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El Eslabón Perdido / Sin feria para la Feria

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Humberto Melgoza Vega

El alcalde Enrique Reina ya lo dijo en la entrevista publicada la semana pasada en CONTRESEÑA: “Yo no vine a perder tiempo”, espero que en esa prisa por ponerse a trabajar en pro de San Luis no haya considerado la organización de la tradicional Feria del Algodón como una pérdida de tiempo.

Porque de hecho, la organización de un evento de esa magnitud sí requiere dedicarle bastante tiempo, esfuerzo y recursos, tanto económicos como humanos.

Es por eso que normalmente los alcaldes no desde que están tomando posesión, sino más bien desde que ganaron la elección, comienzan a trabajar en la preparación de la fiesta de los sanluisinos, el única evento a donde concurren familias enteras por miles, tanto de la ciudad, el valle, de San Luis y Mexicali, y muchas del otro lado de la frontera.

Efectivamente, organizar  una feria requiere de mucho tiempo, dinero y esfuerzo, por eso ya en ocasiones anteriores se había recurrido a la figura de las concesiones, de los patronatos, y se comisionaba a personal para que se hiciera cargo, a veces con buenos resultados, como cuando lo hacían gente como Jorge Plantillas, Edgardo Castillo, Gema Peña y Guillermo Carbajal, hasta regulares, como donde metió la mano Abdías Medina –lo único bueno fue que trajo a Molotov–  y francamente lamentables como las penúltimas donde dejaron como responsable a Carlos Higuera, quien se salvó por La Maldita Vecindad, pero con pésimos resultados económicos.

 Precisamente fue esta última Feria la que se les salió de control, primero cobrando precios muy altos en la taquilla y ante los reclamos tuvieron que bajarlos al 50 por ciento y otros días con la entrada gratis, desorganización que terminó por arrojar números rojos por más de 3 millones de pesos, los cuales de un plumazo Leonardo Guillén y sus regidores aprobaron que se fuera a un fondo perdido del que nunca explicaron  a detalle si el gasto sería absorbido por el gobierno o terminaría siendo endosado a los sanluisinos vía pago de impuestos.

La cancelación de la Feria, que no se pospone, se suspende, ante la falta de recursos, es una manera elegante de reconocer que las finanzas no andan tan sanas como habían afirmado y que la herencia dejada por el anterior alcalde  no fue del todo buena.

A simple vista, pareciera que el 27 Ayuntamiento tomó la decisión más fácil: que  no se cuenta con los recursos necesarios para organizarla, la cancelamos y ya; aunque a la postre será una de las decisiones más difíciles tomadas por Enrique Reina y su cercano equipo de colaboradores, que marcarán de por vida a su administración como la primera que no organizó, porque no pudo, o no quiso, la tradicional festividad de los sanluisinos.

Seguramente hay cosas de mayor importancia como asegurar la quincena y los aguinaldos de los trabajadores, erogaciones ineludibles que ya están a la vuelta de la esquina, recordemos que la nómina es sagrada.  Pero se supone que al frente del gobierno tenemos a buenos administradores, con toda la experiencia y los contactos para gestionar recursos extraordinarios, el mismo Leo pidió un préstamo a uno de sus mecenas y amigos porque entendió que la organización de la Feria si no es una obligación, sí es un compromiso.

Sinceramente, a los illuminati del 27 Ayuntamiento les faltó creatividad y muchas ideas, ya que tuvieron tiempo de sobra para organizar un evento –el que no invirtieron por ejemplo en analizar perfiles para renovar el gabinete–, aunque fuera para salir del paso, cambiándole el concepto, sin la necesidad de contratar artistas de corte internacional, pero sí talento regional como para recuperar el gasto con la pura taquilla. Vaya, le podrían haber pedido apoyo a Mónica Michelle, quien prácticamente sola y por sus destos ha sacado adelante las Fiestas del Desierto.

También pudieron haberse apoyado en el Pato Edgardo Castillo, en caliente les hubiera conseguido el musical “Mentiras”, que ya presentó con éxito en Hermosillo; el Enrique Carballido les monta en un dos por tres la obra Vaselina, mientras que la Banda de la 22 y el grupo de danza folclórica Missael entraban al quite, junto con algunos rockeros como Mitosis y algún grupo norteño de esos que abundan. Con eso, con las Atracciones Tijuana, con las gorditas rellenas de lechera, los jarritos alegres y la imitadora de Tatiana era más que suficiente.

Ahora que el mal está hecho, la inconformidad de los sanluisinos expresada sobre todo a través de las redes sociales, excepto uno que otro que justifica la medida y la considera muy responsable, casi paternalista, para el siguiente año literalmente tendrían que echar la casa por la ventana, y traer de perdis a Shakira, Juanes o a Los Fabulosos Cadillacs para recuperar el tiempo perdido (se vale soñar).

En fin, ai será pa’ la otra.

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