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Diálogo / El camino de la democracia en México

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David Figueroa

Urge estabilidad en nuestro país en cada estado y municipio; transiciones de poder con menos sobresaltos, menos acusaciones entre los que se van y los que llegan; México requiere una ruta de desarrollo sostenido fundada en la legalidad después de comicios libres.

¿Hasta cuándo nos vamos a esperar que las administraciones nuevas corrijan lo que está mal y den continuidad a lo que está bien sin andarse reinventando o justificando una y otra vez?…

…Y es que en esta democracia inconclusa, hay más preocupación por la forma de cómo arribar al poder, que en la forma cómo se ejerce.

Si analizamos casos como Nuevo León o el mismo estado de Sonora, vemos que el común denominador es un ambiente de desorden, impunidad y señalamientos entre gobernantes salientes y entrantes.

Hay una búsqueda implacable de responsables del estado en que queda la administración estatal y en el caso de los municipios es lo mismo; ahí están casos como Nogales, Agua Prieta, Guaymas, Hermosillo, etcétera.

Cada tres o seis años es lo mismo, pareciera que la tarea ineludible o prioritaria es buscar culpables y no gobiernos eficientes, pero no los tendremos mientras siga la sobre concentración de poder en la clase política.

Los gobiernos muestran cada vez más incapacidad técnica, financiera, humana y administrativa para resolver los problemas principales de nuestro país.

Mientras tanto, la sociedad está dejando de ser un número demográfico pasivo y expuesto a la voluntad de los gobernantes; por el contrario, hay más expresión, más muestras de inconformidad, más opinión.

La sociedad ha mostrado mayor capacidad de comprensión de la realidad y ha rebasado al sistema de partidos en México.

El analista político Jhon Ackerman, tiene razón cuando dice que México paga hoy las consecuencias de una transición democrática que nunca dio poder a la sociedad ni rindió cuentas con el pasado.

No asumir y enfrentar el reto de empoderar al ciudadano puede romper con el mito de que el año 2000 México vivió una exitosa transición democrática, pues no se ha logrado transferir a crecimiento sostenido, desarrollo, mejores oportunidades y mejor nivel de vida para los mexicanos.

En resumidas cuentas, nuestro ejercicio democrático se reduce al proceso de elección de nuestros gobernantes y nada más.

La democracia no está trazándose en la ruta una vez alcanzado el poder y estamos cayendo en un laberinto de los mismos problemas sin corregirlos: corrupción, abuso de poder, falta de transparencia, aplicación parcial de la ley, etcétera.

La solución más común es la construcción de más gobierno para cuidar al mismo gobierno: Contralorías, Institutos Superiores de Auditoría, Órganos de control, ahora el Sistemas de Anticorrupción

Todas estas estructuras con independencia de la intención con que han sido creadas, no resuelven los problemas del ciudadano como educación, empleo, salud y seguridad.

Lo ideal sería dejar de escuchar en cada cambio de gobierno  frases como la del ‘Bronco’ en NL que señala  “la Robadera sin llenadera”; la de la Gobernadora de Sonora que sentencia “Si  creen que van a disfrutar lo que se llevaron, están muy equivocados”; o bien del alcalde Manuel Ignacio “Se acabó la fiesta”.

Sólo consolidaremos nuestra democracia cuando transitemos a una verdadera participación ciudadana en el ejercicio de gobierno y dejemos de abonar a lógicas electoreras para transitar a una verdadera lógica de buenos resultados.

La intervención de la sociedad de manera observante, vigilante pero también actuante, es la única garantía para combatir la deficiencia institucional en nuestro sistema político y lograr gobiernos más eficientes.

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