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Haitianos en Mexicali. Pensar la invisibilización como violencia simbólica

  • Silencio social y nulas muestras de solidaridad por el reciente terremoto de 7.2 grados

Entre 2016 y 2018 arribaron más de 17,000 personas de Haití a México. Una amplia cobertura mediática internacional registró la llegada de miles a esta frontera. En la agenda política y pública este tema ocupó un espacio central. La mayoría cruzaron hacia EE.UU. Cientos de ellos aún resisten y se han integrado a la complejidad de la vida fronteriza entre Tijuana y Mexicali. Los procesos de integración cultural son tortuosos y la invisibilización es parte de la violencia simbólica.

Hace tres días la isla caribeña fue sacudida nuevamente por un terremoto de 7.2 grados. La memoria del sismo del 2010 que inició la diáspora de haitianos hacia Sudamérica y que a la postre marcharía en 2016 hacia Baja California, cobró fuerza. Hasta el momento en que hago estas anotaciones, se ha difundido que van 1,300 muertes y más de 6,000 heridos.

A unas semanas del asesinato de su presidente, el país caribeño que vive sumido en condiciones de profunda pobreza, ahora enfrenta un nuevo reto de inconmensurables proporciones. Haití ha padecido históricamente la colonización española, la colonización francesa y la neocolonización estadounidense; además de los incontables riesgos y catástrofes ambientales.

Entre otros factores, lo anterior explica la resiliencia de cientos de haitianos que afanosamente buscan una vida mejor en el desierto mexicalense. No se quieren ir. Les acomoda esta ciudad. Los vemos diariamente integrados al comercio y a la industria, algunos incluso en las universidades.

Una región se piensa a partir de los grupos sociales que la integran. Decenas de haitianos viven en Mexicali. Son un grupo que existe aquí y ahora. Por esto llama la atención el silencio social y las nulas muestras de solidaridad, respecto a lo que viven sus familias en este momento. Ninguna autoridad se ha pronunciado con algún mensaje de fraternidad hacia quienes hoy viven aquí, mucho menos se ha echado andar alguna acción institucional de apoyo. Ni el gobernador, ni la presidenta municipal en funciones. Ni la gobernadora electa, ni la presidenta municipal electa. Nadie. Los haitianos son un grupo cultural invisibilizado.

La invisibilización sociocultural es una muestra de violencia simbólica. Axel Honneth ha escrito que la invisibilización y el silenciamiento social se refieren a la capacidad socialmente creada para “mirar a través” del otro incluso cuando está físicamente presente. Es un acto voluntario, de agentes sociales activos. La invisibilización un hecho público. En las sociedades contemporáneas tan diversas y complejas, aprendemos a no considerar a los otros en múltiples situaciones. Eso también es un ejercicio de poder sociocultural.
Las personas afectadas en particular por la "invisibilidad", en realidad sienten que no se les percibe. Sin embargo, dice Honneth "Percepción" en este caso, significa muchos más que simplemente ser vistos. Se refiere más a identificar y conocer algo o alguien. En una palabra, a ser reconocidos socialmente. A ser valorados identitariamente.
Haitianos en Mexicali, Foto internet

Cada inmigrante haitiano trae a cuestas una historia de resistencia y esperanza. Muchos han padecido la exclusión desde su infancia. La migración es la única posibilidad de vida, en muchos casos. Aproximarse con método a sus historias de vida y divulgarlas es un proyecto académico, que desde los estudios de comunicación y cultura, puede contribuir en algún grado a reducir la invisibilización de este grupo social.

Muchos de ellos han llegado para quedarse. Son parte “real” de la interculturalidad fronteriza. No lo perdamos de vista.

 

*[No. 44/2021]. El autor de esta publicación es profesor-investigador en la Facultad de Ciencias Humanas, UABC.

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