70% adictos al cristal en SL son ´funcionales´
Contrario al estigma de que los usuarios de metanfetamina tienen un aspecto andrajoso, desaliñado o “de malandrines”, como la gente los etiqueta, la gran mayoría de ellos trabajan o van a la escuela e intentan ocultar su adicción hasta que no pueden hacerlo más, un problema social fuera de control para el que autoridades estatales y municipales buscan una solución urgente.
Bibiana García Garza
SAN LUIS RIO COLORADO.- Diferentes estadísticas a nivel estatal, local e inclusive nacional apuntan a que la adicción al cristal (metanfetamina) ha crecido de manera exponencial en los últimos años en esta y otras fronteras al norte del país, particularmente en el estado de Sonora y San Luis Río Colorado.
Hoy en día en esta región, se trata de la droga de mayor consumo entre la población, grupo que además también la consume en altas cantidades, a veces combinada con otras drogas, pero siempre prevalece.
La problemática se ve reflejada en distintos aspectos sociales como seguridad, educación y salud pública, principalmente, así como también afecta a la vida económica de las comunidades.
La adicción a esta droga no respeta géneros, edades o estatus social, ni siquiera nivel académico, es decir, la enfermedad de la adicción puede sufrirla desde un profesionista o un estudiante universitario, hasta un obrero o un jovencito de primero de secundaria.
Estos riesgos que en conjunto representa la adicción al cristal tiene preocupadas a las autoridades que este año se han propuesto implementar nuevas políticas públicas que ayuden a controlar la situación y erradicar el consumo y abuso de esta peligrosa droga.
Parte de estos esfuerzos para prevenir el incremento de personas adictas al ´ice´ es la campaña que puso en marcha el Gobierno del Estado de Sonora hace un par de semanas denominada “La verdad del cristal”, que tiene como objetivo combatir el consumo, informar y prevenir a la sociedad.
A esta labor se sumó esta semana el Ayuntamiento a través de un reforzamiento a la coordinación entre los integrantes del Consejo Municipal Contra las Adicciones, conformado por autoridades del Gobierno del Estado así como municipales, y directivos de diferentes asociaciones civiles y centros de rehabilitación de la ciudad.
Para ello, el pasado martes se llevó a cabo una reunión encabezada por el Presidente Municipal, Enrique Reina Lizárraga, y a la que asistieron ediles y titulares de distintas dependencias y paramunicipales como DIF, Seguridad Pública, Desarrollo Social y Salud Pública Municipal.
También asistieron directivos del Hospital General y Centro de Salud de la Secretaría de Salud del Estado, la Subdelegación de la Secretaría de Educación y Cultura, Servicio Estatal de Salud Mental y la Asociación Estatal de Centros de Rehabilitación en San Luis Río Colorado, así como psicólogos y otros especialistas en el tema, también de la vecina ciudad de San Luis, Arizona.
Sobre la mesa se expusieron propuestas en torno a la realidad que vive actualmente San Luis Río Colorado en lo relacionado a las adicciones como los problemas económicos de los centros de rehabilitación para su funcionalidad, las afectaciones en el rubro de seguridad pública y la preocupación del sector educativo por los niños y jóvenes.
De la misma manera se abordaron tópicos relacionados a las consecuencias en salud pública, y las diferentes situaciones a las que se enfrenta DIF con familias desintegradas a causa de las drogas.
A su vez se lanzaron propuestas como el reforzamiento de pláticas de prevención en primarias, secundarias y preparatorias y programas sociales relacionados en materia de desarrollo social y seguridad.
Entre las participaciones se dejó ver también que trabajar contra las adicciones no será tarea fácil pues la labor, coincidieron los asistentes, debe empezar desde los valores que se inculcan a los jóvenes en el hogar para prevenir que caigan en los vicios mediante pláticas y campañas.
En el acercamiento, reconocieron de igual manera que los trabajos forzosamente se deben enfocar en aquellas personas que ya tienen un problema de adicción, sobre todo los más jóvenes, tomando en cuenta que la edad de consumo ha disminuido dramáticamente en los últimos años.
Estos últimos son quienes empiezan a generar otros problemas sociales abandono de menores, suicidios y deserción tanto escolar como laboral.
Lo mismo con robos y actividades delictivas en las cuales, según informó el Comandante de la Policía Municipal, Julio César Valenzuela Murrieta, una gran cantidad está relacionado específicamente al consumo de cristal.
De acuerdo a las últimas cifras, hasta un 75 por ciento de las dosis que aseguran los oficiales de la Policía Municipal para turnar a las autoridades correspondientes son de ´meta´, un indicativo más de que se trata de la droga de mayor consumo, seguido de la marihuana y la cocaína.
La droga “discreta”
Uno de los aspectos más peligrosos y engañosos que tiene la metanfetamina son los consumidores “funcionales”, quienes tardan en reconocer que tienen un problema y justifican el uso de la droga inclusive por el tipo de trabajo que tienen, hasta que sin darse cuenta llegan a un punto de quiebre en el que es mucho más difícil dejar la adicción.
Sobre todo en el caso de esta droga cuyo uso, en un principio, puede ser imperceptible para las personas que rodean al consumidor quien a la vez tampoco advierte el peligro ni las consecuencias.
Así lo explicó a CONTRASEÑA el psicólogo Ramsés Ramírez Clark, director del Centro de Atención Primaria en Adicciones del Centro de Salud (CAPA), quien en reunión hizo un llamado a sumar esfuerzos para atacar el consumo de una sustancia tan dañina, peligrosa y adictiva como lo es el cristal.
Principalmente, afirmó, porque está empezando a ser consumida por los jóvenes a más tempranas edades haciéndoles más daño por lo complicado que es alejarse de esa dependencia que se desarrolla en las personas.
Entre los pacientes de CAPA prevalece el uso del cristal pues, precisó, al menos un 90 por ciento -de alrededor de 30 personas que reciben tratamiento (al mes)- se atienden por consumo de metanfetamina, aunque también en menor grado la combinan con otras drogas como marihuana, alcohol, cocaína o heroína.
Dicha situación se observa tanto en jóvenes referidos por instituciones educativas como en pacientes que vienen de otros centros de rehabilitación, enviados del Ministerio Público, por centros de rehabilitación, por la familia, o que llegan por voluntad propia.
“De los consumidores que acuden a CAPA, mayores y menores de edad, alrededor del 80 o 90 por ciento está, por lo menos, por consumo de cristal, aunque son poli-usuarios, generalmente consumen varias sustancias pero el cristal en enorme cantidad, el cristal es lo que nos está pegando con más fuerza”, señaló.
Esta elevada tasa de consumidores se debe, indicó, a los efectos placenteros de la droga y que les ofrece a los consumidores energía por periodos prolongados de tiempo, lo que hace propensos a muchas personas que trabajan y son funcionales en la sociedad.
Esto desmitifica el prejuicio que muchas personas tienen de que el adicto a las drogas es una persona sucia que vaga por las calles de aspecto desaliñado y que entra y sale de los llamados “picaderos”, admitió, debido a que también hay una muy alta cantidad de consumidores considerados funcionales.
Comentó que de las personas que atiende CAPA por cristal, hay entre un 60 y 70 por ciento que son obreros o que tienen un empleo.
“Hay una altísima cantidad de consumidores funcionales que sólo llegan a solicitar un servicio voluntariamente cuando empiezan a tener problemas o los detectaron con algún antidoping donde trabajan o estudian, o porque su cónyuge se dio cuenta; no todo el adicto necesariamente es identificable como un mendigo”, afirmó.
Mientras, anotó, otros se justifican porque tienen dos trabajos o uno muy extenuante como ser conductor de tráiler o taxi o velador, así como cualquier otro empleo en el que se requiera que la persona labore en horarios nocturnos.
En eso coincide también, externó Ramírez Clark, el hecho de que la mayoría de los consumidores son varones en edad económicamente activa entre los 25 a los 35 años de edad, un grupo que consume la droga en muy altas cantidades, pero que a su vez tiene una mayor consciencia de que tienen un problema de adicción.
“Es cuando ya empieza la descomposición, que ven que ya les afectó a la familia, en el trabajo, o en la salud, es cuando empiezan a ver cosas u oír cosas, es decir, cuando ya empieza el daño es cuando empiezan a buscar ayuda, cuando se asustan”, dijo.
“Yo lo controlo, no pasa nada”
En tanto, subrayó, es importante desmitificar la idea de que el consumidor es nomás un “tecolín” tirado en la esquina para alcanzar a advertir a más personas que el uso del cristal es una enfermedad crónica que eventualmente consumirá distintos aspectos de la vida de quien empieza a desarrollar adicción.
En ese proceso la persona lentamente pierde características de su personalidad hasta que sólo queda el ´cascajo´, lo que convierte al uso del cristal también en una enfermedad residual, advirtió, una situación peligrosa porque en un principio no se perciben esas consecuencias.
“Ellos solos se justifican, dicen: ´no pasa nada, yo estoy bien´ o ´yo lo controlo´, ´soy trailero y tengo que manejar 17 horas, no tengo cómo mantenerme despierto´ ´todos mis compañeros se meten esto´, es más, algunos hasta investigan pero a veces nomás para buscar una justificación más que una ayuda”, relató, de acuerdo a su experiencia en el tratamiento de adictos funcionales.
En ese sentido, insistió, es una realidad que no todos los consumidores son fácilmente detectables en apariencia, y pueden ser funcionales o semi-funcionales, aunque eso no va a ser indefinido pues paulatinamente cada vez más y más esferas de su vida se van a ir descomponiendo hasta que colapse.