuatro sujetos que la tripulaban salieron corriendo pero pudieron darles alcance a tres de ellos.

En el interior de la camioneta encontraron una bolsa táctica donde guardaban una pistola calibre 45 abastecida con 12 cartuchos útiles, y en una mochila escolar traían una pistola calibre 38 Súper con 9 cartuchos en el cargador, además de una bolsa con 11 tiros para la misma arma, cinco pares de botas de campaña, un cuchillo tipo “Rambo” y diez teléfonos celulares de distintas marcas.

Luego de un breve “interrogatorio”, los detenidos confesaron que estaban hospedados en el hotel Continental y que habían rentado una casa en el fraccionamiento Chula Vista III, domicilio que fue reventado con el apoyo de elementos del Ejército donde arrestaron a otros cuatro presuntos delincuentes.

Los detenidos fueron identificados como Josué Silva Garibay, alias el “Güero Loco”, líder de la célula delictiva, con domicilio en Agua Prieta, Sonora; además a Raymundo Torres Quiñones, alias el “Mundo”, originario de Tamazula, Durango pero con domicilio en Culiacán, Sinaloa; Noé Ayala Bustamante originario y con domicilio en Mazatlán, Sinaloa; Jonathan Efrén Domínguez Burrola alias el “Gordo”, originario de Nogales con residencia en Empalme, Sonora.

Además se logró la detención de José Ángel Guerrero Meraz, alias el “Ondeado”, con domicilio en Mazatlán, Sinaloa; Víctor Isabel León Murillo, alias el “Ocho”, de Culiacán, Sinaloa y al menor Juan Ángel “N” de 17 años, residente de Sonoyta.

Los detenidos, quienes fueron interrogados bajo métodos poco ortodoxos, confesaron pertenecer al cártel de Los Salazar, quienes tienen su base de operaciones en el sur del estado, y que se encontraban en San Luis para hacer una limpia de los “Quinteros”, gente que estaría al servicio del prófugo Rafael Caro Quintero, y que ya habían empezado a matar algunos de sus enemigos, entre ellos al de nombre Héctor Manuel Gutiérrez, quien a principios de julio apareció muerto en el callejón Guerrero y calle 42. @

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