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Halloween en tiempos de globalización y pandemia

In Between 

Hugo Méndez Fierros

Una de las fiestas populares norteamericanas que ha tenido gran difusión y apropiación global durante las últimas décadas, es Halloween. Conmemorada cada 31 de octubre, esta celebración ha sido impulsada desde finales de los años setenta por la cultura mediática del cine y la televisión, y ampliada de manera reciente, en los mercados globalizados por las redes sociodigitales. Sin embargo, este 2020 el festejo del “trick or treat” en medio de la pandemia será forzosamente diferente.

Esta fiesta tiene sus orígenes en tradiciones europeas celtas. Sus primeras representaciones fueron llevadas por ciudadanos irlandeses a Estados Unidos, a mediados del siglo XIX. Santino, escribió que existe la creencia de que el 31 de octubre los muertos deambulaban, había la costumbre de darle comida a participantes disfrazados que recorrían las calles durante la noche, conocida entre los cristianos como “Víspera de Todos los Santos” o Hallows Even, término que más tarde se aglutinó como Hallowe’en. Russell Belk, señala que los precedentes históricos explican algunos íconos y rastros de Halloween, pero no explican por qué sigue siendo una festividad popular en Estados Unidos, a pesar de la falta de significados para los participantes contemporáneos.

Malcolm Foley y Hugh O’Donnell explican que la escala de difusión de Halloween es realmente impresionante: Google llegó a reemplazar la primera “o” de su logotipo con una imagen de calabaza iluminada. Esta fiesta de observancia religiosa, hoy día tiene una parte creciente de diversión terrorífica tanto para niños como para adultos, pero, su dimensión comercial ocupa, cada vez más, el primer plano. Incluso durante períodos de recesión económica, se mantiene de manera vigorosa como un gran negocio en las industrias mediáticas y en la producción de dulces, bebidas, disfraces y múltiples objetos. 

La saga de películas Halloween iniciada en 1978, la proliferación de series televisivas en torno al fenómeno del terror, la globalización de los sistemas de comunicación y la expansión del comercio internacional, han contribuido a que en distintos países europeos; en varias naciones asiáticas, con mayor énfasis en Japón; así como en la mayoría de países latinoamericanos, esta fiesta popular crezca año con año.
 
En esta frontera el ritual de Halloween implica que niños y jóvenes disfrazados recorran casa por casa, negocien “truco o trato” y obtengan dulces o incluso algunas monedas. Muchos adultos realizan fiestas de disfraces en las que destaca la representación de personajes cinematográficos. También, del lado estadounidense, el sistema educativo incentiva las actividades manuales que tienen como centro la decoración de calabazas de Halloween, a veces mezcladas con elementos del Día de los muertos, como las flores cempasúchil. Y se programan lecturas del género, como el El jinete sin cabeza. Durante la spirit week, que este año será obligadamente on line, se portan disfraces distintos cada día, cerrando con uno alusivo a esta fiesta.

Interacción social, reuniones en grupo e intercambio de golosinas de mano en mano, son parte central en la realización de este festejo mediático-popular. Por ello, en medio de la pandemia, los Centros para el control y la prevención de enfermedades (CDC) de los Estados Unidos, han publicado una serie de medidas que la población debe tomar en cuenta durante las celebraciones de Halloween, con el objeto de protegerse y reducir riesgos de contraer el coronavirus. Sobresalen las recomendaciones de mantener distancia, portar cubrebocas, llevar desinfectante, lavarse las manos con frecuencia y empaquetar individualmente los dulces que se entregarán a los participantes.
 
Por último, proponen alternativas como visitar un huerto o esconder dulces en casa para que niñas y niños jueguen a encontrar un tesoro. Con ello, se evitará interactuar con otras personas. Indudablemente, la salud y el bienestar son primero. Aunque desde mi perspectiva, el carácter social de las celebraciones hacen difícilmente reemplazables los abrazos y la comunicación cercana, cuerpo a cuerpo.
 
 
 
*[No. 7/2020]. El autor de esta publicación es profesor-investigador en la Facultad de Ciencias Humanas, UABC.
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