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La clave de la información

Me voy pero no me voy

El Eslabón Perdido

Humberto Melgoza Vega

No se fue en 2009, cuando el gobernador Eduardo Bours le dejó claro que su gallo, aunque perdiera, era el Vaquero Alfonso Elías.

Tampoco en 2015, cuando Manlio Fabio Beltrones le retiró el apoyo y se lo entregó sin reservas a su ahijada política, la gobernadora Claudia Pavlovich Arellano, quien terminó por ubicar en la realidad a Javier Gándara Magaña, candidato impuesto por el padrecismo que no pudo contrarrestar la campaña negra y los señalamientos fundados de corrupción.

Algunos lo acusan de pecho frío, de que no tuvo el carácter para romper lanzas y mandar todo al carajo; pero la mayoría reconoce su temple y serenidad, algunos le llaman ser institucional, otros le dicen más feo, pero en política partidista eso significa mucho.

Como me decía esta semana mi amigo Conrado Flores, panista de los clásicos, quien prefiere perder  la próxima elección a perder la identidad partidista en una eventual alianza de facto con el PRI.

Algo similar a lo del Borrego –toda proporción guardada–, es lo que le reconoce a Paco Ochoa, quien a pesar de que le han cargado los dados para no dejarlo participar, en lugar de salir despotricando, yéndose como candidato de algún otro partido, se mordió un producto de gallina y ha seguido haciendo puntos, hasta que le permitan participar.

El presidente del Club de Beisbol Algodoneros se disciplinó y siguió trabajando hasta convertirse en el candidato natural del PAN a la presidencia municipal de San Luis, a solo que se le atraviese la equidad de género o alguna otra negociación producto de la inminente alianza con los tricolores.

A nivel estatal, lo que hasta hace unos meses parecía imposible, una aberración de la naturaleza, está a punto de concretarse, la alianza, que se convertiría en coalición entre partidos y otras fuerzas para abanderar la candidatura del ahora ex priista Ernesto Gándara a la gubernatura de Sonora.

Largamente platicada, seguramente negociada en términos de rentabilidad política, la alianza fue impulsada por Javier Gándara, primo hermano del Borrego, ex candidato a gobernador en 2015.

Esta idea fue comprada tácitamente por Neto Munro y un sector menos radical del PAN, dispuestos a sacrificar un poco de congruencia y perdonar históricos agravios con el fin superior de impedir, a como dé lugar, la extensión de Morena hacia territorio sonorense.

En el caso del PRI, el dirigente estatal de ese partido, Ernesto El Pato de Lucas Hopkins, desde el principio vio con buenos ojos la idea de sumar esfuerzos con el PAN, no le hace que les llamen “prianistas”, todo sea porque Durazo no gane la elección de 2021.

Cruz cruz, que se vaya el diablo y que venga Jesús.

En el estado y en San Luis, hay un sector de la clase política que anda entusiasmado, sobre todo en las filas del PRI, que independientemente de grupos ven con buenos ojos la inminente candidatura de Ernesto Gándara.

Y es que no hay de otra, competir con posibilidades de ganar, o hacerlo de manera testimonial –“gracias por su participación”—y permitir que la ola morenista siga arrasando en el territorio nacional.

Por más buena relación que la gobernadora Claudia Pavlovich mantenga con el presidente Andrés Manuel López Obrador, nadie puede negar que es auténtica priista y así sea por orgullo, aunque vaya de por medio su pellejo político, se la va a rifar con alguien afín a su ideología partidista, para proyectar que las cosas se hicieron bien y por eso el pueblo sonorense les dio otra oportunidad.

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