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La trágica muerte de Rosalinda Payán

Miembro de una de las familias más reconocidas de San Luis Río Colorado, la señora Rosalinda Payán Velarde fue víctima de un mortal ataque cuando menos se lo esperaba. Su crimen deja conmocionada y perpleja a una sociedad sanluisina y con una profunda tristeza a su apreciable parentela.

Humberto Melgoza Vega

rosalindsaPasaban las 12:00 del mediodía del pasado miércoles cuando la señora Rosalinda Payán llegó a la cita que tenía agenda con el empresario Daniel Valencia Rosas, en sus oficinas de la avenida Tlaxcala y calle 7. Nunca imaginó que afuera un par de facinerosos la estarían esperando para quitarle la vida.

Luego de que llegó a la cita, en la que hablaron de todo y de nada, como amigos y viejos conocidos que eran, Rosalinda se despidió como es usual en estos casos con un hasta luego, nos vemos.

Afuera el sol caía a plomo, como en los mejores meses del verano.

Sin que nadie sospechara sus negras intenciones, enfrente del pequeño centro comercial, en un taller, un par de sujetos estuvieron haciendo plantón, esperando que la mujer saliera del edificio.

Eran casi las 13:45 horas cuando Rosalinda, antes de salir de las oficinas, hizo una parada técnica para despedirse de Everardo, uno de sus hermanos menores, quien tiene años trabajando para la empresa especializada en materiales para la construcción.

Everardo la acompañó hasta la banqueta y se despidieron como de costumbre, de besito, amor fraternal como el que distingue a los Payán.

Cuando Rosalinda caminó con su bolso en mano, se puso los lentes para el sol y se dirigió hacia su vehículo, una camioneta Jeep Cherokee blanca del año,

Everardo dio media vuelta y subió con largas zancadas las escaleras que conducen al segundo piso.

No pasó ni medio minuto cuando los empleados de la tienda se arremolinaron en la puerta de entrada, luego de que escucharon un par de disparos.

Temerosos, se asomaron a la banqueta y miraron que se trataba de la guapa mujer que recién se había despedido y que tenía su carro estacionado frente al negocio, a un ladito de la Proveedora de Oficinas.

Cuando Rosalinda se subió a la Cherokee, dio de reversa hasta el callejón Jalisco, para salir de frente hacia la calle 7, y en ese momento los tipos que estaban en el taller de enfrente, en fracción de segundos, se acercaron a bordo de una motocicleta y le dispararon a corta distancia.

De los dos disparos realizados a través del cristal de la camioneta, uno le dio en el cuello. Como todo fue tan rápido, los trabajadores de la llantera apenas alcanzaron a reaccionar cuando los sicarios ya emprendían veloz huida, con los casos puestos, doblaron en la Tlaxcala y aceleraron hacia la calzada Monterrey, para después cruzar hacia Baja California a través del cauce seco del Río Colorado.

El hermano salió de inmediato y entró en shock al ver el cuadro, detrás de él venía el flaco Valencia, quien de inmediato atinó a llamarle por celular al doctor Abel Payán, quien inusualmente le contestó al primer timbrazo.

A pesar de que se encontraban en plena cirugía, junto con su hermano, el también médico Gerardo Payán se dejaron venir de inmediato para socorrer a su hermana.

En breves minutos llegaron a la escena del atentado, en vilo cargaron a Rosalinda y con cuidado la subieron a un Mitsubishi, a la vez que Daniel aceleraba a toda velocidad rumbo al hospital.

En el camino, los especialistas intentaron reanimarla, respiración boca a boca y toda clase de primeros auxilios para que no se les fuera. AL llegar al Santa Margarita ya los estaban esperando y sobre una camilla la pasaron directo al quirófano donde lograron estabilizarla.

En poco tiempo, debido a la gravedad de la herida, decidieron que fuera atendida en Yuma, Arizona y en un intento por salvarle la vida, en helicóptero la trasladaron hacia la ciudad de Phoenix.

Los esfuerzos fueron en vano.

Por la noche, sus colegas americanos les informaron que su querida hermana había perdido la batalla contra la muerte…

Reacciones

rosalinda 2Desde los primeros momentos después del atentado, la noticia se corrió como reguero de pólvora a través de las redes sociales, de aparatos de telecomunicación y por la vía oral. Nadie daba crédito al brutal atentado.

A plena luz del día, en una zona de mucho tráfico vehicular, el área fue acordonada por la policía que nada pudo hacer para evitar la artera agresión. En el interior del vehículo su bolsa y demás pertenencias quedaron intactas. El mensaje era claro: iban a lo que iban.

Sicarios profesionales, venidos del otro lado del puente, por encargo de quién sabe quién y por motivos que también se desconocen, cometieron el homicidio con un modus operandi nunca antes visto en esta ciudad.

Lo que se sabe de Rosalinda es que era una mujer sumamente apreciada en nuestra sociedad, quien sobresalía sobre todo por su belleza física y su amabilidad y que había vivido su vida sin mayores sobresaltos desde que hace unos 20 años mataron a su esposo Jesús Murillo en Ciudad Obregón.

Desde entonces se dedicó a su familia, a vivir de algunas rentas, con el apoyo de su familia que es acomodada, y a criar a sus hijas, con quienes vivía en Guadalajara.

El crimen prendió los focos en seguridad pública, en especial por sus características y por tratarse de una señora de familia respetable, ante el temor de que la violencia escale hasta convertirse en un dolor de cabeza.

Dany Valencia se entrevistó con el agente del Ministerio Público, en una diligencia de rutina, para saber un poco de qué habían platicado. De la misma manera les facilitó el video tomado por las cámaras de seguridad en donde no se ve gran cosa, apenas los sujetos cuando van en plena huida montados en la moto todo terreno, con los cascos puestos.

Ahora, familiares y amigos, además de exigir que se castigue a los responsables, aunque sin muchas esperanzas por la triste aplicación de la justicia en México, esperan el traslado del cuerpo a esta ciudad para darle cristiana sepultura.

Los patriarcas Canayo, Calalo y Cabeto Payán, y sus hermanos, la segunda generación, Gerardo, Abel, Everardo, Alma y Blanca, primos, tíos, sobrinos y nietos y sus múltiples amistades esperan a Rosalinda para despedirla no con un adiós, sino un hasta luego. @

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