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La clave de la información

Pan y circo

El Eslabón Perdido

 

Humberto Melgoza Vega

Por si había alguna duda, con la reciente edición de la tradicional Feria del Algodón quedó claro que si el tradicional festejo de los sanluisinos lo quieren ver como un negocio están muy equivocados.

Desde hace rato que la feria, o deja pingues ganancias, que no desquitan el carrillón que se llevan los voluntarios que participan en todo el montaje, o de plano presenta números rojos.

Hace un par de años ex alcalde Leonardo Guillén sus regidores le aprobaron que la deuda por una feria que no dejó ganancias fuera absorbida por el gobierno; en esta ocasión el préstamo de 4 millones de pesos otorgado por el gobierno al patronato de la feria tampoco pudo ser recuperado, por lo que el pasivo también deberá ser reestructurado.

La que deberá ser también  modificada es la organización de la tradicional feria porque no es posible que esté arrojando pérdidas para el ayuntamiento, que tiene bajo su responsabilidad la organización, que debería ser transferida a un patronato, pero no ocasional, sino permanentemente como ocurre en las Fiestas del Sol de Mexicali.

El gobierno se distrae en andar organizando ferias, en las que se debe trabajar durante todo el año y no nada más los dos o tres meses previos, como ocurrió en esta ocasión, donde se invitaron a artistas que no fueron del gusto de la mayoría.

En su primer año de gobierno el alcalde Enrique Reina prefirió sufrir el embate en redes sociales por suspender la tradicional feria que embarcarse en una aventura para la que no tenía tiempo ni dinero. A la distancia, la decisión tomada por Reina más que pusilánime parece responsable.

Finalmente, estamos hablando del manejo de recursos públicos el cual debe ser ejercido de la manera más transparente.

A la presidenta del Patronato, Alma Calleros, fue a quien le tocó dar la cara, para explicar que el evento se hizo con el tiempo en contra, con la mayoría de los artistas con las fechas ocupadas.

En realidad la feria estuvo muy bonita, limpia y con algunas novedades que volvieron a darle el carácter de expo,  pero los artistas no jalaron público como se esperaba o estuvieron mal escogidos.

Uno de los días más flojos de la feria fue cuando se presentaron “Los Hijos del Santo”, un grupo de música cristiana que terminaron de tocar como a las 9:00 de la noche, aunque después de eso en la taquilla siguieron cobrando los 150 pesos de entrada.

Para los pocos asistentes ese día no fue negocio, menos para los vendedores dentro de la feria, lo único disfrutable es que había mucho espacio para caminar y nada de fila para subirse a los juegos mecánicos.

A Enrique Reina se le ha criticado mucho por su propensión a la “festivalitis”, a mantener a la gente contenta, distraída de los problemas cotidianos, para que se olviden un rato de la inseguridad y de la difícil situación económica.

Y no deja de ser atractivo que el alcalde Reina se esté aventando a hacer cosas novedosas, que para los críticos de siempre podrían parecer superfluas o accesorias, pero que en realidad son necesarias para la distracción y el esparcimiento de los residentes, no todo es televisión y Facebook, y que le han dado a San Luis un cariz de ciudad “cosmopolita”.

Sin embargo se debe de buscar el equilibrio, bienvenidos los eventos en la calle Tercera, que congregan a familias enteras, pero que no falten las obras e inversiones en infraestructura y servicios, que se reduzca a su mínima expresión a la seguridad pública y que abunden los empleos seguros y bien pagados.

Si no es mucho pedir.

 

 

 

 

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