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Diálogo – ¡Hablemos de México! 

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David Figueroa

Sin duda somos lo que hablamos mucho más de lo que nos damos cuenta y sin percatarnos tenemos a casi 120 millones de ciudadanos hablando y construyendo México día a día.

Entrar al mes patrio siempre resalta sentimientos y reflexiones que a veces olvidamos, y después del tropiezo tan reciente –el último- del Presidente Enrique Peña Nieto al invitar a Donald Trump aquí a nuestra casa justificando sus agresiones y amenazas racistas como un ‘mal entendido’, nos preguntamos ¿esto está pasando de verdad?

La respuesta es clara: una sola persona no es México aunque lo represente ante el mundo; aunque sea nuestro Presidente. Como tal tiene su investidura pero el país no puede avanzar, detenerse o girar en torno a su persona. ¡Ya no!

Tenemos que hablar de quiénes somos, cuántos somos, qué tenemos y qué hacemos con ello. Hacia dónde vamos y con quién. Así es como se construye un país con bases sólidas fincadas en  su capital humano.

Natalia Herrera una joven entusiasta que dirige una organización cívica y social llamada “OL en el Ombligo de la Luna”, en una de sus  participaciones este año nos recuerda atinadamente lo que pocas veces o nunca hablamos los mexicanos.

Por ejemplo, que nuestro capital humano llega ya a los 110 mil ingenieros y tecnólogos al año; que tenemos 31.4 millones de jóvenes entre 15 y 29 años, además de los casi 40 millones de menores de 18 años…

Es decir, de casi 120 millones de habitantes en total, la mitad son jóvenes y adolescentes; y si sumamos a los niños que vienen detrás son ya la mayoría en nuestro país. Una nueva generación joven, fresca que como comentamos la semana pasada son esperanza presente para México.

De ahí la importancia de lo que ellos están aprendiendo en el hogar, en la escuela, en los centros de trabajo, universidades, en los medios de comunicación, etcétera…

Tenemos la obligación de heredarles un país mejor mostrándoles el valor de nuestra tierra, de nuestra gente, de nuestra cultura, la riqueza natural y la materia prima que ya está prácticamente en sus manos.

Somos el 4to país con la mayor diversidad biológica del mundo; 26 mil diferentes especies de flora; 17 millones de hectáreas naturales protegidas; una invaluable riqueza cultural con 7 millones de mexicanos hablando aún lenguas indígenas.

México es también el mayor exportador de varios productos de la tierra como aguacate, tomate, guayaba, mango, tequila, café, entre otros.

Somos el país número uno con lugares declarados Patrimonio Mundial Natural y 27 sitios que son Patrimonio Cultural de la Humanidad, entre ellos nuestra gastronomía.

Somos el 4to proveedor de servicios de tecnologías de la información y también el 4to exportador de vehículos a nivel mundial…incluso hasta somos considerados el 2do país más feliz del mundo según el “Happy Planet Index”.

Todo ello por una Bendita razón: la calidad humana y la fuerza de los mexicanos de a pie, esos que tal vez no hablan en tribunas internacionales pero que sí representan a México ante el mundo…y lo hacen con pasión y alegría, trabajando por su país y sus familias.

No hay vergüenza que supere el corazón de los mexicanos, ni traición que aplaste nuestro orgullo.

Malos momentos siempre ha habido y seguirá habiendo, tal vez eso no dependa de nosotros…Pero si cada quien pensamos en lo que somos y lo que tenemos a nuestro alrededor, sin ir lejos encontraremos motivos para erguir la cabeza y sonreír.

Si el mundo nos ve como uno de los países más felices, con las mayores riquezas humana, natural y cultural aún en medio de este momento de crisis tapizado de problemas, injusticias y desatinos, por qué no lo vemos nosotros así?

Tenemos la responsabilidad intransferible de ver y amar a México con todo lo que es y no sólo la parte política; a trabajar con pasión cada día cualquiera que sea nuestro oficio, a divertirnos lo más posible y mantener unidas a nuestras familias.

Aprendamos a decir cada mañana: “En las buenas y en las malas México cuenta conmigo”, porque para construir otro México necesitamos hablar más de nosotros mismos, de nuestros hijos, nuestros padres y nuestros abuelos.

Construyamos México de la boca al corazón de esas nuevas generaciones. Los problemas de hoy tendrán solución mañana si formamos niños y jóvenes que amen y atesoren su país más allá de los tropiezos de un presidente.

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