La vida al límite del “Gordo Sicario”
Dice un experimentado oficial de la Policía que, a pesar de la reciente oleada criminal, San Luis sigue siendo una ciudad segura. Señala que las víctimas ya “traían cola” y la muerte los sorprendió en esta frontera. Tal es el caso del “Gordo de los Derechos Humanos”, asesinado esta semana por dos pistoleros en plena vía pública.
Humberto Melgoza Vega
SAN LUIS RIO COLORADO.- La mañana del pasado martes, cuando asesinaron a un sujeto afuera de un oxxo, frente a su familia, a plena luz del día, las redes sociales se desbordaron en comentarios en contra de la inseguridad pública que se percibe en San Luis Río Colorado, ciudad normalmente tranquila cuya gente para nada está acostumbrada a que se registren cinco crímenes violentos en un solo mes.
En el ataque, dirigido contra un sujeto que luego sería identificado como José de Jesús Ruiz Luna alias “El Kiko” o el “Gordo Sicario”, resultaron heridos su acompañante, Laura Elena Páez Guerrero y su pequeño hijo Carlitos Páez, de 2 años, quien resultó herido en una pierna y tras ser atendidos de urgencia en el Hospital General ese mismo día fueron dados de alta.
El atentado, que se volvió viral, los medios de comunicación transmitiendo en vivo por Facebook desde el lugar de los hechos, desató un agrio debate entre los integrantes del grupo ciudadano que pugna por una mejor seguridad pública, integrado por los ex oficiales Jesús Zamora y Jorge Soto y la ex Ministerio Público, Patricia Aguilar, pero fue el abogado Miguel Sandoval quien pidió por escrito la renuncia del director de la Policía, Julio Valenzuela, del regidor Raudel Huízar y hasta del presidente del Comité Ciudadano de Seguridad Pública, Santiago Meza.
Más que el atentado contra “el Gordo”, quien era evidente andaba en malos pasos, lo que alarmó a la ciudadanía fueron las víctimas colaterales, la dama que lo acompañaba y sobre todo del pequeño, que inicialmente se manejó la versión de que era niña.
Y también por el modus operandi, el atentado, perpetrado por matones a sueldo quienes actuaron con toda impunidad, poco antes del mediodía.
Esa mañana, José de Jesús llegó como normalmente lo hacía al oxxo ubicado en la avenida Jazmín y calle 26, a bordo de un placoso Chrysler 300 de modelo reciente, con placas de Arizona, y antes de que se bajara se acercaron un par de sujetos y comenzaron a dispararle.
Los disparos del arma calibre 9 milímetros atravesaron el cristal de la ventana del lado del piloto y se incrustaron en la voluminosa humanidad de Ruiz Luna, quien era el objetivo principal, pero los disparos también alcanzaron a sus acompañantes.
De manera milagrosa, la señora Laura Elena, de 34 años, solo recibió un rozón en la espalda, mientras que su pequeño sí fue alcanzado de un impacto en el muslo de su pierna derecha, pero como no ponía en riesgo su vida esa misma tarde fueron dados de alta.
Al oxxo de la 26 se presentó prácticamente toda la parentela del Gordo, quien vivía a tres cuadras del lugar, y testigos del ataque dijeron a la policía que los matones se dieron a la fuga a bordo de un sedán Celebrity o Mercury de cuatro puertas, color azul.
Una fichita
José de Jesús Ruiz Luna, alias el “Kiko” o el “Gordo Sicario” vivió su vida muy a prisa y nomás le alcanzó hasta los 30 años.
Y además era multifacético. Públicamente se ostentaba como defensor de los Derechos Humanos, en la agrupación junto con la polémica Martha Solórzano, pero en realidad lo hacía para encubrir su actividad como narco-menudista.
Además de vender todo tipo de droga, en especial el adictivo ice o hielo, hermano mayor del cristal, desde su centro de operaciones al sur de la ciudad, sobre la calle 22 a la altura del canal controlaba a otras tienditas y surtía “carritos felices”, unidades móviles que llevan los pedidos a domicilio.
“Se creía el Carlos Heras”, comentó una fuente policiaca.
Pero nunca fue detenido, al menos no por ese delito, en la Municipal solo registra un ingreso por conducir bajo los influjos del alcohol, y también cuentan con el reporte del dueño de una maderería, quien denunció que el “Gordo” quería cobrarle “derecho de piso”.
El empresario, cuya identidad se mantiene bajo reserva, reportó que Ruiz Luna intentó extorsionarlo, vendiéndole protección por una cuota mensual de 20 mil pesos, ya que supuestamente tenía información de que otros querían “levantarlo”.
En atención al reporte, los municipales fueron a la casa del gordo en avenida Jazmín y 22 y desde adentro del cerco los encaró de manera retadora, mandándolos por donde llegaron, con palabras nada tersas.
Donde sí tenía orden de aprehensión por el delito de lesiones fue en su natal estado de Jalisco –de donde también es originaria su ex compañera defensora de derechos humanos Martha Solórzano– por eso llama la atención que las autoridades no lo hubieran arrestado con antelación.
También, hay versiones que lo ubican como “madrina” o informante de la oficina local de la PGR, donde abogaba por detenidos con su charola de “defensor de derechos humanos”.
Así que menuda tarea tendrán las autoridades para esclarecer este nuevo homicidio, variadas las líneas de investigación, aunque por lo general los ajustes de cuentas al estilo del narco nunca se aclaran, si es que se investigan, por eso dicen que la familia del “Pariente” ya hasta ofreció recompensa. @