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El Eslabón Perdido – Panistas, no escarmientan

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Humberto Melgoza Vega

Luego de la dolorosa derrota sufrida en las urnas el pasado 7 de junio, don Javier Gándara Magaña, el empresario metido a político se enfrentó a una disyuntiva: o retirarse del malsano mundo de la política a disfrutar de su fortuna y de su familia, o seguir en la batalla, a pesar de los malos ratos y los sinsabores.

Evidentemente optó por la segunda opción ya que desde hace un mes emprendió por algunos de los principales municipios de Sonora una gira de “agradecimiento”, en la que se reúne con la militancia panista en los Comités Municipales para ponerse a sus órdenes y reiterarles que todavía hay Javier para rato.

Seguramente el ex candidato panista entendió que de ninguna manera podía desaprovechar el capital político acumulado durante la pasada campaña y que lo debía aprovechar y ponerlo si no al servicio de las mejores causas del estado, sí a favor de su grupo de amigos, seguidores y simpatizantes para tomar las riendas del partido azul y blanco, arrancarlo de la garras del padrecismo que tanto daño le ha hecho.

Y es que, lo que al principio inició como rumor luego se convirtió en una realidad inocultable que terminó por avasallarlo durante la campaña: la pésima conducción de la economía, el enriquecimiento de los funcionarios que antes eran de clase media y que provocaron por ejemplo que a los asegurados del Isssteson no los quisieran atender en las clínicas particulares con las que tenían convenio, porque no les pagaban por sus servicios; todavía ayer me decían que desde meses no hay ni siquiera ácido fólico para las embarazadas en la farmacia, pero eso sí, a la directora Teresita Lizárraga el gober le regaló una diputación federal plurinominal.

Al final, a Gándara le salió caro el hecho de no deslindarse del Nuevo Sonora y el desprestigio terminó por arrastrarlo y no solo a él, sino al panismo en general, que ganó las posiciones en San Luis casi de milagro, nomás porque aquí la gente es muy panista y Enrique Reina era un gallo jugado, si no quién sabe cómo les hubiera ido.

Todavía días antes de la elección Agustín Rodríguez, secretario particular de Guillermo Padrés, que en premio a su lealtad lo hizo también diputado federal pluri, es decir, sin pasar por la evaluación de las urnas, decía que le iban a pegar una “pela” al PRI y Reina decía que le ganarían 2 a 1 a los tricolores.

En las cuentas alegres que entonces sacaban calculaban que en la alcaldía se obtendrían más de 40 mil votos, un margen de más de 20 mil votos respecto al segundo lugar, pero sin duda algo no calcularon bien, sobre todo el hartazgo de la sociedad respecto a los políticos y los partidos de siempre.

Precisamente ese ha sido uno de los temas en los que han venido reflexionando los panistas, qué fue lo que se hizo mal o se dejó de hacer, para no repetirlo en los comicios de 2018, en donde esperan recuperar algo del terreno perdido.

Y para esa elección será básico tener el control del Comité Directivo Estatal, dirigencia que habrán de renovar antes de que finalice el año. Más que la conducción del partido, lo que los panistas ya comienzan a pelearse de manera despiadada serán las candidaturas al Senado de la República, en donde son muchos los aspirantes pero solo dos las posiciones.

En primer lugar aparece Alejandro López Caballero, quien a pesar de que entregó malas cuentas en Hermosillo ya se hace en la dirigencia estatal de donde operaría para su propio beneficio como eventual candidato al Senado, llevando como compañero de fórmula a Enrique Reina.

Para ello tendrán que pasar por encima no solo de David Figueroa, el malquerido en las cúpulas de Acción Nacional, aunque apreciado por las bases, y de Damián Zepeda, flamante secretario general del Comité Ejecutivo Nacional, candidato derrotado a la alcaldía de Hermosillo, otra de las víctimas colaterales del New Son.

Junto con ellos hay otros tiradores a la dirigencia, como el ex “Juanito” Francisco Gámez, el aún titular de Sidur, Enrique Torres Delgado, uno de los hombres fieles de Padrés y Gildardo Real, ex coordinador de la campaña de Javier Gándara quien estaría recibiendo su apoyo para relevar en el cargo al grisáceo Juan Valencia Durazo, quien durante su gestión obedeció ciegamente la línea que le dictaban desde Palacio de Gobierno.

Ahora, con la fuerza que le da haber sido candidato a gobernador, Javier Gándara busca aprovechar su liderazgo para convertirse en factor de decisión hacia el interior del PAN, ante el exilio político al que está destinado Guillermo Padrés, y para eso aprovecha su gira de agradecimiento, para que no se olviden de él, para ir cerrando filas y reagruparse para las batallas que vienen.

Por lo pronto en San Luis encabezó una encerrona en uno de los salones de El Parianchi, en donde nos dicen hubo reclamos pero al final todos salieron felices y contentos.

Ahí estuvieron además de Javier, el alcalde Leo Guillén y el electo Enrique Reina, Guillermo Carbajal, pastor del PAN local, la diputada Leslie Pantoja, el doctor Jorge Figueroa, Aarón Flores, Karina Castillo, Adrian Lozano Martín Ortega; Mario Guevara, Leonel Reyes,Jorge Plantillas, el Gordo Parra, Yessy Gastélum, Laura Núñez Sepúlveda, futura síndico, Chavita Mejía, Panchito Morales y hasta Lizbeth Gardner.

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