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Reportero infiltrado en plantón de la calle Tercera

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Para saber lo que se siente estar plantado sobre la calle Tercera, sufriendo las inclemencias del tiempo, el reportero de Semanario Contraseña se sumó por una noche a la protesta de los comerciantes  que mantienen paralizadas las obras. Esta fue su experiencia.

Ramón Santoyo Valenzuela

Los campanazos de la iglesia Inmaculada repiquetean rayando las 6:00 de la mañana, sacando de sus sueños y pesadillas a los cerca de 10 manifestantes que se quedaron a pasar la noche sobre la famosa calle Tercera, esa que el alcalde, funcionarios y sus fans pretenden cerrar al tráfico vehicular, para construir ahí un andador turístico.

 

Al despertar, con la modorra aún encima, ciudadanos que conforman “la resistencia”, una mescolanza entre comerciantes, políticos priistas, aspirantes a líderes sociales y gente menesterosa que al parecer no tienen nada que hacer en su casa, y que se oponen terminantemente a la obra cumbre del 26 Ayuntamiento,  amanecen todos despeinados estirando el cuerpo entre bostezos.

Desde hace un par de semanas, este variopinto grupo de personas decidió mudarse temporalmente al tramo de la calle entre las avenidas Juárez e Hidalgo, bloquearon los accesos con unas cajas de tráiler, instalaron sus casas de campaña, mesas y sillas y algunos tenderetes para hacer sentir su inconformidad, en el primer plantón en serio que le hacen a la actual autoridad municipal, y seguramente también el último.

Para vivir en carne propia los pormenores de esta sui géneris manifestación de protesta, este reportero pasó ahí la noche, durmiendo a la intemperie, teniendo como techo el cielo estrellado, en medio de un calor sofocante que el único cooler que tienen ahí instalado intenta mitigar, sin ningún éxito.

En la investigación de campo, el reportero infiltrado, recibido con desconfianza por parte de los inconformes, supo lo que se siente pasar las horas sin energía eléctrica, agua potable, drenaje, televisión o todas esas comodidades del mundo moderno.

La noche anterior, cuando la luz del inclemente sol se había ocultado en el horizonte, los regidores Víctor Acosta Cid (PAN), Arletth Villarreal (PRD), Delia Murrieta (PRI) y Jesús Palafox (PAN), se encontraban en el territorio en disputa apoyando a los afectados de la remodelación de la obra del centro.

“Solo quiero agarrar un poco de carga en el celular para publicar el video”, decía el polémico Víctor Acosta, convertido en una piedra en el zapato de la actual administración por su casi sistemática oposición a todo lo que provenga de la presidencia.

El regidor “incómodo” subiría a las redes sociales, como pomposamente se le llama ahora al Facebook, el video en donde aparecían como protagonistas  Arletth Villarreal y Jesús Palafox.

El “abogado del diablo”, como también le llaman sus detractores, no dejaba de insistir en que el ayuntamiento incumplió con la petición de hacer una reunión a puerta cerrada con los comerciantes del centro y los regidores que los apoyan, quienes han juntado más de mil firmas de personas que están de su lado.

Apenas pasa de la medianoche del miércoles, son las primeras horas del jueves cuando cinco mujeres se acercan a la mesa donde se recaban las firmas. “¿Dónde puedo firmar?”, pregunta una de ellas con desgano. “Esto lo ves de a diario y a todas horas”, se ufana orgulloso uno de los comerciantes del centro.

Quienes participan en el plantón se quejan de la cobertura de algunos medios de comunicación que se manifiestan a favor del andador y en contra de los comerciantes, “ya esto no se trata de si nos afecta a nosotros o no, esto se trata de que la obra es ilegal”, aseguran.

“La Primera de San Luis, que a todas luces se ve que es un medio panista, nos acusa de que estamos protestando en contra del cierre de la calle Tercera y que nosotros cometemos una ilegalidad obstaculizando la continuación de la obra… estamos de manera pacífica, no estamos dañando instalaciones, sí, estamos haciendo lento un proceso que se debió de haber acabado hace como 10 meses, pero la obra ya tenía su respectivo retraso… si se van a tirar al piso y nos van a echar la culpa a nosotros, pues ni hablar…”, comenta uno de los inconformes.

“Esto está lleno de puras ocurrencias, la glorieta que no es glorieta porque no te deja dar vuelta, las orejas, el andador…”, los manifestantes se quejan, aseguran que el alcalde no los escucha, “por más que le decimos las cosas, por más que subimos videos, por más que le damos nuestros puntos de vista, hace y hacen lo que quieren… ahora sí, que lo bueno es que ya se van…”.

Es curioso ver los celulares de algunos de los simpatizantes del movimiento con el logo de #claudilleros, “sí, yo no niego ser priísta, pero ellos no lo son –apunta a los demás–, mi ideología política no tiene nada que ver con que me esté afectando en mi trabajo”, se defiende el dueño de la Frutería San Rafael.

“Yo quiero que me expliquen bien, quieren promover que la gente camine, que la gente se active, pero de igual forma les quieren poner un friego de golosinas y fritangas para que consuman, como que hay un doble discurso ahí…”, considera.

“Nos dicen mediocres, retrógradas, nos insultan y saben que ellos están mal porque nosotros ni los agredimos, pero aún así te escupen; en las redes sociales ves cada barbaridad: ‘gente huevona en vez de estar trabajando’, nos dicen, nos critican, pero no vamos a parar”, advierte.

“Lo que acusamos es que el ayuntamiento está polarizando a la sociedad”, dice uno más.

Con su permiso

Pasaban las 4:00 de la tarde del miércoles, el calor aún estaba en su apogeo cuando me acerqué al platón, midiendo el terreno que pisaría. Sentada a la mesa donde están recolectando firmas de apoyo, una señora me pregunta si deseo estampar mi rúbrica. Lo hago con gusto, al cabo que no se me cae nada, finalmente lo que pretendo es ser aceptado para poder realizar mi trabajo de investigación.

“Perfecto”, le digo, a la vez que tomo la libreta y comienzo a escribir, mientras les pregunto si me dan permiso de acampar, de sumarme a su movimiento aunque sea por una noche.

“Pues espera a que estén todos los demás para ver si nos conviene”, me contesta.

Entre los manifestantes se alcanza a percibir una desconfianza que flota en el ambiente,  frente a los medios y ante cualquier persona ajena a la protesta.

Conforme me van aceptando me animo a platicar con cada uno de ellos, primero me acerco con Eloína Inclán, una de las más veteranas del movimiento, quien me cuenta sobre el menú del día y lo que acaban de comer, al final de cuentas es un plantón y no una huelga de hambre:  “Nos trajeron tacos de carnitas, llegaste muy tarde… pero ayer fue lo bueno, ayer nos trajeron una plancha de pastel para festejar el aniversario desde que empezó este movimiento”. Frente a nosotros se mece una piñata verde de cinco picos, la piñata es parte del simbólico festejo de cumpleaños.

En el plantón no hay música, lo que lo hace más aburrido, pero sí mucho calor, bueno, lo normal para esta época del año.

“Era impensable que yo anduviera en la calle a estas horas, si yo soy de estar en mi negocio con la refri prendida. Me acabo de dar cuenta que sí se puede vivir sin tele y refrigeración… te juro que yo miraba a las personas en el calorón y me preguntaba ‘¿cómo aguantan?’, pues mira”, comenta sorprendido Alfonso Valtierra.

Enseguida me cuenta que en los últimos días, en especial desde que paralizaron la obra de la calle Tercera, le ha ido como en feria, sobre todo en el Facebook en donde ha sido blanco de todo tipo de insultos por parte de los fanáticos partidarios del progreso.

“Los que más nos van a extrañar cuando nos vayamos van a ser los indocumentados que vienen a dormir a la Plaza Juárez”, dice con ironía y siente que ya comienza a extrañar a sus amigos ocasionales.

Guarecida bajo de la sombra, justo frente una bolsa con mermas de chicharrones se encuentra una mujer, ella se acercó a los hombres y mujeres del movimiento para recibir un poco de comida, junto a ella más personas lo hacen, mitigan un poco su hambre, marean a la lombriz y se retiran tras dar las gracias.

Entrada la noche, ya casi a la 1:00 de la mañana del día siguiente, doña Lety Montes, grillera profesional, acostumbrada a protestar contra lo que sea, comienza a insultarme, me ve con ojos de desconfianza, confunde al reportero de CONTRASEÑA con un enviado del palacio municipal.

Embriagada de tanto café y tabaco, comienza a gritarme:

-“Lárgate de aquí chamaco, me molesta tu presencia. Vendido, espía, corrupto, se te nota a leguas lo vendido, me perturba tu sola presencia, me caes muy mal…”.

-Usted a mí me cae súper bien, descuide, nomás no me ande difamando.

-¿Ah, ahora lo que te digo es difamación?, ¡sí es la pura verdad!

Luego de unos diez minutos de escuchar sandeces de la aguerrida manifestante, quien no es afectada ni mucho menos pero al parecer le encanta el mitote, se marchó a dormir un poco.

-Sí eres periodista de verdad, ¿qué haces cubriendo estas pendejadas? Por qué no te vas a la Topahue o con los Cucapá, ellos sí sufren de verdad.

“Hay gente que no entiende que es el trabajo de ustedes, e inmediatamente toman partido y se lanzan a agredir. No le hagas caso, así es ella”, me dice para tratar de reconfortarme otro de los protestantes mientras estiro mi sleeping bag para tratar de  dormir un rato.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row parallax=”” parallax_image=”” hide_border_bottom=”” dark_section=”” no_bottom_padding=””][vc_column width=”1/1″][vc_column_text]Son cerca de las 7:00 de la mañana del día siguiente, luego de una noche tormentosa

–y es que, como diría Cerati, no hay nada mejor que casa—todos nos lanzamos como desesperados sobre el café pero, oh decepción, nos quedamos con las ganas porque la cafetera no alcanzó a calentar bien por la falta de suficiente carga eléctrica.

Por ahí a lo lejos se escuchan las voces del tremendo “Pistolas”, quien discute con lo que parece un aspirante a indocumentado que se le ocurrió apropiarse de unas galletas que tenían dueño. Al rato aparece la señora Eloína quien trae consigo unas botellas de agua.

-¿Dormiste a gusto?, me preguntó.

-Claro que sí ¿y usted?

-Sí, ya pude descansar un poco.

La toma de la calle tercera comenzó el sábado 11 de agosto , uno de los días más húmedos que se han reportado este verano, ya van a cumplir una semana en el plantón y de buen ánimo bromean con que el alcalde se irá antes que ellos.

“A ver qué hacemos para festejar el Grito de Independencia”.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]

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