Esta es una misión para Alfonso Durazo
El Eslabón Perdido
Humberto Melgoza Vega
Una de la promesas que Andrés Manuel López Obrador incumplió a las primeras de cambio fue la de “regresar en seis meses a los cuarteles” tanto al Ejército como a la Marina, quienes habilitados como punta de lanza en el combate contra el narcotráfico y la delincuencia organizada terminan haciendo labores de seguridad pública.
A lo mejor, desconocía la magnitud del problema y creyó que con solo la Policía Federal y en su caso los elementos de la Procuraduría General de la República (PGR) podrían hacer frente al monstruo de mil cabezas, mientras que militares y marinos se encuartelaban, a la espera de entrar en acción en caso de desastres naturales y de la amenaza invasora de algún enemigo que pretenda profanar con sus plantas nuestro suelo.
Luego que la semana pasada realizó sendas visitas a las oficinas centrales tanto de la Sedena, donde las manda tocar el general de División Salvador Cienfuegos Zepeda, y en la Marina, con el mandamás, el almirante Vidal Soberón Sanz, López Obrador aceptó que el nombramiento de los próximos secretarios de la Defensa y de la Marina se realicen de acuerdo a los usos y costumbres de la milicia.
También reconoció que en la actualidad, con los narcos en efervescencia en todo el país, el Mayo, el Mencho y los hijos del Chapo disputando a sangre y fuego el lucrativo mercado de las drogas, no hay condiciones para que la milicia regrese a sus cuarteles.
El presidente electo de la República, comandante en jefe de las fuerzas armadas, tendrá la última palabra para designar a los secretarios de Defensa y de Marina, previo análisis meticuloso de la currícula y méritos de las propuestas que le hagan llegar los altos mandos de ambas instituciones.
Además del army y los marines mexicanos, el que llevará todo el protagonismo respecto a la seguridad pública en el país y en el combate al crimen organizado será el sonorense Alfonso Durazo Montaño, quien por voluntad propia compró el único boleto que había para terminar sacándose la rifa del tigre.
Alfonso Durazo, un cruzado contemporáneo, patriota, justiciero, buscador de peligro, amante de las emociones fuertes, será el responsable de lidiar con los grupos de la mafia que operan en el país y que tienen alcances en prácticamente todo el mundo, con el alto riesgo que esto implica, para tratar en primer lugar de bajarle al baño de sangre y más que ir sobre los grandes capos, pegarles en donde más les duele, que es en el aspecto financiero.
La amnistía propuesta por López Obrador, que fue tergiversada por sus enemigos políticos, estaría encaminada sí, en bajar los índices de criminalidad, cómo, buscando que los grandes prófugos se entreguen, que depongan las armas, y sobre todo, liberando de culpa a los campesinos que cultivan por necesidad amapola y mariguana, y legalizando el uso de la cannabis con fines recreativos.
Durazo, quien seguramente vendrá acompañando al presidente electo en la próxima gira que hará por Sonora –se tiene programada su presencia el 19 de septiembre próximo en San Luis Río Colorado–, deberá poner atención en lo que pasa en su estado natal y apoyar en la materia a la gobernadora Claudia Pavlovich, cuyo gobierno se ha visto rebasado por la narcoviolencia que azota sobre todo el sur del estado.
El problema de la inseguridad en todo el país es grave, y aunque hay estados como Guerrero, Tamaulipas, Veracruz, Michoacán, Jalisco, Sinaloa o Baja California que se llevan las primeras planas, sin hacer mucho ruido en Sonora no se hacen malos quesos.
El viernes de la semana pasada, los pasajeros que venían de Culiacán en un autobús de la línea Guasave fueron interceptados por un retén que habían montado un grupo de sicarios sobre la carretera en las inmediaciones de Ciudad Obregón.
El grupo de sicarios, entre los que se encontraban algunas mujeres, treparon al autobús blandiendo sus armas largas, aluzando con sus lámparas a los rostros de los pasajeros, escogiendo a los que habrían de bajar a la fuerza para después despojarlos de sus pertenencias.
“Yo venía dormida, mi hijo que está en la secundaria me dio unos codazos para despertarme”, narró al autor de la columna una señora, residente de San Luis, quien venía de visitar a sus familiares de Culiacán.
`Se subieron los sicarios´, le dijo el niño atemorizado.
Por la fuerza, entre gritos y jaloneos bajaron a personas con aspecto de que venían del sur del país, algunas mujeres con sus hijos que subieron al autobús llorando, dentro de lo malo, aparte de quitarles sus pertenencias, dinero y objetos de valor, les permitieron seguir el camino.
Aunque no hubo tragedias que lamentar, el susto nadie se los quita, como sí las ganas de viajar en autobús por el estado y menos en horas de la madrugada.
En los próximos meses, quizás años, esta será una misión más para súper Alfonso Durazo.