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Amistades fatales

El Eslabón Perdido

 

Humberto Melgoza Vega

 

Me tocó conocer y tratar al oficial de policía David Cortez, cuyo crimen atroz mantiene en shock a la sociedad sanluisina, que no está acostumbrada a que sucedan este tipo de crímenes cometidos con saña inaudita.

 

Desde que era un mozalbete de unos 22 años años, apenas había salido del Cecap y se le notaban las ganas de comerse el mundo.

 

Tan solo tenía un año de haberse integrado a las filas de la corporación cuando causó baja en medio del escándalo, nada digno para las nuevas generaciones de policías que deben salir mejor preparadas, con un sentido más celoso de su deber. Traía un carro “caliente”, se le hizo fácil y no se la perdonaron.

 

Anduvo unos años en Sonoyta haciendo currículum en donde se relacionó y en el último año de la administración de José Inés Palafox, cuando dejó como suplente a Israel Torres, reingresó a la corporación.

 

Aprendida la lección, regresó a sumarse a la filas de la corporación con un bajo perfil, guardando siempre su distancia de los reporteros.

 

Daniel empezó desde abajo, se enroló con el grupo de tránsito donde se hizo amigo del Jesse Zamora y luego se volvió íntimo de Jorge Ramírez Sierra, el actual brazo operativo del director Julio César Valenzuela Murrieta, hasta que lo hicieron comandante supervisor de la zona Bosque de la Ciudad, a donde entró en sustitución del comandante Felipe Donjuan.

 

Aunque se ha pretendido desviar la atención con la teoría de que la muerte de Daniel Cortez se debió a un supuesto “lío de faldas”, en la corporación existe desasosiego y temor porque perciben el macabro mensaje por parte del crimen organizado.

 

No se sabe qué es lo que pudo haber pasado, si se incumplió un acuerdo, se le cayó un negocio, se perdió alguna mercancía o que sucedió que mereció tener una muerte tan fea que no se le desea a nadie.

 

Este nuevo crimen con extrema violencia contra el jefe de grupo de la policía municipal sacudió a la administración de Enrique Reina, la cual inició marcada por el homicidio de Francisco Vázquez Bustamante, quien fue asesinado luego que trascendió que el actual alcalde pretendía ratificarlo en el cargo como director de Seguridad Pública.

 

En este último caso fue tanto el impacto, se asustaron ante la avalancha de opiniones que generó entre la opinión pública que pretendieron minimizarlo. Nada más la publicación de Semanario Contraseña en Facebook había alcanzado a casi 94 mil personas hasta ayer por la noche y de los 500 comentarios, la gran mayoría eran negativos contra los uniformados, guardianes del orden que de manera cotidiana arriesgan la vida por la seguridad pública de su comunidad y que no son reconocidos, porque por unos que se porten mal la llevan todos.

 

Esto es algo que debería preocupar a las fuerzas policiacas, en este caso a la corporación municipal, que a pesar del esfuerzo y el sacrificio no consiguen ser valorados por su comunidad.

 

Quizás ha llegado el momento, aunque ya un poco tarde, en el último tramo de la administración municipal, de revisar la actuación de la Policía, de vincularlos en serio y que esa proximidad se sienta no solo a través de un frío comunicado de prensa, para que no caigan en la tentación del dinero fácil que ofrece con muy altos réditos la delincuencia.

 

Al día siguiente de que Daniel Cortez amaneció en el interior de su vehículo envuelto en llamas en la zona de las lomas del ejido La Grulla, en una casa de dos pisos en construcción de la Tamaulipas y 39 apareció otro ejecutado que también fue calcinado de manera intencional, al parecer con gasolina.

 

Los agentes investigadores presumen que hay una conexión entre ambos casos por obvias razones, situación que vendría a agravar la “percepción” de inseguridad que percibe un sector de la sociedad.

 

 

 

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