Semanario Contraseña

La clave de la información

Testimonio de una sobreviviente

[vc_row][vc_column width=”1/1″][vc_column_text]

(En primera persona)

Humberto Melgoza Vega

Desde los 15 años comencé con insomnio, no me acoplaba bien con las personas, los amigos me daban carrilla porque no sentía empatía por nadie, me decían que era una sangrona; si alguien se moría yo como si nada, decía `¿por qué lloran?´, era muy  insensible.

Sí conocía a muchas personas, andaba con amigos, pero por dentro me sentía sola; siempre fui muy reservada de mis problemas, a nosotros se nos enseña que debemos de ser fuertes, de aguantar lo que venga y como venga…pero llega el momento en que estallas.

Al principio mis papás pensaron que andaba estresada por la prepa, me llevaron con el psiquiatra, me dieron pastillas para dormir y ya. Luego me acostumbré a estar siempre triste, cansada, a manipular a las demás personas, a querer hacer daño, con la familia, con los amigos, con el novio. La depresión es una mezcla de sentimientos de tristeza, rencor, enojo, la ansiedad es vivir en el pasado, algo que no puedes superar; más que la depresión me afectó la ansiedad, pasaba días sin dormir o días durmiendo, me iba a los extremos. Me podría haber muerto y nadie se habría dado cuenta; al principio, mis papás que son doctores, decían `es que es muy floja´, `es que es muy rebelde…´.

Como en 2017 comencé con la ansiedad, no podía estar sentada, sientes que te ahogas, me daban crisis pequeñas, cometía muchos errores, tomaba malas decisiones; por el mismo rencor a las personas, sentía que todo mundo me quería hacer daño, que todos estaban contra mí… Estaba haciendo cualquier cosa y me llegaban los pensamientos de que me iba a morir…si comía todo lo vomitaba, me aruñaba los brazos, me jalaba los cabellos, me los arrancaba, y para que no se dieran cuenta usaba manga larga o no salía del cuarto.

Luego, entre octubre a noviembre comencé con los pensamientos de que `me voy a morir, ahora me quiero morir, ya me quiero morir, ya estoy cansada, estoy harta de sentirme así´. Mi mamá siempre anda ocupada, tengo dos hermanos, me peleé con mi novio. Esa noche me tomé una caja de Fluoxetinas, me quedé acostada en mi casa, esperando a morirme, hasta que me comenzó a doler el estómago horrible, me dio mucho miedo, le hablé a mi novio y a mi mamá y vinieron por mí.

Al día siguiente me llevaron con el psiquiatra y hasta entonces me diagnosticaron con depresión, por el intento de suicidio; no hablaba, solo dormía, con la luz apagada. Tuve que salirme de la escuela porque iba muy mal, no tenía novio, no tenía amigos, estaba peleada con todas mis amigas y creía que ellas eran las del problema.

Pasaron los meses y el 28 de diciembre me tomé un montón de Alprazolam y hasta el día siguiente se dieron cuenta, esa vez sí me andaba yendo, mi mamá me daba cachetadas para que me mantuviera despierta, me hicieron un lavado gástrico. Mis papás me llevaron al Instituto de Psiquiatría de Mexicali, donde están los locos, y en el camino iba pensando que me quería tirar del carro pero no manches, iba toda down, gracias a Dios no me podía ni mover, si no sí abro la puerta y me lanzo.

Me hice súper violenta, me quitaron el teléfono y la televisión, le quitaron la chapa a la puerta de mi cuarto, pero no me internaron. Yo seguía con las crisis de pánico, golpeaba a las personas, me cortaba el cabello con las tijeras, todo trasquilado, todo destruía, no me quería ni a mí misma.

De marzo a mayo ya no era Mariana, ya no tenía noción del tiempo, no comía absolutamente nada, duraba días, siempre estaba temblando, siempre con miedos infundados, `si vamos en el carro vamos a chocar´, `si me baño y qué tal si me resbalo´, literalmente me estaba volviendo loca.

El 22 de mayo fue el peor día de mi vida: estaba dormida cuando me dio una crisis de pánico, no sabía qué hacer, no estaba sintiendo nada, todos los medicamentos estaban escondidos, bajo llave, encontré una caja de Alprazolam, la dejé y me fui; mi grado de conciencia me decía que no, pero la otra Mariana se quería morir.

Me despedí de mis amigas, me despedí de mi novio, le quité el chip al celular, borré todo, me estaba despidiendo de todos. Esa noche me tomé las pastillas y desperté en la ambulancia, no me podía mover, estaba entubada y sentí mucho coraje `¡¿cómo que no me morí?! Duré tres días internada, estaba muy grave….la ventaja de tocar fondo es que para abajo ya no hay más.

En el hospital todavía estaba viendo si me podía aventar de las escaleras, pero por mi otro lado no me quería morir, miré a mi mamá bien jodida, se estaba volviendo loca, y pensé `si no lo haces por ti, al menos hazlo por ella…´.  Esa noche llegó una señora amputada de una pierna, la señora lloraba y decía que se quería morir, imagínate el trauma…Ahí fue donde me cayó el veinte, cuando oí que dijeron: `Mariana Navarro, de San Luis Río Colorado, traída por intento de suicidio…´, la cagué, qué vergüenza.

El siguiente fin de semana me dormí desde el viernes hasta el lunes, tuve dos semanas de crisis, me estaba consumiendo la depresión y era silenciosa, porque perecía que se había ido pero yo la jalaba, porque parecía que no tenía opción. No aguanté más y llorando le hablé a mi mamá, le dije `intérname´. Eso fue un lunes, el jueves yo ya estaba en Mexicali con mi maleta lista para quedarme 45 días, aunque al principio me dio una crisis, me tuvieron que inyectar para que pudiera descansar.

Ahí conocí a personas adictas, al alcohol, a las drogas, al juego, me identifiqué al escuchar que otras personas habían pasado por lo mismo que yo, personas mutiladas, adictos que vivían en la calle, ´la vida es una mierda´, pensé, pero me di cuenta que sí podía, me acerqué a Dios.  Sufrí mucho, desde el día 1 hasta el día 45, todos lo días leía cartas de mis amigos, veía las fotos, eso me sirvió de mucho el apoyo y el cariño de mi familia, amigos, de Leonardo, quien siempre estuvo al pendiente.

Cuando salí en agosto me recibieron con una fiesta de bienvenida, con globos y todo.

Ahorita te puedo decir no estoy curada, porque es una enfermedad crónica, pero es cuestión de cuidarte, de ver los focos rojos a tiempo, saber qué no debes hacer.  Claro que tuve recaídas, volvía a mi burbuja, sí batallé, no estás curado del todo, no sales viendo la vida color de rosa, ni tus problemas desaparecen como por arte de magia, ahí están. Claro que en estos dos años maduré y me estoy dedicando a arreglar todo lo que había destruido…

Antes de publicar la carta lo pensé, primero porque no quería que anduvieran hablando de mí, aunque no me importa, pero después lo que me animó es la posibilidad de poder ayudar a alguien, eso fue lo que me emocionó, poder poner mi granito de arena para que las personas vean que es una enfermedad, porque mucha gente no sabe que es una enfermedad, que necesita tratarse con un especialista, no es suficiente con `echarle ganas´.

Sí hay veces que me siento mal, que me tiro al suelo a llorar, pero me digo `levántate, ¿qué estás haciendo ahí?´, pero ya no tengo pensamientos suicidas.

Es importante que la gente sepa que no están solos y que si bien es una enfermedad crónica, puedes aprender a vivir con ella; la experiencia que yo viví fue traumática, es un recordatorio de lo que no quiero volver a vivir y un recordatorio para que la gente no pase lo mismo que yo.  No sé qué habría hecho sin mi mamá (Macus), mi hermano Sebas y Leonardo. @

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

Deja un comentario

× Platique con nosotros