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Sergio Haro, Reportero hasta el último aliento

La repentina muerte del periodista Sergio Haro Cordero agarró fuera de la base a todos: a su familia, donde reinaba el amor, a sus amigos, con los que siempre fue solidario y al gremio periodístico del país, del cual fue miembro destacado. Por su línea crítica, alejado de las adulaciones del poder, económico, político o mafioso, y su compromiso con las luchas sociales, el vacío que deja será difícil de llenar en Baja California.

 

Humberto Melgoza Vega

 

MEXICALI.- Poco después del mediodía del pasado martes por la vía telefónica comenzó a circular una mala noticia: de manera repentina, sin previo aviso, la muerte había tocado a la puerta del periodista Sergio Haro Cordero. Vestida con su traje negro, macabra e insolente, se lo llevó con un infarto directo al corazón, ahí donde más duele y seguirá doliendo.

Sentado frente a su computadora, en su domicilio de la colonia Independencia en Mexicali, la huesuda se lo cargó con todo y mochila, libreta y grabadora mientras Haro preparaba sus notas de la semana, entre ellas su leída columna Fuera de Libreta, la cual compartió generosamente durante muchos años con los lectores de CONTRASEÑA.

Si se pudiera elegir la manera de morir, porque morir es inevitable, a Sergio le hubiera gustado que fuera haciendo lo que más disfrutaba, reporteando y escribiendo la realidad de Baja California, aplastando las teclas como lluvia que cae sobre un techo de lámina, literariamente en el frente de batalla.

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Descanse en paz.

La trágica noticia, que el semanario Zeta donde Haro era pilar fundamental hizo de manera oficial después de la 1:00 pm, se volvió trending topic en redes sociales, tanto en Twitter como en Facebook.

Durante todo el día, los muros de Facebook se inundaron con fotografías de Sergio tomadas por colegas y amigos, cada una con múltiples comentarios, bonitos recuerdos, expresiones de dolor, de admiración, de incredulidad. Muchos amigos pusieron la imagen de Sergio Haro en sus fotos de perfil o colocaron un moño negro en señal de duelo.

Reporteros de radio y televisión, compañeros y amigos de Mexicali que estaban en vivo durante sus transmisiones vespertinas no pudieron contener el llanto pero siguieron informando.

La mala noticia fue retomada, corregida y aumentada por el semanario Proceso, La Jornada, los periódicos Reforma, Milenio, El Universal, por Aristegui Noticias, Sin Embargo y por supuesto en el periódico digital Animal Político, donde el subdirector Francisco Sandoval además de íntimo amigo era uno de los alumnos más aventajados de Sergio Haro.

Su post colocado en su cuenta personal de Facebook fue uno de los más llegadores:

 

Sergio Haro no sólo fue un maestro y amigo para mí, también fue un padre y hermano que siempre me apoyó y me hizo amar y abrazar el oficio del periodismo. Gracias a él conocí el periodismo independiente y combativo en el semanario Sietedías.

Durante 20 años no sólo me invitó a trabajar con él en más de una ocasión (fueron 3), sino que me abrió las puertas de su vida para mostrarme a esos seres maravillosos que son Zaida y Luis. Para ellos todo mi amor.

Sergio fue un gran ejemplo en todos los sentidos para mí. Gracias a él me considero una mejor persona.

Hoy con su partida se me va un pedazo del corazón, pero es el precio que se debe pagar por haber conocido a un ser humano tan excepcional como él.

Estoy tranquilo porque partió como los grandes del periodismo: trabajando hasta su último aliento.

Estoy tranquilo porque amaba profundamente su trabajo, amaba a su esposa e hijo, y era el ser más cariñoso y transparente con sus familiares y amigos, a ellos les mando un fuerte abrazo.

Para los alumnos de Sergio nos queda el ejemplo combativo e íntegro de su trabajo; para sus amigos nos queda el cariño y la paciencia que nos brindó; para su familia siempre será ese hombre amoroso que luchó por sus ideales y sacrificó el tiempo con ellos para darle voz a los sin voz.

Gracias Sergio por tu amistad e integridad.”

Buen amigo.

Y es que Haro se tomó muy en serio el oficio de periodista, como si fuera un apostolado, como un medio para apoyar las causas justas, darles voz a los ciudadanos de a pie, y señalar los excesos cometidos desde el poder. Su forma de hacer periodismo, comprometido e independiente le granjeó infinidad de amistades, admiradores de su trabajo que salieron hasta  debajo de las piedras tras la noticia de su muerte; pero también enemigos jurados, de esos que actúan agazapados.

Tras su repentino fallecimiento devino la estupefacción, la incredulidad, luego el sospechosismo, ¿cómo que murió Sergio Haro?, si a pesar de sus casi 60 años se le veía entero, jovial, activo, dicharachero… y no se sabía que padeciera del corazón.

Al paso de las especulaciones, del pleito público que agarró sin querer con otro periodista, de lo de un posible atentado, porque Haro era de los pocos que se mantenía en la línea de fuego, que haciendo periodismo de investigación igual señalaba a políticos corruptos, como a personeros del crimen organizado, la Procuraduría de Justicia ordenó la autopsia, con la venia de la familia, la cual hizo oficial el fallecimiento por un paro cardiaco.

“Si no quieres meterte en broncas, dedícate a cubrir sociales”, decía Haro de vez en cuando para ejemplificar el riesgo que conlleva cuando decides informar sobre asuntos que otros no quieren que se sepa, y menos que se publique.

Aparte del estrés propio del oficio de periodista, siempre bajo presión, como los años no pasan en balde, como dijo un amigo en común “al Haro ya se le cansaba el caballo”.

Y cómo no, si además de reportear diario para el Zeta, para el semanario y redes sociales y de hacer una columna, en sus ratos libres escribió un par de libros, en 2012 “No se olviden de nosotros”, una serie de crónicas y reportajes sobre movimientos sociales y narcotráfico, y recién había terminado otro sobre feminicidios en Mexicali, el cual será editado de manera póstuma por la UABC.

Sergio Haro acababa de llegar hace una semana de un largo y cansado viaje a Paraguay, donde impartió cátedra sobre periodismo en zonas de riesgo y libertad de expresión a periodistas paraguayos y brasileños. En cuanto llegó a su casa le dio un beso a Zayda su esposa, telefoneó a su hijo Luis Carlos quien estudia Historia en Tijuana, para ver si estaba bien, se sentó frente a su computadora y se puso a redactar.

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Reportero.

Sin proponérselo, Sergio Haro Cordero se convirtió en una celebridad. Hombre sencillo y austero, dedicado en cuerpo y alma a su oficio, el reconocimiento internacional le llegó en 2012 cuando el cineasta neoyorkino Bernardo Ruiz hizo un documental sobre la violencia contra los periodistas en México a través de la mirada del editor del semanario Zeta y lo tituló Reportero; como fue multi-premiado en festivales Sergio se tuvo que acostumbrar a viajar y firmar autógrafos, como el personaje central del filme.

Para entonces Haro ya había construido una carrera de 30 años en el periodismo, gran parte de ellos en el semanario tijuanense fundado por don Jesús Blancornelas, pero también marcó huella en La Crónica, fundó junto con Benjamín Flores, Miguel Cervantes, Sergio García, Gabriel Gutiérrez, Rosa María Méndez, Carlos Alberto Gutiérrez y Humberto Melgoza el semanario Sietedías en Mexicali y también hizo periodismo radiofónico en Radio Capital, donde formó a nuevos cuadros, como Luis Arellano y Cristian Torres.

En 1994, junto con Alberto de la Hoya y Roberto Córdova documentó fotográficamente y por escrito el magnicidio de Luis Dolando Colosio en Lomas Taurinas, imágenes que le fueron requeridas por la Fiscalía Especial creada para investigar el caso; y en 1998, cuando fue amenazado telefónicamente por el narco sanluisino Jaime González, tuvo que andar durante meses con escolta de la Policía Judicial del Estado, la extinta PJE, aun en contra de su voluntad.

 

El último adiós

 

“Para ser buen periodista, primero hay que ser buena persona”, citó al periodista polaco Ryszard Kapuscinski el padre Germán Orozco, durante su breve responso frente al féretro de quien fuera su amigo y compañero del Zeta.

-Y Sergio era un buen hombre, añadió.

“Baja California no sería lo mismo sin personas como Sergio Haro, que han arriesgado la vida, que han dejado su salud, sus estudios, su persona, hasta su propia familia por andar en el trabajo”, citó el sacerdote originario de San Luis Río Colorado.

Guardia de honor.

Durante los servicios funerarios celebrados en funeraria Gayosso de López Mateos, la sala 4 fue insuficiente para albergar los arreglos florales que llegaron por montones y la cantidad de familiares, colegas y amigos que estuvieron presentes, acompañándolo en su último viaje.

Además de su familia, su esposa Zayda Montoya, su hijo Luis Carlos, de luto riguroso se presentó la plana mayor del Zeta, los co-directores Adela Navarro y César René Blanco, la editora Rosario Mosso, sus amigos cercanísimos además de colegas foto-periodistas Jesusa Cervantes, de la revista Proceso, Miguel Cervantes, Kate Córdova, Elsa Medina y Arturo “El Chato” Fuentes, de la Ciudad de México, Juanito Tapia y tantos amigos que Sergio supo hacer por su don de gentes, su espíritu rebelde y solidario.

Junto con su esposa Lupita, el presidente municipal de Mexicali, Gustavo Sánchez Vázquez rindió una guardia en honor al pie del féretro del periodista de quien dijo “le va a hacer mucha falta a Baja California”.

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Ultimo adiós.

Los servicios funerarios concluyeron ayer jueves con un homenaje de cuerpo presente en la Facultad de Ciencias Humanas de la UABC, de donde Haro egresó de la Licenciatura en Ciencias de la Educación, su alma mater en la que sin ser oficialmente maestro formó generaciones de periodistas quienes ahora deberán continuar con su legado. @

 

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