Diálogo – A México le urge una oposición seria
[vc_row parallax=”” parallax_image=”” hide_border_bottom=”” dark_section=”” no_bottom_padding=””][vc_column width=”1/1″][vc_column_text]
David Figueroa
Ricardo Anaya asume la presidencia nacional del PAN en el momento de mayor crisis del sistema partidista en nuestro país y de su mismo partido; con la urgencia de actuar de manera contundente; sin medias tintas, e ir por cambios no cosméticos ni simulados, sino de fondo en la recomposición institucional.
A dos décadas de iniciada la transformación democrática en México, hoy los tres principales partidos políticos que hicieron posible esa transformación: PRI, PAN y PRD, tienen un problema en común, falta de credibilidad y hartazgo de la sociedad hacia los partidos.
Los tres, y ahora el resto de los partidos que emergen en un contexto de mayor apertura y oferta electoral, tendrán que enfrentar de manera distinta este reto para superarse a sí mismos, si lo logran.
Por lo pronto el PAN agotó su proceso interno de elección directa de su militancia y hoy tiene un nuevo Presidente Nacional; el PRI volvió a ser lo que es su esencia y por la vía del acuerdo o la designación posiciona también a su ya prácticamente nuevo dirigente; mientras que el PRD sigue sin rumbo, aún.
Pero hablemos en esta ocasión del albiazul por ser el que ya concluyó este primer paso en la necesidad de enfrentar los retos que arriba mencionamos:
El que hoy vive Acción Nacional es un momento histórico desde su fundación en 1939. Después de ser oposición durante 61 años a nivel Presidencia de la República y de ser gobierno otros 12, está llamado nuevamente a ser opción de esperanza ante el momento complicado que vive México.
“Esta es nuestra circunstancia y nuestra responsabilidad”, afirmó don Luis H. Álvarez, connotado ideólogo del albiazul en una misiva enviada a los panistas de todo el país el año pasado y no se equivoca.
Acción Nacional pasa también internamente por su mayor crisis institucional y política; pero lo más delicado, de credibilidad.
Tanto el triunfo como la pérdida de la Presidencia de la República significó para el PAN perder rumbo, asumir algunas prácticas que antes criticaba y que le han costado la confianza del ciudadano, como todos los partidos sí, pero el PAN era diferente. Hoy la percepción es que todos son iguales.
La aportación del albiazul al país es incuestionable, tanto en oposición como en gobierno.
Rompió un sistema hegemónico y abrió paso a una etapa de información, de mayor transparencia, de comunicación, de competencia real y cerró las puertas del absolutismo en México, entre muchas otras cosas.
Por eso no puede Ricardo Anaya darse el lujo de confirmar el dicho de algunos críticos y analistas que lo señalan como un peón de Gustavo Madero y su grupo. Ahí está también Damián Zepeda, próximo Secretario General del CEN.
Estos jóvenes enfrentan la responsabilidad de elevar anclas y definir su propia ruta, es mucho lo que está en juego: su propia carrera política; la supervivencia del PAN como tal; y el equilibrio firme que México requiere con urgencia.
Hay grandes líderes y personajes quienes se debe reconocer y valorar, como Javier Corral, quien en un acto que él mismo llamó de rebelión, dio una lucha que tenía que darse en el PAN como muchos otros panistas las han dado, por ejemplo el mismo Ernesto Cordero Arroyo y Juan Manuel Oliva.
La tarea es de todos los panistas pero la iniciativa es de la nueva dirigencia para ir a una transformación institucional de fondo, y entre las primeras acciones está:
Recomponer algunas relaciones en lo interno y fijar posturas determinantes en lo externo pero hacer que se noten, que no quepa lugar a dudas de hacia dónde va el PAN y con quiénes.
Un PAN aliado de la sociedad mexicana, esa con la que creció de la mano y que en el último tramo se ha sentido abandonada, defraudada por el partido en el que creyó.
Consolidar y hacer crecer liderazgos con perfiles realmente competitivos, de honestidad probada y con aceptación que pongan al partido en condición de triunfo en el 2018 y de ahí para adelante.
En síntesis:
Al interior, la apuesta de AN debe ser apuntalar su fortaleza en la diversidad y debate de ideas, en libertad y democracia real, sin esas simulaciones que la sociedad misma ha rechazado.
De cara a la sociedad, el PAN debe modificar y erradicar algunos vicios que asumió a su paso por el gobierno; los principales: la corrupción y la imposición de candidaturas.
Si otros partidos han vuelto a ser lo que eran, el PAN debe hacer lo mismo pero más moderno, en contexto de pluralidad partidista, de verdadera competencia electoral, de participación ciudadana y redes sociales.
La comunicación y el diálogo deben ser ejes fundamentales. Como decía uno de los grandes pensadores del PAN Carlos Castillo Peraza: “el diálogo es el instrumento fundamental de la democracia, el entendimiento entre adversarios. Cuando el lenguaje se empobrece o se pervierte se hace imposible la construcción de cosas en común”.
Ese es el PAN que está llamado a servir a México, a ser nuevamente motor de esperanza. Lo peor que le puede pasar a cualquier país es no tener motivos para creer.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]