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El Eslabón Perdido – Mal humor social

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Humberto Melgoza Vega

Hace un par de meses, durante la inauguración del Tianguis Turístico en Guadalajara, el presidente Peña Nieto manifestó que el país avanzaba a pesar del “mal humor social”, reflejado por los mexicanos sobre todo a través de las redes sociales.

Extrañado, dijo Peña que no entendía el porqué de dicha inconformidad si el país prácticamente marchaba sobre ruedas, con una economía pujante, la inseguridad reducida a su mínima expresión, así como la corrupción y la impunidad (sarcasmo cortesía del autor).

Al inicio de esta semana, al instalar el Sistema Nacional Anticorrupción, de una manera inesperada Peña Nieto pidió perdón a la nación por el escándalo que suscitó la compra de la famosa casa blanca, una donación por parte de la empresa HIGA, la que más contratos ha ganado con el gobierno desde que las mandaba tocar en el Estado de México.

La explicación que dio la primera dama Angélica Rivera, de que le había sido entregada por Televisa como una de las prestaciones por la cancelación del contrato de exclusividad lejos de apagar el fuego reavivó la inconformidad de la sociedad, que con justa razón creyó que pretendían jugarles el dedo en la boca.

El descubrimiento de la casa blanca por parte del equipo investigativo de Carmen Aristegui les valió no solo algunos premios internacionales de periodismo, sino que además le costó a la conductora su salida de MVS, donde conducía el programa de radio más escuchado del país, revelación por la que sigue teniendo represalias por parte de su ex empresa.

“Si queremos recuperar la confianza ciudadana todos tenemos que ser autocríticos, tenemos que vernos en el espejo, empezando por el propio presidente de la República”, manifestó el lunes pasado Peña Nieto, buscando la manera de reconciliarse con los mexicanos.

Estas expresiones de un presidente en apariencia humilde, sensible ante el reclamo de la sociedad, obedecen en buena medida a un intento de mejorar la imagen que se tiene sobre su gobierno, un presidente con una aprobación de apenas el 30 por ciento, la más baja de la historia moderna de nuestro país para un líder de la nación.

El populismo de Peña Nieto, del que tanto se queja cuando lo practica López  Obrador, se ve reflejado también en el intento de congratularse con la cada vez más grande comunidad gay de nuestro país, al proponer la iniciativa de ley no solo para los matrimonios entre personas del mismo sexo sino además para que éstas parejas puedan adoptar hijos.

La medida, que le ha valido el repudio de la sociedad conservadora de nuestro país, que condenan cualquier expresión que no sea la más cercana a la tradicional familia nuclear, papá, mamá e hijos, habría influido en los resultados adversos obtenidos por su partido en la elección del pasado 5 de junio, aunque no tanto como la corrupción y el hartazgo de la gente con los gobernadores ya no corruptos, sino que son verdaderos bandidos como los Duarte de Veracruz y Chihuahua, que representan la peor expresión del PRI.

El mal humor del que hablaba Peña Nieto es más bien una rabia contenida, una impotencia ante algunos eventos que nos han agraviado a todos como sociedad –menos a los pro-gobiernistas, fascistas o priistas recalcitrantes–, empezando por la atroz masacre de estudiantes normalistas en Ayotzinapa, donde ha quedado documentado que hubo la participación de policías municipales y narcos de Iguala, Guerrero, con la complicidad o al menos inacción de la Policía Federal y elementos del Ejército.

Este mal humor ya le cobró la primera factura al PRI en las elecciones de junio pasado, en donde el primer sacrificado fue el sonorense Manlio Fabio Beltrones, y a solo que un milagro ocurra, desembocará en la entrega de la presidencia de la República ya sea al Peje, al que no le tienen miedo, sino pavor, especialmente quienes sienten que perderían sus privilegios de siempre, o muy posiblemente al Partido Acción Nacional, donde Margarita Zavala se perfila para obtener la candidatura, a pesar o gracias a su marido Felipe Calderón.

Peña Nieto y su grupo cercano están conscientes que el poder se les va de las manos, por eso están tomando medidas desesperadas, como la imposición de Enrique Ochoa Reza luego de ordenar el aumento a las tarifas eléctricas, un rostro desconocido para la gran mayoría de los mexicanos, imagen alejada del político tradicional, con todas las mañas del mundo como su antecesor.

A estas alturas del juego, se ve muy complicado que el PRI pueda retener la presidencia de la República, por eso los panistas andan envalentonados, peleando con todo las posiciones, porque saben que está al alcance de la mano su regreso triunfal a Los Pinos, a la inversa de como sucedió en Sonora, luego de seis años.

Esta posibilidad real mantiene con pendiente a la gobernadora y su equipo en Sonora, quienes solo tendrían tres años para hacer y deshacer, porque después ya nada sería igual, a sólo que Margarita, por su condición de mujer se mostrara solidaria y hasta condescendiente con su congénere.

Así es que más les vale meter pronto al bote a Guillermo Padrés, si es que esto es posible, porque después podría venir la dulce venganza y ahora sí que no se las van a perdonar.

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