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Desfile, entre Adelitas y protestas

Ramón Santoyo Valenzuela

DSC_0207Gente, mucha gente, colores, un montón de colores dentro de ellos el rojo y el verde destacando el folclor mexicano, el Ejército por tradición es quien abre el desfile de Revolución, por ende ellos debieron de ir en frente y detrás suyo toda la comitiva de carros alegóricos, de marchantes, de todos aquellos orgullosos de su México y de su gatopardía. Esta vez no, en esta ocasión un grupo de jóvenes, adultos e incluso niños de 4-5 años guiaron el desfile, iban frente a los militares, frente a las autoridades locales, frente a los representantes del pueblo en la federación, frente al “Gobierno fascista que matas normalistas”, gritaron, alzaron su voz, la gente puesta de pie aplaudió.

9:00 horas, el desfile ha comenzado, el ayuntamiento días anteriores mandó un boletín en el cual manifestó que 9 mil personas integrarían el continente, donde su punto de partida sería en la avenida Oaxaca y calle 7 para llegar al Bosque de la Ciudad en donde una verbena popular organizada por el centro cultural los esperaría. 

Un tramo recto por puro pavimento, en donde el frío se sentía en los huesos y en las barbas de los asistentes. Las autoridades estarían ubicadas en un presídium situado en la avenida Zacatecas y calle 7, ahí un maestro de ceremonias leería datos respecto a los contingentes que pasarían frente a él. 

El alcalde, el diputado federal, la diputada plurinominal, el diputado local, algunos regidores, el comandante del Ejército mexicano, directores de escuelas y un prolongado etcétera se encontraban ahí.

“Todos somos Ayotzinapa; Por amor a mis hijos y a mí país alzo la voz, ya basta; Si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno; Luchamos por lo que el país necesita, justicia y respeto a la vida; Saber lo que es justo y no hacerlo es la peor cobardía”, citaban algunas mantas y carteles que los manifestantes llevaban consigo. Ellos fueron quienes abrieron el desfile, un grupo de gente indignada por los sucesos de Guerrero, por los 43 desaparecidos, por la injusticia e impunidad, “vivos se los llevaron, vivos los queremos” gritaban, también pedían la renuncia del esposo de “la Gaviota”.

Portaban una bandera negra de indignación, con el escudo nacional del mismo tono, sus caras reflejaban incertidumbre, desdeño y satisfacción, indumentaria casual, de negro. El gobierno local no los podía coartar, o detener, no en esta ocasión, no cuando lo que están manifestando es el exceso de la fuerza pública. Esta vez el megáfono rojo puesto en la mano de un joven quien portaba una méscara del Presidente de la República era el representante de la libertad, él y otros más acompañaban ese grito de repudio hacia la ingobernabilidad de un estado fallido.

FullSizeRenderHoras después del desfile, el alcalde en su cuenta de Facebook publicó lo sucedido, indicó que se les autorizó el hecho de poder entrar a manifestarse siempre y cuando la protesta fuera pacífica, confiando así en la madurez y responsabilidad del contigente, comentó que a todos les indignan los actos de violencia que están ocurriendo en el país “…demostremos de qué lado estamos, no nos cansemos de hacer mayoría ante una perversa minoría que desea que prevalezca la maldad, el miedo, el desorden, la anarquía y la afectación a los demás.”

Pero eso sería después, ya en la noche cuando el sol no estuviera, pero, mientras la banda de la 22, los Angeles de Sonora, eran ovacionados como en sus mejores tiempos por los presentes, más para atrás, justo después de la secundaria número 30, entrarían de nueva cuenta los manifestantes, con las mismas pancartas: “No más violencia; justicia; México lindo y qué herido; No estamos todos, nos faltan 43; Nos quitaron tanto que nos quitaron el miedo; #yamecansé…”. El presidium volvió aplaudir y se volvió a poner de pie.

No fueron los únicos que ya se cansaron de leer las noticias sobre el caso y no ver resultados positivos, preparatorias también se unieron al grito de “no estamos todos, nos faltan 43”, sus gritos no fueron organizados por sus directivos, pero sí fueron expuestos y representantes de aquellas escuelas. Catrinas y catrines del Cecytes, con vestidos y trajes negros, maquillaje blanco y negro exaltaron mientras desfilaban, “no más muertes de estudiantes, vivos se los llevaron vivos los queremos”, la gente –no toda– mostraba su empatía.

El jueves 20 de noviembre, en la entrega de premios a los carros alegóricos que participaron en el desfile, el alcalde retomó el tema de los sucesos violentos en el país: “… estamos indignados, exigimos que haya buenos gobernantes, exigimos que haya paz y tranquilidad, pero nuestra sociedad lo hace de manera respetuosa, yo quiero agradecer porque aquí todos lo hacemos de esa manera… hay mentes perversas que quisieran otra vez (Revolución Mexicana) esos movimientos armados que viniera violencia a salvar situaciones que están pasando, no se puede convocar a estar en contra de la violencia cometiendo violencia, eso es incongruente, nosotros coincidimos con la federación en ese tema… vivimos una época de libertades, de comentar todo lo que pasa, de expresarnos, de decirnos de frente lo que pensamos.  Pero hay que pensar ¿qué nos estamos exigiendo? Porque si nada más le estamos exigiendo a un gobierno federal que encuentre a los responsables de una desaparición de 43 jóvenes, está bien, es legítimo, pero ¿solamente eso es lo que pedimos? Que se encuentre a los responsables y a los jóvenes, si nosotros como sociedad cuando alguien se equivoca solo pedimos la sanción, creo que estamos mal, lo que  realmente podemos querer es una mejor sociedad, un mejor lugar donde vivir, ese lugar lo construiremos todos”. @

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