Hace huelga de hambre contra altas tarifas de la CFE; Todos la ignoran
A pesar de que la inusual protesta de una mujer sanluisina para exigir tarifas eléctricas más justas en la ciudad ha llamado la atención de ciudadanos, medios de comunicación y autoridades desde hace más de una semana, la manifestante ha sido olímpicamente ignorada, salvo por algunos que se solidarizan con su lucha, se preocupan por su salud, o le piden que desista porque “no tiene caso”.
Bibiana García Garza
SAN LUIS RIO COLORADO.- Poniendo en juego su salud, dejando su vida “en manos de Dios” y aferrada a la casita de campaña que instaló frente a las oficinas del Palacio Municipal para proseguir una huelga de hambre que este viernes cumple 12 días, Marisela Barboza asegura que llegará hasta las últimas consecuencias.
Pese a la indiferencia tanto ciudadana como de las autoridades, la sanluisina de 40 años y su compañera de lucha, Teresa Gómez, se han negado a abandonar el espacio y probar alimento pues su único objetivo es, dice, que su voz sea escuchada.
Empezó a las afueras del CFEmático de la avenida Colima y calle 26 -de donde literalmente la corrieron- para manifestarse contra las altas tarifas de la luz, y de ahí decidió extender el rango de la protesta: contra el DAP, contra los políticos corruptos, la inseguridad, y lo que se añada.
Al tener que dejar las instalaciones de la plaza en la que se encuentra el CFEmático se dirigió a la Explanada Municipal, a las faldas de las oficinas de Palacio con un par de modestas cartulinas en mano que rezan “Huelga de hambre contra CFE, Gobierno Municipal y Estatal”, “Huelga de hambre, tarifas justas, no al DAP”.
El motivo: está harta de las injusticias en general, aseveró, y no le importa, literalmente, morir en el intento.
Hoy cumple su doceavo día sin consumir alimento manteniéndose solamente a base de sueros y agua, pero duerme en la Explanada Municipal desde hace una semana.
Cansada, ojerosa, con los labios partidos, con unos kilos menos y un semblante que refleja tristeza, decepción y desasosiego, Marisela se mantiene firme y no se ha desmayado, aunque está consciente de que en cualquier momento podría suceder.
Desde que llegó el viernes pasado a las afueras del Ayuntamiento instaló en plena plaza pública una pequeña casa de campaña para pernoctar a la intemperie y “que sea lo que Dios quiera”.
A esta aventurada y temeraria protesta le estuvo acompañando hasta el miércoles su amiga Teresa Gómez de 56 años, quien por su condición diabética ya no podrá dejar de consumir alimento, pero promete no dejarla sola y pasar con ella la noche, nadie más ha levantado la mano en solidaridad, salvo algunas personas que la acompañan por unas horas.
Ambas han sido examinadas por paramédicos casi a diario desde que Marisela empezó con su huelga de hambre en la CFE de la calle 26 por el Grupo Rescate Sonora, Cruz Roja y médicos de la
Dirección de Salud Municipal, todos le advierten que lo que hace puede atraerle graves consecuencias de salud.
Asimismo muchas de las personas que se le acercan la conminan a abandonar la lucha, le aconsejen que se vaya de ahí, le dicen que no vale la pena, pero a ella no le importa, ni siquiera cuando su hijo se lo pide, dice.
Otras personas le reiteran su respeto y admiración, algunas otras le han tocado el corazón con sus palabras; hay quienes igualmente le llevan sueros y botellas de agua así como licuados tipo Ensure (para diabéticos) pero no quiere consumirlos, sólo Teresa –quien empezó la huelga dos días después de Marisela- tuvo que tomar la malteada porque sus niveles de azúcar subían y bajaban, motivo que le orilló finalmente a desistir.
Autoridades, por otra parte, sólo se han acercado para persuadirla de que se vaya a su casa, de que consiga otro trabajo y salga adelante pero, confiesa, eso la ofende, no es lo que ella quiere, ella quiere ser vista y escuchada, y que se atiendan sus demandas de alguna manera u otra.
Sin embargo, todo parece indicar que la huelga de hambre ha sido en balde y encima de la descompensación alimenticia que padece, Marisela también es atacada por la tristeza, la impotencia y la decepción: nadie se inmuta, nadie parpadea, nadie la ayuda, algunos le sacan la vuelta como si contagiara la peste negra, o la miran feo por “contaminar el espacio” y “dar mal ejemplo”.
En realidad, confiesa, pocos la voltean a ver, su protesta se torna invisible conforme pasan los días y la gente finalmente se acostumbra a verla u opinar a través de la cómoda y anónima vitrina electrónica de las redes sociales.
Ambas mujeres han sido tachadas de “doñas grilleras” y, lo que más les ha dolido, de que su huelga de hambre es una farsa con “fines desconocidos”, o que pertenece a alguno de esos grupos de choque que surgen por ahí liderados por pseudo-luchadores sociales.
Ante esa desconfianza, a Marisela no le importa que no le crean, pero con lágrimas en los ojos y la voz quebrada lamenta la apatía de la gente que pasa por un lado y la ignora, sobre todo las autoridades.
Inclusive el Presidente Municipal, Enrique Reina, quien ya tuvo un acercamiento con ella, les pidió amablemente que se retiraran, pero nada se solucionó.
Lo mismo con la presencia de regidores y funcionarios que tampoco se han sensibilizado al menos para platicar con ellas y ofrecerles alguna solución, algún diálogo que pueda persuadirle a Marisela que se retire, o siquiera que pueda seguir con su protesta o remitir sus demandas de otra manera, por medio de otras vías, sin poner en riesgo su salud.
Por el contrario, el titular de Salud Pública Municipal, Daniel de la Paz Walker, se acercó el martes por la mañana a realizarles un chequeo médico pero concluyó tras la revisión que Marisela no presentaba signos de desnutrición, aunque reconoció que Teresa sí mostraba una descompensación de glucosa por padecer de diabetes.
Las mujeres de inmediato sintieron el rechazo y que sus esfuerzos fueron desestimados de un plumazo, “¿qué quieren, que caigamos muertas aquí para que nos crean?”, cuestionan, convencidas de que si siguen en pie ha sido sólo “por gracia de Dios”, e insisten en que sólo han tomado botellas de agua y sueros que les ha llevado la gente.
También les han brindado ayuda miembros de la Célula 653 y personajes polémicos como el “Chilakil”, así como el regidor de la etnia Cucapá, Alfonso Tambo, el único edil, dicen, que les ha brindado un trato humano, aunque de ahí no ha pasado.
Aunque su protesta es pacífica, creen que están siendo estigmatizadas como rijosas o grilleras, quizás por haber participado activamente en luchas sociales del PRD en tiempos de Petra Santos y de la mano de la hoy regidora perredista, Hortensia Viramontes que ahora, dicen, ya ni las voltea a ver, pero eso no les apura demasiado.
Marisela dice que seguirá ahí hasta ser personalmente atendida por el diputado federal Everardo López, a quien le corresponde el tema de las tarifas eléctricas, sostiene.
De igual manera quiere que su voz se escuche hasta los oídos de la gobernadora del estado, Claudia Pavlovich Arellano, pero tampoco por el lado del gobierno del estado se le ha acercado ninguna autoridad o funcionario, ni los regidores priístas.
Mientras tanto, Marisela y su huelga siguen ahí, sin conocer el desenlace que tendrá, dice, pues así como pudiera considerar retirarse hoy, puede decidir quedarse hasta el final “sin temor a la muerte”, o a serias complicaciones de salud a causa de la inanición, una reducción de nutrientes, vitaminas y energía en el cuerpo que puede resultar fatal al término de al menos 60 días.
Hasta el miércoles hasta su compañera Teresa trataba sin éxito de convencerla de retirarse, abandonar la huelga de hambre buscar otras vías para elevar su protesta a oídos de las autoridades, “… yo aquí me quedo”, reitera. @