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La clave de la información

Oficio de alto riesgo

El Eslabón Perdido

Humberto Melgoza Vega

Ayer por la tarde, mientras hacía la transmisión en vivo del ejecutado del día, mencioné que una de las causas por las que no se ha podido frenar la ola criminal que azota a San Luis Río Colorado en los últimos años es por el déficit que existe de elementos de la Policía Municipal.

Muchos han causado baja al no aprobar los rigurosos exámenes del Centro Estatal de Evaluación y Control de Confianza (C3), otros tantos han renunciado motu proprio, bajo amenaza del crimen organizado –porque bien dicen “más vale aquí corrió que aquí quedó”– y el resto han sido asesinados, al menos 12 en los años recientes, entre policías y ex guardianes del orden.

El propio alcalde Santos González Yescas, a quien le ha tocado gobernar la ciudad en medio de una guerra de cárteles que se disputan la plaza para controlar la venta de droga y tráfico de personas, reconoce que la inseguridad ha sido el talón de Aquiles de su extendido mandato que ya va para el cuarto año.

Margarito. Pendientazos.

Así lo dijo en la reunión que sostuvo la semana pasada con mandos policiacos en donde resaltó que la Dirección de Seguridad Pública Municipal (DSPM) cuenta con apenas 250 elementos, menos de la mitad que se requieren para una ciudad en crecimiento que casi llega a los 300 mil habitantes.

“Son muy pocos para cuidar a tantos sanluisinos, pero estamos trabajando para aumentar el número de elementos, tener más y mejores patrullas, más armas, municiones y mejores prestaciones porque lo merecen y ellos son siempre los primeros respondientes en cualquier situación”, argumentó el alcalde morenista.

Por sus propias características y con mayor énfasis en los tiempos recientes, la profesión de policía siempre ha sido de alto riesgo; los uniformados se despiden de sus familias todas las mañanas al salir de sus casas porque saben a qué hora se van pero desconocen si al terminar el turno van a volver.

Mal pagados, incomprendidos por una sociedad que les exige demasiado y que a pesar de que a diario arriesgan sus vidas por los demás no los bajan de tranzas y corruptos, ahora casi nadie quiere entrarle a la Academia de Policía, apenas aquellos con verdadera vocación o por falta de otras oportunidades.

Me llamó la atención que uno de los agentes que resguardaban ayer por la tarde la escena del crimen en la avenida Colima B y 29 apenas rebasaba los 20 años.

Sin la malicia ni las mañas de los más veteranos, que se han curtido a punta de balazos, lamentaba que en el ataque contra el muchacho que quedó adentro de su vehículo, los sicarios se hubieran llevado también entre las patas a un perro que reaccionó por instinto y que estaba en el lugar y momento equivocados.

Así como pasa con los policías, está de sobra decirlo pero el de sicario o narco-menudista también es un oficio de altísimo riesgo: mal pagados, desechables como kleenex, son el eslabón más débil, la parte más baja de la pirámide del narcotráfico, utilizados literalmente como carne de cañón.

Este fue el trágico final para el joven Luis Daniel, de apenas 26 años, quien recién había llegado a la ciudad proveniente de Navojoa a pelear una guerra que no era suya y que fue acribillado este jueves con ráfagas de AR-15, por profesionales que mostraron escalofriante puntería.  

Desgraciadamente, así como en el caso de policías y “narcos”, el oficio de periodista se ha convertido en una profesión de muy alto riesgo en un país donde la libertad de expresión está cada vez más amenazada, tanto por el crimen organizado como por el poder gubernamental.

Mal pagados, mal comidos y pocas veces respetados y reconocidos, nunca quedamos bien con nadie y cuando queremos hacer nuestro trabajo no falta quién se moleste y se sienta ofendido.

Como lamentablemente sucedió hace unos días donde mataron a dos colegas reporteros en Tijuana, primero al compa Margarito Esquivel, fotógrafo todo-terreno, especialista en la fuente policiaca; y menos de una semana después a Lourdes Maldonado, quien andaba contenta porque le había ganado un litigio laboral al ex gobernador Jaime Bonilla, a quien deberá apuntar una de las líneas de investigación.

Atacados un día sí y el otro también desde el púlpito presidencial, acusados de “conservadores” y esbirros del viejo régimen cuando osan criticar al gobierno de la “Cuarta Transformación, qué se puede  esperar cuando México está convertido en el país más peligroso del mundo para la prensa, por encima de naciones en guerra como Siria, Irak, Afganistán…

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