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John Lennon, 40 años después

Francesc Peirón / La Vanguardia

NUEVA YORK.- Cuentan que John Lennon tuvo “un largo fin de semana”.

Así se denomina un periodo de 18 meses, entre 1973 y 1975, en el que el ex Beatle estuvo por Los Ángeles, de fiesta en fiesta, siempre metido en drogas, alcohol y amantes.

Frente al edificio Dakota, semanas antes de su muerte.

En un giro radical, vio la luz y recobró la sobriedad. Regresó a Nueva York, al edificio Dakota situado al oeste de la calle 72 de Manhattan. En ese refugio entró en una especie de etapa de hibernación para dedicarse a criar a su hijo Sean y recuperar su agrietado matrimonio con Yoko Ono.

Esta es una de las paradojas del creador del himno Imagine . Se apartó de la mala vida tan asociada a las estrellas del rock procedentes de los salvajes sesentas, y se transformó en un buen marido y padre ejemplar. Precisamente entonces le llegó la muerte.

Este martes 8 de diciembre se cumple el 40.º aniversario de su asesinato. Mark David Chapman, un admirador desencantado –creía que el de Liverpool había vendido su alma a la codicia–, le pegó cuatro tiros a la puerta del Dakota, cuando volvía al hogar junto a su esposa, tras haber estado en el estudio de grabación. Sólo hacía unas horas que, al hacer el camino a la inversa, Lennon le había firmado a Chapman una copia del álbum Double fantasy , recién publicado, el quinto con Ono y considerado una celebración sentimental a ese tiempo de dedicación doméstica.

El Lennon neoyorkino.

Murió el icono, el activista anti guerra, y surgió el mártir de la sociedad de la fama. Chapman sigue cumpliendo cadena perpetua. Esa transformación vital es la que hace plantearse cómo sería hoy Lennon, si se habría aburguesado. Este pasado octubre habría soplado 80 velas.

En sus los cuatro años finales de vida se alejó de la parafernalia del éxito y se concentró en la cotidianidad a baja escala de la paternidad. Era el primer responsable de Sean, mientras que Ono se encargaba de manejar el negocio.

Los estudiosos de su figura reconocen que no fue un buen marido para su primera esposa, Cynthia Powell, fallecida en 2015, de la que abusó verbal y físicamente (él lo reconoció) y de haber pasado de su hijo en común, Julian. “Podía hablar de paz y amor al mundo, pero nunca mostró eso con sus supuestos seres más queridos”, declaró Julian a The Daily Telegraph en 1998.

Chapman, el verdugo.

“De saber que iba a morir, habría elegido esa última época, que podría haber sido su futuro”, explicó a la NBC el escritor David Sheff, que lo entrevistó en profundad el mes anterior a su óbito. En un artículo de The New York Times publicado el 9 de noviembre de 1980, Lennon afirmó: “¿Puede ser la familia la inspiración para el arte en lugar de la bebida, las drogas o lo que sea? Estoy interesado en averiguarlo”.

Sigue vivo a través de sus discos.

Si alguien hizo un pronóstico fue el doctor Stephan Lynn, uno de los médicos que trató en vano de reanimarlo en urgencias del hospital Roosevelt. “De salvarle –subrayó–, el mundo sería diferente, un lugar mejor”.

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