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La Vida Criminal del Gordo Colín

Alfredo Colín Ortega, asesinado junto con Roberto Barajas Salas la mañana del pasado martes, contaba con un amplio historial delictivo, desde que se desempeñó como miembro de una célula del Cártel Arellano Félix, en Baja California, hasta nuestros días, cuando él mismo se adjudicó algunas de las recientes ejecuciones en San Luis Río Colorado

ejexiuta 01La doble ejecución perpetrada la madrugada del pasado martes, a cargo de un comando armado de entre cinco y seis hombres, es una raya más para el tigre, una marca color sangre en la imagen de San Luis Río Colorado, presumida por las autoridades estatales y municipales como la ciudad fronteriza más segura.

Y aunque el subdirector de la Policía Municipal, Rafael Vázquez, tratando de minimizar el asunto recurrió a la gastada frase de que “son hechos aislados”, lo que resulta inocultable es la presencía del crimen organizado en esta plaza estratégica para el narcotráfico internacional.

Lo que pasa es que uno de los asesinados, Alfredo Colín Ortega alias “el Gordo”, no era un tipo común y corriente, sino que tenía un amplio historial delictivo en toda esta región del país, incluido Baja California, como participante en asesinatos, secuestros y tráfico de droga, señalado incluso como miembro clave en una célula del Cártel Arellano Félix.

En los años recientes, que regresó a San Luis Río Colorado, comenzaron a registrarse una serie de asesinatos, balaceras, levantones y apariciones de “encobijados” en donde invariablemente su nombre salía a relucir.

No era necesario que le hicieran “manita de cocho” ni que fuera torturado por los judiciales para que soltara la sopa, él mismo se encargaba de presumir sus hazañas entre sus amigos, algunos ex policías municipales, quienes lo comentaban en pláticas informales como si se tratara de una gracia.

Apenas en julio pasado, el Gordo Colín había sido detenido por la policía luego de que se reportaron detonaciones por arma de fuego, pero salió libre de inmediato porque no había elementos en su contra para dejarlo preso. En su coraje, vociferó que por qué lo molestaban si para eso pagaba protección a algunos municipales.

Lo más reciente que se sabía del gordo, además de que se dedicaba al trasiego de metanfetaminas, es que se disponía a erigirse en el nuevo amo del tráfico de totoaba en el Golfo de Santa Clara, con la aquiescencia de la PGR, donde tenía buenas relaciones.

Precisamente, policías que participaron en las primeras pesquisas el martes por la mañana encontraron en su casa unos chinchorros nuevos para la pesca furtiva de esta especie protegida.

Negro historial

37de7d15bc55c329aea2b0a5833fd41cComo siempre sucede, ahora que lo mataron comenzó a aflorar el historial delictivo de Alfredo Colín, sujeto de alta peligrosidad que se paseaba por la ciudad sin ser molestado.

La primera referencia que se tiene de él fue cuando fue detenido en junio de 2007 en Los Cabos, Baja California Sur por elementos del Ejército Mexicano junto con Manuel Salas Gaytán, quien también dijo llamarse Salvador Chávez Gómez.

Así lo boletinó la Sedena, en documento fechado el 8 de junio de 2007 en la Ciudad de México: “Alfredo Colín Ortega fungía como el principal operador de Jorge Briceño López (a) “El Cholo”, lugarteniente de la organización Arellano Félix y se le señala como autor material de diversos asesinatos y de dirigir células criminales dedicadas secuestro, robo y trasiego de droga en las ciudades de Tijuana y Mexicali, B.C.”.

También, una fuente extraoficial lo ubicó como participante en el atentado contra el que fuera secretario de Seguridad Pública en Baja California, Manuel Díaz Lerma, evento ocurrido en junio de 2006 en Mexicali.

En esa ocasión, un comando compuesto por una docena de hombres armados hasta los dientes emboscaron el convoy en el que viajaba Díaz Lerma y lo persiguieron por varias calles a lo largo de la avenida Colón; de la balacera el secretario salió ileso tres de sus escoltas fueron seriamente heridos gracias al poderoso blindaje de la Suburban en la que viajaba que resistió incluso los impactos de lanzagranadas.

Pasó una larga temporada sin que se tuvieran noticias del Gordo Colín hasta hace como un par de años que reapareció por estos lares, había estado preso en el penal de máxima seguridad de Almoloya, hoy llamado el Altiplano, según comentó él mismo a sus allegados.

Apoyado por la mala fama que le precedía, con buenos contactos en la oficina de la Obregón y 12, con policías municipales y estatales y amistades en el bajo mundo, Alfredo decía que venía a hacerse cargo de la plaza, aunque sin un respaldo visible.

Hace como un año y medio aparecieron los dos primeros “encobijados”, los cuerpos tirados al sur de la ciudad, uno de ellos portaba un chaleco táctico blindado, la Policía Estatal Investigadora (PEI) determinó que habían sido asesinados en otro lado y tirados ahí, pues no había rastros de sangre ni casquillos percutidos. Al poco tiempo el caso quedó en el olvido.

ejexuradosLuego, en octubre de 2013, familiares reportaron el levantón de Iván Ernesto González Méndez, ampliamente conocido en los círculos policiacos por el mote del “Carrocillas”. A los pocos días su cuerpo apareció encobijado y mutilado en las inmediaciones del ejido Colima, en el valle de Mexicali.

Para diciembre tocó el turno al joven Harvey Adame Valenzuela, de 32 años, cuyo cuerpo abaleado fue encontrado sobre el asiento del piloto de un Toyota Camry blanco, en la colonia Aviación.

Al igual que Iván Ernesto, Harvey tenía mucho tiempo dedicándose a asuntos relacionados con la venta de droga en esta ciudad.

En febrero de 2014 se reportó una balacera entre el ejido Pachuca y la colonia Alemán. De acuerdo a las primeras indagatorias en el lugar se llevaba a cabo una reunión de narcos en donde se suscitó una discusión que degeneró en balacera y persecución.

En un radio de 5 kilómetros la policía encontró dos pick-ups rafagueados, un Silverado con un rifle de alto poder en su interior, un Ford Lobo, una camioneta Bronco que dejaron abandonada en la Junta de Mejoras y a un lado de un BMW de modelo reciente el cuerpo tendido de un residente sanluisino conocido como “El Norman”, con amplio historial delictivo.

Fuentes policiacas aseguran que en esa balacera, en la que pretendían ponerse de acuerdo para el tráfico de droga por esta zona del país, estuvo presente también el Colín.

Policías municipales que estuvieron comisionados al Golfo de Santa Clara tuvieron conocimiento de que Alfredo Colín tenía amenazado a Samuel Gallardo y a su gente, a quienes extorsionaba de vez en cuando.

En junio de este año, mientras recorría junto con su hija las calles del poblado pesquero, el Samy Gallardo fue tiroteado por sujetos que viajaban en una Jeep Cherokee de color oscuro y a pesar de que fue trasladado de emergencia a esta ciudad por la noche dejó de existir.

El Gordo Colín nunca se atribuyó este crimen, como sí lo hizo con los de Harvey y el “Carrocillas”, lo único que se sabe es que pretendía quedarse con la plaza del Golfo no solo para el desembarque de droga sino además para controlar la pesca ilegal de la codiciada totoaba.

Dos por uno

Poco antes de las 6:00 de la mañana del pasado martes, un grupo de hombres armados arribó hasta el domicilio de Alfredo Colín Ortega, en la avenida Geranios entre 18 y 19, con el único propósito de quitarle la vida.

Los tipos, quienes se cubrían el rostro y portaban chaleco antibalas, brincaron la barda perimetral, que abarcaba toda una cuadra, y para meterse a la casa abrieron la puerta principal de una patada.

En cuestión de dos o tres minutos, ingresaron al inmueble, sacaron al Gordo de la recámara y en la estancia lo asesinaron junto con Roberto Barajas Salas, uno de sus compinches que se encontraba en el domicilio, para enseguida darse a la fuga en una camioneta tipo minivan Venture color verde.

Uno de los hijos de Colín, testigo presencial de los hechos, relató a los investigadores que los sujetos embozados, armados con rifles AK-47 y AR-15, llegaron preguntando por “El Gordo” y en ningún momento se metieron con la familia.

El asalto armado fue registrado por las cámaras de seguridad que había colocadas en lugares estratégicos del inmueble, grabación que ya se encuentra en poder del agente del Ministerio Público encargado de investigar el caso.

Personal de Servicios Periciales de la Procuraduría General de Justicia del Estado aseguraron en la vivienda una escopeta calibre 12, además de 25 cartuchos útiles del mismo calibre, también levantaron varios casquillos percutidos de arma corta cal- ibre 9 mm y larga 7.62×39. @

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