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DON CARLOS MONCADA, PERIODISTA A LOS 90

Amigo y ex colaborador de Manlio Fabio Beltrones, crítico de Guillermo Padrés y de Alfonso Durazo, sobre todo en el aspecto cultural, don Carlos Moncada Ochoa ha vivido y narrado sobre el ascenso y caída de todo tipo de gobernadores y documentado los crímenes de periodistas, antes acechados por el poder político, ahora por la amenaza del narcotráfico.

Humberto Melgoza Vega

SAN LUIS RÍO COLORADO.-  A sus 90 años de edad, Don Carlos Moncada Ochoa (Ciudad Obregón, 23 de junio de 1934) no para de producir, ya tiene 47 libros publicados en diversos géneros que abarcan desde el periodismo, historia y literatura y todavía tiene energía para preparar dos más. Si el tiempo se lo permite, para 2025 llegará a la espectacular cifra de 50, toda una máquina de escribir.

Pocos como él han vivido tan intensamente los cambios de régimen, desde la época del PRI como partido hegemónico, pasando por la docena trágica del panismo en el poder y la etapa actual, con gobiernos supuestamente de izquierda encarnados en la llamada “cuarta transformación”.

Amigo y ex colaborador de Manlio Fabio Beltrones, crítico de Guillermo Padrés y del gobernador actual Alfonso Durazo, en particular porque no es parejo en su apoyo a la cultura, Moncada Ochoa concede la presente entrevista exclusiva para Semanario CONTRASEÑA.

Escritor sin descanso.

Con una memoria y lucidez que ya la quisieran muchos, la charla con Don Carlos no tiene desperdicio y representa una verdadera cátedra, para las nuevas y futuras generaciones.

“Actualmente estoy trabajando en dos libros, uno es autobiográfico, aunque no es una autobiografía en el sentido de que hable mucho de mí en lo personal, ni de mi familia, sino de lo que he escrito, las instituciones educativas en las que he cursado diversas materias, las universidades, distinciones que he recibido en términos de actividad literaria, las entrevistas que he hecho a personajes de la política y algunas semblanzas de seis, siete personajes que he tratado”, menciona.

Terminado en un 90 por ciento, el volumen “lo suspendí provisionalmente porque me entregué de lleno a un libro que me encargó la CTM de Sonora sobre conflictos laborales que han ocurrido en los últimos 30 años y que han conducido a eliminar la corrupción en que habían caído muchos dirigentes. Debe haber todavía algunos, pero había muchos líderes que hacían lo que llaman ahora ‘emplazamiento chantaje’, que preparaban emplazamiento de huelga contra alguna empresa pero no con fundamentos claros que la justificaran sino bajo amenazas y a cambio de dinero, lo que enturbiaba el espíritu del sindicalismo”.

-En esto estoy trabajando porque de algo tengo que vivir y es un trabajo que me van a pagar.

Hace 40 o más años publicó el libro “Cayeron. 67 gobernadores derrocados”. “Este libro se ocupa de los gobernadores que han sido obligados a renunciar o que han sido destituidos por el Congreso de su estado o por el Senado de la República, comienza en 1929, año que se fundó el PRI, aunque con otro nombre, hasta 1979. Son muchos los gobernadores que han sido enjuiciados, inclusive han caído en la cárcel, como uno de Sonora, Guillermo Padrés, que anda en libertad pero que todavía no resuelve por completo sus problemas con la justicia”, señala.

“La verdad ni yo sé de dónde saco energías para seguir escribiendo, estoy pensionado por la Universidad de Sonora hace como 5 años y vivo también de la pensión del Bienestar, mis hijos ya son profesionistas, estoy liberado de ese compromiso y en eso estoy. De vez en cuando bebo una copa con amigos aquí en mi casa, siempre con medida, nunca he fumado y cuando comencé a escribir los libros que me están publicando ahora agrupados con el nombre ‘La saga de la cultura sonorense’ suspendí hasta la televisión”, reflexiona.

“Creo poco en la inspiración, como los poetas que de repente les baja un ángel del cielo, tengo 70 años de periodista, el ejercicio del periodismo me llevó a la historia, sin ser historiador me hice investigador en varios frentes. Hubo un concurso para honrar la memoria de Adolfo de la Huerta, sonorense que fue presidente de México; hice una investigación sobre la vida y obra de Abelardo L. Rodríguez, que después de ser presidente de México fue gobernador de Sonora. Escribí la historia de la Universidad de Sonora en cinco tomos, se terminó de publicar en 2009. El caso es que me encanta la historia, por influencia de mi papá. Yo fui el más pequeño de la familia, nací cuando acababan de declarar la Segunda Guerra Mundial y leía el periódico junto con mi papá, total que me enganchó el gusto por la historia, no porque me hayan forzado; así como el enamorado, que no se enamora por obligación sino por gusto”, comenta.

Reconocimientos.

“Periodistas asesinados” y “Oficio de muerte” son dos de sus grandes libros en los que documenta los crímenes de periodistas, desde el siglo XIX, el siglo XX y lo que va del 21, este último lleva dos ediciones “y desgraciadamente hay mucho material por agregar pero por mi edad no creo que pueda seguir escribiendo sobre el tema”, reconoce.

“Si analizamos los motivos para asesinar periodistas, en los primeros tiempos había un gobernador, un cacique vengativo en enredos políticos, pero de 1960 en adelante se involucra el narcotráfico y los delincuentes son ahora los principales agresores, más que móviles políticos los narcos son los principales ejecutores, porque no les gusta que los desenmascaren.

“Los mecanismos que se han puesto en marcha para presuntamente proteger al periodista han fracasado. Un periodista necesariamente tiene que salir de su casa, el riesgo está presente siempre cuando salen a la calle y ha habido casos, como el de Regina Martínez, corresponsal de Proceso en Veracruz, que la asesinaron dentro de su propio domicilio. La mayoría de los crímenes quedan impunes…”, se lamenta.

En los años noventa, maestro de la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación de la Unison y en la ex Universidad del Noroeste que ahora se llama Universidad del Valle de México, recuerda cuando sus alumnos le preguntaban cuál era la principal cualidad que debía tener un periodista: “Los estudiantes esperaban que les dijera el respeto a la verdad o la ética y yo les contestaba: ‘El primer requisito que deben de llenar es saber escribir’, en términos generales les falta más cultura a los periodistas…”.

Añade: “Actualmente, lo que me parece excelente es que haya ruedas de prensa todos los días –las llamadas ‘mañaneras’—porque no es fácil, aquí el gobernador Padrés quiso hacer lo mismo y nomás duró como mes y medio…el gobernador debe estar compenetradísimo de los entretelones de la política para poder enfrentar una rueda de prensa…”, afirma.

Viaja atrás en el tiempo: “Yo conocí a Beltrones cuando era un niño porque vivíamos por calles paralelas, más o menos a la misma altura, no recuerdo haberlo visto de chico pero a su mamá y a sus tías sí, tres mujeres muy guapas. Cuando hago relación con él como periodista es cuando era subsecretario de Gobernación. Yo llego como director de la revista Impacto (1989 a 1991) y de alguna manera era mi fuente informativa…”.

De regreso a Sonora se integró al Diario del Yaqui, donde hizo sus pininos siendo un jovencito en Ciudad Obregón, pero ahora en las oficinas de la corresponsalía en Hermosillo. “En febrero de 1991 que (Manlio Fabio Beltrones) viene como gobernador me ofreció la dirección del Instituto de Cultura y nunca me negó un apoyo extra para algún proyecto con el que no me alcanzara el presupuesto. Yo no puedo hablar negativamente de él”.

Desliza una anécdota: “Una vez me llamó y me dijo que se había comprometido con Proceso a comprarles publicidad durante un año, en 52 números, y mientras me lo decía pensaba ‘¿qué pitos toco yo en esto?’, y me mandó a México para que me pusiera de acuerdo y me advirtió: ‘No quiero notas ni fotos mías, ni del PRI ni del gobierno, les mandas noticias culturales o históricas’. A Julio Scherer lo conocí de vista pero cuando estaba en Excélsior. Tengo un hijo que es dramaturgo, Luis Mario, por ese tiempo le habían publicado una entrevista muy favorable y les di las gracias por todo lo positivo que escribieron de él y este amigo me dijo de modo muy simpático: ‘¿Nosotros elogiamos a alguien? ¡Yo creo que nos equivocamos!’. Eran muy agresivos”.

“A la directora del Instituto de Cultura actual le insistí para que el gobernador asistiera a los eventos, que no anunciara su visita, sino que fuera como parte del público, que lo vieran ahí y nunca ha ido a ningún evento cultural y ya va a la mitad del sexenio; Beltrones sí me hizo caso: fue a inaugurar un teatro, fue a una función de danza de visitantes cubanos, recibió a pintores de Trento con los que teníamos intercambio, en fin, se aburría o no, no sé, pero la gente lo veía ahí”, expone.

“El actual Beltrones es criticado pero no tengo información, como sí tengo una copia del expediente de Carlos Armando Biebrich. Si yo digo que era corrupto es porque tengo las pruebas en la mano pero no tengo nada en concreto sobre Beltrones… Sin descartar los enredos en los que haya andado o ande, es imposible descartar la posibilidad de que sea objeto de envidias, como yo nunca he estado en ningún partido político no me interesa…”, admite.

“A Alfonso Durazo le he criticado públicamente su trato disparejo con diferentes grupos culturales. Por ejemplo, hasta que llega al poder la gobernadora Claudia Pavlovich, en el Concurso del Libro Sonorense, que ya tiene algunas décadas, los ganadores de cada uno de los seis géneros literarios tenía un premio de 30 mil pesos, aparte de la publicación de la obra, la gobernadora lo elevó al 100 por ciento y estuvieron ganando 60 mil pesos los ganadores.

“El gobernador actual eleva el premio a 250 mil pesos, quizás el premio más alto de los concursos que se hacen en los estados, pero cuánto se les da a los pintores, a los actores, a los bailarines, a los escultores, ¡nada!, me parece monstruoso, porque si se va a gasta 1 millón y medio pues que lo divida entre los otros creadores. Como te dije, no pertenezco a ningún partido político, soy bastante contreras y tengo la desventaja de que si critico algo, tiendo a ironizar o posiblemente ser un poco sardónico, lo cual no hace simpático a ningún periodista…”, se ríe.

Apasionado del periodismo.

“El periodismo siempre me va a tener inconforme. Me inicié en Ciudad Obregón cuando tenía 19 años, el jefe de Redacción, Bartolomé Delgado, había sido mi profesor de Literatura en secundaria. Me invitó a que tomara ese trabajo porque él sabía que podía redactar y tenía buena ortografía, hasta la fecha soy alérgico a las faltas de ortografía…

“La tecnología es maravillosa. Desde que apareció la computadora, los teléfonos celulares, yo no soy muy bueno para los celulares pero tengo un hijo, Erich, el más chico –que parece que desde que nacen ya le saben manejar– que se me atora algo y luego le hablo y me dice ‘aplasta esta tecla y al mismo tiempo la otra’ y me parece como magia que se arregla el problema; la tecnología trato de aproveharla al máximo.  Cuando me inicié en el periodismo compraron un teletipo de la UPI, la United Press International, que me tenía embobado, leyendo las noticias que iban llegando. La tecnología siempre me ha parecido fascinante”, se emociona.

“Hay un libro de un autor norteamericano que habla de la muerte de los periódicos, impresos en papel, eso es público y notorio, periódicos grandes en el mundo hay unos que han cerrado, casi todos tienen pérdidas…pero creo que el máximo daño lo han hecho las redes sociales…

“Sigue habiendo el chayote, como lo llaman en México, pero se disfraza con contratos de publicidad. He visto que periodistas cumplen con la publicación de las notas pero si se presenta un conflicto político que afecte al gobierno o a los partidos políticos si se publica, están atados por un contrato que no quieren perder para el siguiente año y se callan esa noticia negativa”, finaliza. @

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