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REALIDADES / El regreso de Raúl

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Por Gerardo Torres E.

“Señor presidente!, señor presidente! Me robaron, señor presidente…me robaron la Presidencia Municipal… Aquí traigo las pruebas…”, le gritaba Fausto Ohoa Medina al entonces Presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, al mismo tiempo que le extendía la mano y pretendía darle un sobre amarillo de los conocidos como manila, tamaño oficio, y con algunos papeles adentro.

Ernesto Ruffo Appel, entonces Gobernador de Baja California de extracción panista, le abrió espacio al también militante del PAN Fausto Ochoa en el área de las escaleras del edificio, a fin de que se pudiera acercar a Salinas de Gortari, y planteara su queja.

“Déjenlo pasar, viene conmigo”, le dijo Ruffo a uno de sus asistentes.

Fue así como Fausto Ochoa tuvo un acercamiento directo con Carlos Salinas.

El entonces primer mandatario del país recibió el sobre de manos de Fausto.

Así como lo recibió, se lo entregó a uno de los guardias del Estado Mayor Presidencial que estaba detrás de él.

Con un semblante serio y un tanto molesto porque Fausto Ochoa interrumpió su caminar con sus gritos, y sin comprometerse mucho, el presidente le dijo a Ochoa Medina que le prestaría atención a su planteamiento. No más, siguió caminando.

Ahí mismo, Fausto Ochoa Medina se regresó de las escalinatas. Ya no le permitieron avanzar con la comitiva del presidente y el gobernador.

Salió del edificio y se regresó a San Luis Río Colorado con una sonrisa de satisfacción, esperando que su eterno rival en la política, el priísta Raúl González Valenzuela, fuera “sentado”.

A partir de ese día, el futuro político de Raúl Gonzalez “Lobitos”, tomó otro rumbo en la historia política de San Luis.

La plática entre Carlos Salinas de Gortari y Fausto Ochoa Medina, teniendo como testigo y cómplice a Ernesto Ruffo Appel, se desarrolló en Mexicali, Baja California, en el verano de 1991.

Salinas de Gortari visitó ese también llamado Estado 29, a fin de inaugurar, entre otras cosas, el nuevo edificio de la Cámara Nacional de Comercio, ubicado en Centro Cívico.

Fausto Ochoa venía de contender por la Presidencial Municipal de San Luis en el mismo verano de 1991, ante el priísta Raúl González.

La elección estuvo muy cerrada. Oficialmente había un empate técnico entre los dos candidatos y ambos se acusaban de fraude.

Después del proceso electoral, Raúl González se “apoderó” de Palacio Municipal.

En la planta alta del entonces edificio, “Lobitos” citó a una rueda de prensa y ahí anunció que se quedaría en ese lugar hasta que tomara posesión, mientras que Fausto Ochoa hacía lo suyo en Baja California.

Colaboradores y amigos de Raúl se armaron con tubos de un metro de largo que les facilitaron de la entonces fábrica Virsan, los cuales traían amarrado un cordón de color verde fluorescente, como distintivo de ser las armas de defensa de los priístas.

Después de unas llamadas  por teléfono desde la Ciudad de México a Palacio Municipal, Raúl se tuvo que replegar.

Destrozado emocionalmente y en una noche demasiado oscura, acompañado de su familia, Raúl salió de Palacio, atravesó el Parque Benito Juárez y fue así como abandonó su sueño de ser presidente municipal y se fue a su casa, ubicada a una cuadra del lugar, también por la avenida Juárez.

Más tarde, Fausto Ochoa Medina hizo lo mismo. Se “apoderó” de Palacio Municipal, anunció que se quedaría en ese lugar, al igual que lo anunció Raúl, hasta que tomara posesión.

Días después y tras confiar en las promesas que le hizo Diego Fernández de Cevallos, considerado en aquel entonces como el negociador autorizado de los panistas ante el régimen de Carlos Salinas, Fausto también se tuvo que replegar.

Con el tiempo, Fausto se lamentó de que “El Jefe Diego” lo había traicionado.

Fue así como ni Raúl ni Fausto llegaron a la Presidencia Municipal de San Luis Río Colorado.

Hoy, de Fausto Ochoa solo queda su recuerdo, y muy apenas. Con su muerte se llevó su legado.

Fausto es más valorado y querido entre sus contemporáneos de aquel tiempo, que ni por los neo-panistas de la actualidad.

Sus hijos han intentado revivir la leyenda del padre, pero no han podido.

Ni el arrojo, ni el carisma y ni la personalidad de su padre, mucho menos la penetración en el PAN. Han quedado en el intento.

En cambio, Raúl González continuó en el ambiente de la política.

Tomado de la mano del entonces líder nacional del PRI, Luis Donaldo Colosio, “Lobitos” alcanzó posiciones a nivel estatal y nacional, aunque todas fuera de San Luis.

Hoy, Raúl está a punto de asumir un cargo en esta ciudad dentro de la estructura educativa.

Si no es como director de un plantel, Raúl podría ser considerado como delegado regional de la Sedesol, luego de que su amigo personal Antonio Astiazarán acaba de ser designado coordinador nacional de delegaciones de esa dependencia.

Raúl pertenece al equipo de “Toño” Astiazarán y “Toño” a su vez al equipo del Secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong.

En cambio, a los hijos de Fausto Ochoa, ni en el partido de su padre les han dado la oportunidad de figurar.

Bien dicen que la vida está llena de sorpresas y esto no se acaba hasta que se acaba.

Entre líneas

Las diferencias entre el actual alcalde Enrique Reina y quien no ha querido dejar de sentirse alcalde, Leonardo Guillén, llegaron ya a su punto crítico. El próximo viernes les cuento los detalles.

Gracias.

gerardotorres71@outlook.com

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