“La bruja”: El temor a Dios y nuestra esencia pecadora
CIUDAD DE MÉXICO (27/Mayo).- Para muchos críticos, La bruja (The Witch, EU-2016) es parte de un nuevo enfoque como si se hubiera regresado a las raíces de nuestros terrores nocturnos: un mundo donde la brujería, lo oculto, el folclor y la religión son los principales ingredientes.
La riqueza de los elementos de la cinta, así como su ejecución, la convierten en una obra interesante para los amantes más exquisitos del género de terror, pero no así para un público de gustos más convencionales.
La película está ubicada en 1630, Nueva Inglaterra, y se centra en una familia de puritanos que abandona su comunidad para establecer una granja a las orillas de un bosque.
La familia está integrada por William (Ralph Ineson), el patriarca; su esposa Katherine (Kate Dickie); su hija mayor, Thomasin (Anya Taylor-Joy); su hijo Caleb (Harvey Scrimshaw), los gemelos Mercy (Ellie Grainger) y Jonas (Lucas Dawson), y un bebé llamado Samuel.
n este contexto, la familia comenzará a vivir una serie de situaciones sobrenaturales que atentarán contra su razón y su fe en Dios.
Todo comienza cuando Thomasin se encuentra jugando Peek-A-Boo con Samuel; el juego consiste en que el adulto se tapa la cara con las manos para luego retirarlas rápidamente al tiempo de que dice “bu”.
Al retirar las manos de su rostro, Thomasin descubre que su hermano ha desaparecido, tal cual, en un abrir y cerrar de ojos. En un principio, todos creen que es un lobo quien se ha llevado al niño. Pero poco a poco más sucesos extraños comienzan a ocurrir que involucran el pecado, una cabra negra y más monstruosidades.
William comienza a pensar que están siendo castigados porque viven en pecado o, quizá, de verdad existe alguna maldad en el bosque capaz de destruir a esta buena familia.
La cinta, dirigida por Robert Eggers, explora los aspectos más oscuros del ser humano a través de la simbología de lo sobrenatural, contrapuestos a un puritanismo que parece ser sólo una fachada.
Este terror conceptual que maneja la cinta nos exige como espectadores la lectura entre líneas de lo que está ocurriendo, lo que hace más difícil penetrar en la convención; el efecto de espanto no es tan inmediato como suele serlo la mayoría de las cintas del género, por lo que muchos quedarán decepcionados. Sin embargo, los amantes de esta temática deberán ir a ver este filme.
Fuente: Proceso