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El lado oscuro del narcotráfico, la historia del hijo de Pablo Escobar

Luego de vivir en carne propia la estela de muerte, terror y destrucción que su padre dejó en la Colombia de los ochenta y noventa, Sebastián Marroquín decidió emprender el camino de la reconciliación y llevar un mensaje de paz por el mundo. Ante miles de jóvenes esta semana ofreció una conferencia en la capital de Baja California donde les advirtió que la vida de los narcos no es tan romántica como la pintan en las series.

Humberto Melgoza Vega

MEXICALI, 3 de noviembre de 2022.- En diez minutos, Juan Pablo Escobar Henao decidió cambiar el rumbo de su vida, del 2 de diciembre de 1993 cuando asesinaron a su padre el capo colombiano, Pablo Emilio Escobar Gaviria y juró vengarse de todos; al momento de lucidez que lo ha llevado desde entonces a promover la paz por el mundo, narrando el lado oscuro del narcotráfico, del que no se ve en las series de Netflix.

“En ese momento no pensaba en las consecuencias, ahí conocí el poder de la declaración. A nosotros como personas no nos define un apellido, ¿cómo te llamamos?, lo que nos define son nuestros actos, nuestras acciones…”, mencionó el conferencista, quien se vio forzado a cambiar su identidad.    

Por seguridad, para no cargar con el enorme peso del apellido, Juan Pablo se convirtió en Juan Sebastián Marroquín Santos, arquitecto, diseñador industrial y dejó atrás la vida de narco-junior involuntario, hijo del capo más famoso de todos los tiempos que de humilde campesino se convirtió en el hombre más buscado, señalado de ensangrentar a todo un país.

Lo que nos define son nuestros actos… Fotos: Humberto Melgoza

Invitado por el gobierno de Baja California, Sebastián Marroquín ofreció sendas conferencias por el estado y remató en el Ceart de Mexicali ante miles de estudiantes de prepa, a quienes advirtió sobre la falsa imagen que se promueve de la vida mafiosa, dinero fácil, lujos y mujeres, cuando al final todo termina en auto-destrucción, refundido de por vida en la cárcel como El Chapo o muerto como su padre sobre un tejado en los suburbios de Medellín.

Sebastián se pregunta qué hubiera sido de su vida si decide continuar con el legado de muerte engendrado por su padre, como sí lo han hecho otros hijos de grandes capos, en el caso mexicano los Guzmán y los Zambada –Joaquín Archivaldo y el Mayo socios en su momento de Escobar–; no hubiera llegado muy lejos en su afán de venganza, para entonces ya con el estado y muchos enemigos al acecho.  

En su narrativa, Juan Sebastián hizo un recuento de los pecados de su padre, de origen campesino recuerda que “era un hombre muy ambicioso”; y de su frase “si para los 30 no tengo un millón de dólares, me pego un tiro…”, aunque se reían de él, la que marcaría el resto de su vida.

“Pero le duró muy poco el gusto”, recordó Sebastián, porque pronto el bandido se convirtió en poderoso narcotraficante, de los más ricos de la Lista de Forbes y los más buscados por la DEA y el FBI, que de las armas pasó a los coches-bomba sembrando el terror por toda Colombia para evitar la extradición a Estados Unidos.

La foto favorita de Pablo: el más buscado del mundo frente a la Casa Blanca.

“En la única parte que he visto a mi padre feliz fue en las series”, comentó.

En su charla, recordó cuando su padre se entregó a las autoridades y estuvo “preso” durante 13 meses en La Catedral, la cárcel que él mismo mandó construir, donde vivía con todo lujo y comodidades.

“Mi padre era muy tramposo, utilizó esa cárcel para fortalecer el cártel y se escapó cuando quiso. Pero también era un hombre muy inteligente. Lo llamaban el ´Da Vinci del Crimen´, pero no utilizó su inteligencia para bien…”.

Recordó que los medios llamaban a Pablo Escobar el “Robin Hood de Colombia” porque ayudaba a mucha gente, repartía dinero y construyó 5 mil viviendas que regaló a familias pobres en el barrio que lleva su nombre, “`tu papá es un hombre muy bueno’, me decían, pero no sabían cuánta gente murió, cuántas toneladas de cocaína vendió, cuánta sangre corrió bajo sus pies.        

“Lo quiero porque era mi papá pero no puedo dejar de reconocer todo el daño que causó a la sociedad”, manifestó.

Fueron tres las fechas que marcaron el destino de Pablo Escobar:

El 30 de abril de 1984 cuando mandó asesinar al Ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, quien señaló a Pablo de narco-político y promovía la extradición.

La edad de la inocencia.

El 13 de enero de 1988 inició la era del narco-terrorismo en Colombia cuando los jefes del Cártel de Cali pusieron 700 kilos de dinamita en el edificio Mónaco donde vivía la familia de Escobar y de ahí se desató el infierno, en 30 días mataron más de 500 policías tan solo en Medellín.

Pero el 27 de noviembre de 1989 Pablo Escobar fue demasiado lejos: en su plan para asesinar al presidente César Gaviria mandó colocar una bomba en un avión de Avianca matando a 107 pasajeros en pleno vuelo, al que no se subió el mandatario de último momento, haciendo caso a su sexto sentido.

Con la familia huyendo, abandonaron la Hacienda Nápoles donde tenían zoológico, lagos artificiales, helipuerto y todas las comodidades para esconderse en los lugares más inhóspitos, “teníamos millones en efectivo y nos teníamos que aguantar el hambre…Lamento mucho que en las series de televisión no haya ni siquiera un capítulo contando esta parte de la historia”.

Sebastián Marroquín decidió tomar la bandera pacifista y contar su historia, para que no vuelva a repetirse.

“A mi hijo ya le estoy contando la historia de su abuelo, por un lado era mi papá y por otro el bandido, para que elija no continuar con el camino que lo llevó a la destrucción” y tras proyectar algunas de sus obras arquitectónicas dijo “estas imágenes son las que quiero que mi hijo herede de mí, que sepa que ser bueno es mejor negocio”.

La familia Escobar Henao, de visita en La Catedral.

La conferencia de Sebastián Marroquín mandó un poderoso mensaje a los jóvenes estudiantes, algunos “alucines” que por imitación siguen peligrosas modas, se meten en las hazañas contadas en los corridos “bélicos” con guapas “buchonas”, “suspiros”, armas y narcos, pero nadie les advierte que esas historias no tienen final feliz.

 El que no conoce su historia…

Al final de su conferencia, en la que pasó un fragmento del documental Los Pecados de mi Padre, donde narra el proceso para hacer las paces y pedir perdón a las víctimas de Pablo, como los hijos del ministro Lara Bonilla, Marroquín atendió a medios de comunicación en donde se refirió a la actualidad mexicana, “me duele lo que está pasando en México, no soy ajeno, estoy casado con una chilanga…”.

“He visitado alrededor de 26 estados con estos mismos eventos de prevención del delito, conozco mucho más México que mi propio país, porque he podido viajar más por este territorio que por el mío, he visto la violencia que se ha desatado de manera voraz por todo el territorio nacional, y también he visto el compromiso de muchas autoridades con la convicción de que se puede hacer un cambio…A mí la educación me salvó, yo sí creo que puede haber un cambio positivo”, aseguró.  

Destacó que la política de algunos países, entre ellos Colombia, “han garantizado más el enfrentamiento entre los ciudadanos y diversos sectores sociales que la paz, hay que revisar esas políticas que han provocado un crecimiento exponencial de la violencia en las últimas décadas.

La del recuerdo con la gobernadora Marina del Pilar.

“Desde la muerte de mi padre al día de hoy, en la época de oro de él habían 80 mil hectáreas de coca sembradas, hoy existen 235 mil, lo que quiere decir que la cuestión del narcotráfico en lugar de ir mejorando ha ido empeorando…  

“Yo creo que las series de televisión están causando estragos en la juventud, les están mostrando algo que no es real, y les están diciendo que la criminalidad los va a conducir al éxito y eso es mentira, los va a llevar al camino de la auto-destrucción…”.

Sebastián niega buscar premios y reconocimientos por su activismo pacifista “mi premio Nobel es cuando un chiquito se me acerca y me dice `yo quería ser narco hasta que escuché tu conferencia’, `quería ser narco hasta que leí tus libros’, ese es mi premio…”.

Para finalizar, “no soy muy amante de las comparaciones, cada ser humano tiene un montón de historias detrás que no las conocemos, yo me ocupo de contar mi historia, mi testimonio y espero que éste sirva; no tienen que atravesar por la misma historia de violencia de terror, de destrucción, de muerte que yo viví, el terrorismo que pasamos nosotros en Colombia y esta familia en particular, siendo mi padre uno de los principales actores de la violencia…”. @        

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