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El Zancudo. No mata pero hace roncha. – Agendas distanciadas

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Arturo Soto Munguía

Notable, lo que ocurre en los partidos políticos, donde todos andan a la greña.

Notable también que en todo discurso que fundamente sus acciones, se encuentra ‘la agenda ciudadana’, ‘el interés general’, ‘el sentir de las mayorías’ y demás figuras retóricas que en realidad son letra muerta a la hora de disputarse, así sea a madrazos, la hegemonía en la estructura de esos partidos.

El famoso video donde aparece Guillermo Padrés en campaña prometiendo que no habría más impuestos y su correlato en las movilizaciones ciudadanas contra la tenencia disfrazada; la promesa de no más gasolinazos de Peña Nieto y la cruenta realidad de estos días; la expectativa de democratizar la vida pública con El Peje y la triste comprobación de que la democracia es un árbol que da moras… ¿O cómo era?

Ni el más grande ni el más pequeño se escapan.

Eso lo ilustra el agarre el que traen en Morena-Sonora su dirigente estatal, Alfonso Durazo Montaño y el diputado local José Antonio Rochín, intercambiando acusaciones y cuestionamientos a raíz del proceso de expulsión contra este último, quien sostuvo que el de Bavispe avaló su voto a favor de la contratación de nueva deuda, y ahora pretende expulsarlo de las filas del partido de López Obrador.

Durazo Montaño por su parte negó que tal cosa haya ocurrido y lo retó a demostrarlo; lo acusó además, de traidor y cobarde por no asumir sus responsabilidades.

Morena participó en 205 por primera vez en un proceso electoral y sus votos le alcanzaron para un diputado local plurinominal. Partido en formación, sin mucha militancia aún y que sigue dependiendo del voto duro por el lopezobradorismo. Morena ensayó también un método peculiar para decidir quién encabezaría su lista de plurinominales. En un sorteo, la tómbola favoreció a Rochín López, de quien no se tenían mayores referencias en el espectro político sonorense.

En su primera actuación como diputado en un tema relevante, Rochín votó a favor de la propuesta gubernamental sobre ley de ingresos y presupuesto de egresos, que incluía la contratación de una línea de crédito por 5 mil millones de pesos, para refinanciar su deuda pública y orientar recursos a los municipios, que en esos momentos (diciembre del año pasado) vivían una astringencia financiera que no les permitía siquiera cumplir con el pago de nómina y aguinaldos.

Rochín sostiene que no votó a favor de la propuesta del gobierno priista, sino a favor de la salud financiera de esos municipios, y que su voto siempre estará apegado a las demandas de la ciudadanía.

Durazo Montaño, sin embargo, no opina lo mismo y promovió un proceso de expulsión que mantiene confrontados a ambos personajes y a la gente que cada uno representa y que bien a bien, no se sabe ni cuántos ni quiénes son.

Morena en Sonora es un caso curioso. Su militancia es reducida; una buena parte de la misma proviene de perredistas desencantados con ese proceso en el que el Sol Azteca pasó a convertirse en un palero del gobierno padrecista y otra, de un sector de académicos, empresarios medianos y pequeños; ciudadanos que siguen viendo en Andrés Manuel López Obrador una opción frente a los desastrosos gobiernos del PAN y el PRI que se han alternado en la presidencia de la República desde el año 2000.

Diríase que el peso, la importancia política de Morena en Sonora no corresponde al nivel de confrontación por el que están pasando, y al que probablemente la mayoría de sus militantes y simpatizantes son ajenos.

No dejan, sin embargo, de padecer el mal que afecta a otros partidos políticos con presencia nacional, en cuya agenda está, sobre todas las cosas, la sucesión presidencial 2018.

Morena no tiene mucha presencia en Sonora, pero en escenarios cada vez más competidos en la justa presidencial, como han sido los más recientes, cada voto cuenta. Eso aplica especialmente para este partido al que muchos en Sonora minimizan, pero que tiene en su candidato a Los Pinos (¿alguien duda que será El Peje?), la persona que actualmente encabeza todas las encuestas rumbo a 2018.

Quizá por eso se estén peleando Durazo Montaño y Rochín López, aunque cualquiera pensaría que están haciendo pandos los becerros.

Sucede lo mismo en el PAN-Sonora. Después de las elecciones estatales de junio pasado, donde le dieron una paliza al PRI, las cúpulas blanquiazules andan crecidas.

El resultado de la interna en Sonora de alguna manera refleja eso. La dirigencia nacional del PAN, con Ricardo Anaya y Damián Zepeda a la cabeza llegaron embalados para influir en un proceso que, al lado de contiendas como las libradas en Veracruz, Tamaulipas, Puebla, Quintana Roo, Chihuahua, entre otras donde se alzaron con el triunfo, era un juego de niños.

El triunfo de David Galván afianza en Sonora, sin duda, el proyecto de la actual dirigencia nacional del PAN, que ya se siente de regreso en Los Pinos. Podría pensarse que no importa tanto lo que suceda en Sonora y por ello se prevé que los ganadores de la interna en el blanquiazul no solamente van a condicionar la inclusión de otros grupos, sino que apuntarán sus baterías contra objetivos que, están seguros, no los dejarán avanzar.

Si Neto Munro no se integrará a la nueva dirigencia estatal, bien gracias. Si Adrián Espinoza dice que no renunciará al PAN, también. Ya habrá manera de aplicarles el rigor (otra vez) de la nomenklatura.

Lo que suceda en Sonora en 2018 aparentemente no es definitorio en términos del resultado electoral, considerando que el padrón de votantes no llega ni al 2 por ciento en el contexto nacional. Sin embargo, y volviendo con lo apuntado líneas arriba, en escenarios tan competidos como los que se han presentado en los más recientes procesos, medio punto porcentual puede hacer la diferencia.

Por eso todo mundo debería andar con pies de plomo. Incluyendo a los priistas, cuyos epitafios han sido tan consecutivos como fallidos. Cada vez que le extienden un certificado de defunción al PRI, panistas, perredistas, panalistas y demás se encargan de sustituirla por una nueva acta de nacimiento.

Si esto es bueno o malo, a estas alturas, no se sabe. Lo que resulta claro es que los partidos políticos tienen, desde hace mucho, su propia agenda. Y esa agenda está saturada de temas aparentemente ciudadanos, pero que en realidad son sólo banderitas y matracas para llamar la atención sobre las verdaderas intenciones de una cúpula que, indistintamente de las siglas, le ha agarrado un excelente sabor al hueso que no quieren soltar.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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