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La clave de la información

Tras 10 meses de pandemia, último día de clases del 2020, ¿qué aprendimos en la universidad?

Hugo Méndez Fierros*

Durante esta semana concluirá el periodo de clases del año 2020 en la UABC. Termina el segundo semestre de trabajo a distancia obligados por la pandemia de Covid-19. El balance personal, nutrido por la experiencia propia y el dialogo con estudiantes y profesores, tiene elementos asociados con sensaciones de saturación, cansancio, estrés, desánimo e incertidumbre. Pero, también hay emociones de logro, de satisfacción por la imposición de creatividad e innovación, de resiliencia individual y de nuevas esperanzas colectivas.

No cuento con cifras generales respecto al porcentaje de estudiantes que cerrarán satisfactoriamente el periodo de clases en toda la UABC. En los grupos a los que imparto clase y según lo relatado por colegas, andamos alrededor de tres cuartas partes de alumnas y alumnos que se mantuvieron hasta el final. Entre una población de más de 65,000 estudiantes la cifra de bajas y deserciones exacerbada por la emergencia vírica, podría ser muy alta; es una realidad no solo de la UABC, sino del sistema educativo desde nivel básico hasta superior, en muchos países del mundo.

Según la UNESCO, en distintos momentos de la pandemia más de 1.500 millones de estudiantes de 165 países no pudieron asistir a sus escuelas debido a la COVID-19. Y enfatiza el organismo multilateral que esta situación ha complicado la vida de estudiantes y profesores, que tienen que enfrentarse a los problemas emocionales, físicos y económicos provocados por la enfermedad al tiempo que cumplen la parte que les corresponde para contribuir a frenar la propagación del virus.

Los factores adversos originados por la emergencia sanitaria son muchos e impactaron tanto a estudiantes como a profesores, en mi entorno inmediato. Entre los principales: Desigualdad en el acceso a la conectividad de Internet y a equipos de cómputo en los hogares; condiciones de desventaja económica y pérdida de empleo de uno o varios miembros de las familias; deterioro de la salud mental por síntomas de ansiedad y depresión; incapacidad por enfermedad y en algunos casos fallecimientos; además, escasa motivación de muchos estudiantes y una postura alejada de la gestión de su propio conocimiento, ante una modalidad de enseñanza-aprendizaje en la que algunos profesores no cuentan con los recursos pedagógicos necesarios para adaptar sus materias al trabajo en línea.

¿Qué aprendí desde mi posición de profesor-investigador, durante 10 meses de trabajo a distancia en medio de la pandemia? En principio, que existe un universo de metodologías activas para el trabajo docente en línea o en entornos híbridos, que no he experimentado. Que necesito capacitarme para mejorar mi práctica de enseñanza, orientar mi trabajo docente hacia la comprensión de las motivaciones de mis estudiantes y ejecutar nuevas técnicas que impacten positivamente su aprendizaje y enriquezcan mi propia formación.

También, aprendí que frente al contexto de enorme complejidad la UABC supo adaptarse con inteligencia colectiva y toma de decisiones oportunas, mediante un Plan de continuidad académica que ya se venía habilitando con el trabajo en plataformas digitales y capacitaciones a los docentes; que la estabilidad económica del personal académico y administrativo nos permitió concentrarnos en las tareas sustantivas. Y que aun cuando falta mucho por mejorar y fortalecer, durante la pandemia la UABC refrendó su posición como una institución sólida, que a través de distintas acciones de responsabilidad social universitaria demostró su grandeza, capacidad innovadora y estabilidad.

Finalmente, cada día hago conciencia de que trabajar con, por y para la juventud de Baja California es una enorme responsabilidad y una fortuna invaluable. El 2021 traerá nuevos retos porque está claro que la pandemia no se ha domado. No obstante, desde la educación universitaria que es inherentemente esperanzadora, puedo aventurarme y asegurar que vendrán tiempos mejores.

*[No. 13/2020]. El autor de esta publicación es profesor-investigador en la Facultad de Ciencias Humanas, UABC.

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