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La clave de la información

El Eslabón Perdido / La rifa del tigre

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Humberto Melgoza Vega 

Vaya tremenda destanteada que le dieron no solo a Leonardo Guillén y a su relevo en la alcaldía Enrique Reina el artero atentado en contra del jefe de la Policía Municipal, Francisco Vázquez Bustamante.

Justo cuando faltaba un día para que Guillén entregara con saldo favorable su administración vinieran a manchársela de esta manera, de un color rojo sangre que a la postre resulta indeleble.

También a Enrique Reina terminó por cambiarle todo el panorama en materia de seguridad pública, que ya lo tenía bien armado y que tenía contemplado ratificar en el cargo como Jefe de la Policía y Tránsito Municipal a su amigo Pancho Vázquez.

De hecho fue Enrique quien le dio su primera gran oportunidad en el año 2000, al nombrarlo comandante, a pesar de que era  un abogado que apenas empezaba su carrera en el ámbito de la seguridad.

En ese entonces novato, a Vázquez le tocó lidiar con una cueva de lobos como lo es la comandancia, donde al poco tiempo adquirió el temple que le permitieron escalar nuevas posiciones en los gobiernos de Baja California.

Ante el inesperado como reprobable ataque contra el jefe policiaco, el alcalde Reina tuvo que modificar sobre la marcha su estrategia, solicitó una prórroga al Cabildo para hacerles llegar la tercia de donde saldrá el nuevo director de la corporación, algo que ya tenía resuelto.

Ante la urgencia de la situación nombró como interino al subdirector Rafael Vázquez pero tampoco puede sostenerlo por mucho tiempo ante el riesgo inminente de que pudiera presentarse un nuevo ataque contra la cabeza de la policía y entonces sí sería el acabose.

En este contexto el problema para Reina es quién le puede aceptar una invitación para tomar la responsabilidad en la Jefatura de Seguridad Pública, una posición de sumo delicada, donde el jefe literalmente se sienta en un barril de pólvora.

El primero que se nos viene al pensamiento es Luis Alberto Campa Lastra, quien se ha especializado en la materia, además de que lo une una cercana amistad con Enrique Reina, pero quién sabe si lo quiera tanto como para ponerlo en peligro de ser sacrificado.

Y no estamos exagerando, porque en esa posición no basta nomás con no ser corrupto ni aceptar tratos con la delincuencia organizada –de la delincuencia común no hay de qué preocuparse—como lo estamos viendo en el caso de Pancho Vázquez, porque la mafia a veces te pone en una disyuntiva de aceptar el dinero o atenerte a las consecuencias. Y por si fuera poco además hay que saber lidiar con la grilla interna. .

Luego de Campa Lastra como el candidato natural aparece sin duda el nombre de Santiago Huízar Rubio, quien ya tiene la experiencia de haber sido comandante y segundo de abordo con Campa Lastra en los tiempos del Chito Díaz como alcalde.

Huízar es un hombre echado pa’delante que le gusta el rollo policiaco, así que con él no batallaría demasiado, aunque habría que ver lo que piensa su familia.

Y otro sanluisino que reúne el perfil para el puesto es el licenciado Miguel Angel Medrano Saavedra, quien ya sido comandante tanto de la Policía Estatal Investigadora, la PEI, como de la Policía Municipal en el gobierno de Rubén Espino, de donde salió por chismes similares a los que enfrentó Huízar en la administración de José Inés Palafox.

Ahorita por lo pronto, lo más importante es que Vázquez Bustamante se recupere de la cobarde agresión de la que fue víctima no tanto para que en el futuro se reintegre a la corporación, desgraciadamente eso ya no podrá ser posible, sino al menos para que regrese con su familia y logre rehabilitarse, porque corre el riesgo de quedar discapacitado.

Pancho Vázquez, un tipo sobrio y de bajo perfil, tuvo la mala suerte de tomarse con gente sin escrúpulos que estuvo a punto de privarlo de la vida, es cuando nos preguntamos si vale la pena aceptar un encargo de esa naturaleza sabiendo de que puede ser la decisión más desafortunada.

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