Migrantes transgénero, doble discriminación
Bibiana García GarzaTras ser orilladas a huir de su país a causa de la discriminación y abusos de pandillas como las ´maras´, la odisea de dos jóvenes inmigrantes centroamericanas en su trayecto hacia cruzar la frontera de Estados Unidos es doblemente difícil por identificarse como mujeres transgénero, lo que les ha cerrado las puertas no solo para recibir asistencia humanitaria, sino también para que se respeten sus derechos a través de instancias que supuestamente están para hacerlos valer, y que al final no sirven de mucho.
Pobreza, hambre, delincuencia, falta de oportunidades, desintegración familiar, abusos y discriminación son, por lo general, los motivos que orillan a miles de centroamericanos a dejar su país en busca de mejores oportunidades.
Como bien se sabe, en el camino hacia su libertad, los inmigrantes emprenden un viaje en el que son víctimas de todo tipo de atropellos, abusos y violación a sus derechos humanos desde que abordan La Bestia, el tren que transporta mercancía de Guatemala hacia la frontera con México, y de ahí hacia la frontera con Estados Unidos.
De acuerdo a registros oficiales y extraoficiales, se cuentan por miles los hombres, mujeres y niños que son constantemente robados, secuestrados o ultrajados por grupos delictivos y traficantes de humanos a bordo de La Bestia, y a veces también por parte de autoridades migratorias en su paso por este país.
De hecho, son alrededor de 500 mil inmigrantes centroamericanos -de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua- los que anualmente abordan La Bestia con la ilusión de cruzar la frontera, aunque no todos lo logran.
Nicole Hernández y Jéssica Letona son dos inmigrantes que sí lo han logrado y compartieron el testimonio de haber completado ese viaje a pesar de todas las vicisitudes que han tenido que sortear, sobre todo a pesar de identificarse como mujeres transgénero, una condición que por cuestiones de cultura, educación o inclusive religión, es rechazada por muchos.
Y es que, además de ser inmigrantes centroamericanas, que de por sí ya es un estigma en el que son blanco de abusos y robos, el identificarse como mujeres ´trans´ les expone no solo a una doble discriminación sino también a más abusos e inclusive a la violencia de género, o a ser víctimas de acoso o crímenes de odio.
Así ha sido su experiencia desde que llegaron a México y una vez más lo vivieron esta semana en la Casa del Migrante “Divina Providencia”, en donde a pesar de que se les brindó asistencia al principio, luego se les echó del lugar por su identidad de género, relataron.
Ante ello, ambas mujeres expusieron su impotencia ante la situación pues consideran que no se hicieron valer sus derechos humanos toda vez que éstos no deben excluir a nadie por sus creencias, género, preferencia sexual, raza, o ningún otro motivo.
“Es muy lamentable y penoso estar en un país que no te pertenece y tener que interponer una queja en Derechos Humanos contra la discriminación y la transfobia que sufrimos al pedir refugio en la casa del migrante, donde se nos cerraron las puertas por tener una identidad de género y eso no es un delito, el delito es la ignorancia de las personas”, lamentó Jéssica Letona.
No obstante, al tratar de interponer la queja en la oficina de Derechos Humanos de esta ciudad, simplemente se les dijo que no podían hacer nada respecto a su caso pues no podían interponer la queja contra un organismo humanitario, como lo es la “Casa de la Divina Providencia”.
Si acaso, dijeron, solamente se podría canalizar la queja al Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).
La respuesta del organismo defensor de derechos humanos no satisfizo a Jessica y Nicole pues su objetivo al interponer la denuncia es que no le pase lo mismo a otros inmigrantes u otras personas transgénero.
Sobre todo, afirmaron, la idea era concientizar a todas las personas acerca de que los derechos humanos deben estar garantizados por el estado sin importar, reiteraron, género, origen, creencias o preferencias sexuales.
Recalcaron también que se trata de hacer que las personas comprendan que los centroamericanos solo están ´de paso´ por México y que de por sí sufren de una infinidad de agravios con el solo viaje que hacen desde su país para llegar a cruzar la frontera.
Ese viaje, agregaron, lo hacen por la necesidad de buscar una vida mejor pues además de la pobreza y la delincuencia tan intensa que se vive en Centroamérica, ellas como mujeres transgénero son utilizadas por las ´maras´ para el trasiego de drogas, o explotadas para el comercio sexual, una situación que consideran peligrosa y de la que precisamente vienen huyendo.
“Solo les pedimos que se pongan la mano en la conciencia, los centroamericanos no venimos a México a quedarnos, solo venimos de paso, y nosotras ya de por sí sufrimos todas esas agravantes para que no se nos respeten nuestros derechos. Todos somos seres humanos y necesitamos apoyo humanitario”, comentó Jessica.
Por otra parte, reiteraron, su intención no es ejercer la prostitución u otro tipo de actividades ilícitas sino tratar de trabajar de manera honrada para ganarse el plato de comida, y también para darle un mejor rostro a la comunidad transgénero, y se hable de que se trata de personas que buscan superarse, acceder a la educación y tener acceso a una profesión y a una mejor calidad de vida.
“En Guatemala hay mucha delincuencia, son más de 14 millones de personas y muchos jóvenes sin educación, sin salud, con familias desintegradas que recurren a las pandillas y a la violencia y nuestros gobernantes no hacen nada”, expresó Nicole.
Aunado a ello, agrega, existe la discriminación hacia las mujeres transgénero así como el acoso y el machismo, aunque esa situación no cambia en el viaje hacia la frontera, en el que también se enfrentan, como todos los demás, al encierro en condiciones infrahumanas.
“Siempre está la discriminación, en el viaje nos meten con los hombres y ahí te acosan violan tus derechos, te encierran y si comiste bueno, y si no también. No te dan ni una cobija, duermes en el suelo, no puedes ir al bajo, no puedes bañarte, es algo muy grave en materia de derechos humanos todo lo que pasa”, manifestó.
Por ello, agregaron, no se vale que luego de vivir ese tipo de tormentos y abusos se enfrenten todavía con más rechazo social e ignorancia en un lugar que dice velar por los migrantes y peor aún, en una instancia que dice luchar por los derechos humanos y en primer lugar, acusaron, no sabían ni siquiera qué es un transgénero.
“Pugnamos para que ya no haya más discriminación y para que se sensibilice la gente en este tema porque es algo muy complejo todo lo que tiene que ver con saber qué es la identidad de género y que no se nos cierren las puertas, sobre todo en una oficina de Derechos Humanos en donde no se nos puede brindar apoyo y se nos pregunta que qué somos, o por qué siendo que se supone que tienen que saberlo porque luchan por nuestros derechos”, asentó Jéssica. @