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La “tele”-dictadura perfecta, otro fiel retrato de la realidad

Bibiana García Garza

tele 1“No supe si reír o llorar” es una frase que cada vez escucho más frecuentemente por parte de quienes fueron al cine a ver la nueva película de Luis Estrada “La dictadura perfecta” y en parte, es algo que también sentí cuando salí de la sala.

De entrada, no se observaba muy larga la fila para comprar los boletos y luego de la espera a que dieran la hora me introduje para acomodarme en mi respectiva -y asignada- butaca, cuando pude percatarme del tipo de público a mi alrededor, uno muy diferente al que está uno acostumbrado a ver cuando va al cine.

Era por lo general un público adulto que sin duda sabía qué era lo que iba a ver, gente de amplia cultura y amplio criterio, a pesar de que el cine no se llenó.

Curiosamente, los comerciales del gobierno del Estado previos a la película, así como del Partido Verde Ecologista pusieron la nota por la naturaleza de la película que estaba a punto de ser transmitida por la pantalla de plata, nada más y nada menos que del director de La Ley de Herodes, El infierno y Un mundo maravilloso.

Por tanto, ya había un preámbulo sobre lo que ocurriría, probablemente la mayoría pudieron ver en televisión o en las redes sociales los avances de la nueva cinta protagonizada por el también célebre actor, -izquierdoso por cierto- Damián Alcázar, ganador de un Ariel por La Ley de Herodes.

Sin duda, desde los primeros minutos de la película fue fácil identificar a los principales actores de la vida política ahí retratados, tristemente célebres no por sus proezas, sino por los asuntos turbios que de ellos se ha ventilado así como de los partidos que abanderan.

Sin embargo, ahora no solamente les toca a los políticos, a los pobres, o a los narcotraficantes ser los protagonistas de la historia, sino también a los medios de comunicación que juegan un importante papel como poderes fácticos en el teje y maneje de las cúpulas del poder en el país.

Reí, sí, y mucha gente en la sala también ante la sátira sobre el caso de la niña Paulette, muy sonado en el Estado de México cuando Enrique Peña Nieto fue gobernador, así como con otras referencias a la lacerante realidad en la que un consorcio (o monopolio) de los medios de comunicación en nuestro país puede manejar las emociones y la ideología masiva.

Sin embargo, en la risa mía y de muchos también estaba ese trago amargo, esa sorna que se hace ante escenarios que resultan hilarantes por el entorno de surrealismo en el que se envuelven, pero también son dolorosos porque los vivimos día a día, y lo que es peor, también somos víctimas de sus consecuencias.

La dictadura perfecta es el Estado en contubernio con el Cuarto poder, y una catarsis cinematográfica para hacer consciencia y reflexionar sobre el futuro que lleva el país y el rumbo que puede tomar cuando el poder está en las manos de unos cuantos, cuando te toca la “Ley de Herodes”, cuando no existe el “mundo maravilloso” que muchos medios pintan, respondiendo a intereses obscuros, y cuando solamente nos queda un “infierno” en donde vivir.

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