Semanario Contraseña

La clave de la información

Benjamín Flores, 25 AÑOS DE IMPUNIDAD

Este día se cumple un cuarto de siglo desde que el director de La Prensa fue acribillado frente a las oficinas del periódico. Desde entonces han pasado gobiernos, procuradores y fiscalías sin que hasta el momento se haya castigado al o los responsables del homicidio. En este contexto de falta de justicia, organismos defensores de la libertad de expresión empujarán para que se reactive el caso.

Humberto Melgoza Vega

SAN LUIS RÍO COLORADO, 15 de julio de 2022.- Pasaban las 4:00 de la tarde del 15 de julio de 1997 cuando un grupo de pistoleros esperaban que el periodista Benjamín Flores llegara a sus oficinas, ubicadas entonces en la avenida Tlaxcala y calle Sexta. De un viejo vehículo Impala color gris praimer descendió un tipo con un rifle AK-47 y le vació la carga hasta que se le entrampó el arma.

Como la consigna era asegurarse que el periodista no sobreviviera, el sicario, vestido con camiseta de tirantes y cachucha, con melena hasta los hombros, regresó al carro donde uno de sus cómplices le entregó una pistola calibre .22 con la que se acercó hasta el cuerpo tendido del periodista y lo remató, metiéndole dos balazos en la cabeza a corta distancia.

La dantesca escena ocurrió ante la mirada atónita de los compañeros de Benjamín, reunidos en la sala de redacción listos para festejar el cumpleaños de su jefe y el quinto aniversario del diario. Apanicados, solo atinaron a tirarse al suelo y miraron a través del vidrio de la puerta principal cómo Benjamín caía desmadejado.  

Entrevistando a don Héctor Terán Terán, gobernador de Baja California.

La entonces Procuraduría de Justicia, encabezada por Rolando Tavarez, arrestó a varios presuntos quienes estuvieron durante varios años en la cárcel. Con el imperativo de detener a los responsables a como diera lugar, presentaron una serie de detenidos que luego se convirtieron en “chivos expiatorios”.

Algunos de los protagonistas de esta historia que luego de 25 años se mantiene en completa impunidad son:

Luis Enrique Rincón Muro (a) “El Chichí”, señalado inicialmente como el autor material, recuperó su libertad 7 años después del crimen por falta de pruebas. Varios testigos lo vieron en un lugar distinto al momento del crimen, mientras reparaba el aire acondicionado de un vehículo.

Además de esta coartada, días antes del crimen Rincón Muro se había cortado el cabello a rape tipo militar para tomarse la foto que presentó en la solicitud para ingresar a la Policía Municipal. Recuperó su libertad el 16 de julio de 2004.

Jorge Pacheco Reyes (a) “El Pecas”, señalado como el encargado de conseguir a los gatilleros que emboscarían al periodista, fue detenido al volante del pick-up propiedad de Gabriel González Gutiérrez, uno de los presuntos autores intelectuales del crimen, también libre al igual que su hermano Jaime González Gutiérrez, el sospechoso estelar de la Procuraduría.

A Pacheco Reyes lo sentenciaron a 25 años de cárcel y estaría por recuperar su libertad del Cereso de Hermosillo.

Gabriel González fue detenido en 2000 en Estados Unidos por cargos de narcotráfico, en abril de 2006 fue extraditado a México y procesado por el caso de Benjamín Flores, aunque en 2010 fue absuelto por falta de pruebas.

A Jaime González lo involucró la Procuraduría por una supuesta llamada que le hizo a su hermano Gabriel desde el Cereso de San Luis, en la que le pedía que consiguiera a unos “plebes” para aventarse el “jale” de matar al periodista.

Supuestamente Jaime estaba molesto porque había sido exhibido por Benjamín Flores en La Prensa cuando lo detuvieron con una carga de mariguana y se había identificado con un nombre falso.

Su apoyo a la causa panista fue fundamental.

A Jaime González nunca se le pudo comprobar su participación en la autoría intelectual del asesinato.

Vidal Zamora Lara estuvo varios años encerrado, acusado de haber participado en la emboscada. En los careos, al menos dos de los testigos presenciales lo señalaron de haber sido quien disparó al periodista, sin embargo recuperó su libertad.

Miguel Ángel Zamora Lara, hermano de Vidal, fue el que menos tiempo pasó en la cárcel, salió en abril de 2001. Inicialmente se le mencionó como la persona que se dedicó a hacer “plantón” afuera del periódico para ver a qué hora salía y llegaba el director del desaparecido diario.

Señalados desde el principio de haber participado en el complot para asesinar a Benjamín Flores figuraban José Francisco Benavides Ávila, Carlos Pacheco García y Arsenio Pérez Lozada, de quienes nunca más se supo nada.

De Benavides Ávila se menciona que viajaba como copiloto en el Impala gris y que “traía un rifle que no soltó nunca”, y en otra parte del expediente 239/97, Vidal Zamora señalaba a Carlos Pacheco como la persona que se bajó con el “cuerno de chivo” para bañar de plomo al malogrado periodista.

Crimen sin castigo

Por el asesinato de Benjamín Flores, la Procuraduría de Justicia Estatal a cargo entonces del procurador Rolando Tavares Ibarra se centró como única línea de investigación en una venganza del grupo de los González, en represalia por las notas que escribían en su periódico donde los señalaban de narcos.

El reclamo que pervive.

En ningún momento se consideró el entorno político, la persecución que sufría el periódico por sus constantes señalamientos contra el gobierno de Manlio Fabio Beltrones, ni las amenazas que había recibido por otros cabecillas del crimen organizado.

Para la opinión pública, una de las posibles líneas que debieron haberse considerado es la de Eduardo Barraza Gastelum “El Pony”, durante los noventa jefe de la plaza en San Luis bajo la órdenes de Arturo Beltrán Leyva y de Jesús Héctor “El Güero” Palma, cuyas andanzas y amoríos eran reseñados con todo detalle en las páginas de La Prensa, lo que volvió al rotativo en lectura apetecible en una época donde no había redes sociales.

Un par de meses antes, en mayo del 1997, “El Pony” había sido señalado de recuperar de las oficinas locales de la PGR, junto con José Luis Angulo Soto “Mi Niño”, un cargamento de media tonelada de cocaína que había sido asegurado luego que se estrelló una avioneta en el valle de San Luis.

Reportero siempre.

Un domingo de 2002, dos tipos que se identificaron como agentes de la Siedo, la otrora Subprocuraduría de Investigación en Delincuencia Organizada, se apersonaron en las oficinas de la Tlaxcala y 6 y se entrevistaron con este reportero, a la sazón director editorial del medio.

Por alguna razón, andaban investigando el crimen del periodista. En su poder traían copias de una denuncia, presentada a título personal por Benjamín Flores en las oficinas locales de la PGR, en donde reseñaba las operaciones de El Güero Palma en esta frontera.

Los investigadores, quienes se despidieron amablemente, dejaron la sensación de que el atrevido periodista llegó incluso a molestar a los jefes del Cártel de Sinaloa con sus publicaciones. @

× Platique con nosotros