La sana distancia / REALIDADES.
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Por Gerardo Torres E.
La relación entre Enrique Reina y el ex-alcalde Leonardo Guillén viene de los tiempos previos a la elección.
Se rumoraba en el pueblo, dijo alguien por ahí, que Leonardo no iba a apoyar a Enrique en sus pretensiones de repetir en la alcaldía, y Enrique lo confirmó de manera fortuita.
Dentro de la cabina de la camioneta pick-up estaban: Leonardo Guillén al volante, Paolo Navarro y Erick Merino. Los tres figuraban la manera en que le podrían pelar a Enrique Reina la candidatura del PAN a la Presidencia Municipal.
Buscaban la forma en que, tanto la directiva estatal de ese partido como el equipo de campaña de Javier Gándara, autorizaran una elección interna, donde Paolo jugaría un papel algo así como del caballo negro, o el hijo desobediente.
De hecho, Enrique apenas era pre-candidato, pero ya traía consigo el visto bueno de Javier Gándara, quien por cierto aprecia mucho a Enrique y su familia.
La camioneta estaba estacionada sobre la Calle Sexta, justo fuera del edificio de OOMAPAS. Digamos que Erick Merino cerró el changarro y salió para abordar el tema con quien pretendía que fuera su futuro patrón, Paolo.
El problema fue que el cónclave lo hicieron muy obvio, la Calle Sexta es muy transitada.
Curiosa o coincidentemente, como usted guste, Enrique Reina manejaba también su camioneta, andaba solo, y se le ocurre pasar por donde aquellos tres fraguaban derrocarlo como único precandidato.
Enrique reconoció el pick-up y a quien estaba al volante, pero no distinguió de inmediato a los otros dos. Avanzó algunas cuadras más adelante, se regresó, les pasó de lado, y fue cuando confirmó que Erick y Paolo también estaban con Leonardo.
Eso fue un sábado por la tarde, Enrique se preparaba para asistir a una reunión familiar. No sé si los “tres tristes tigres” se percataron que Enrique los estaba venadeando.
Al siguiente lunes, Enrique realizó algunas llamadas a Hermosillo y preguntó si acaso se estaba contemplando una elección interna donde Paolo pudiera entrarle al quite, y le dijeron que no, que él seguía siendo el “tapado” destapado.
En la semana, Enrique fue a Palacio municipal y con ese tacto, prudencia y sigilo que le caracteriza, Enrique cuestionó a Leonardo si acaso estaba patrocinando las aspiraciones de Paolo, a lo que el entonces alcalde le dijo que no, pero le dejó entrever que Paolo se andaba moviendo por su cuenta, y sin su consentimiento.
No se si fue Martín Ortega, “El Pillín” o el mismo Erick Merino quien atestiguó la seca y fría conversación entre ambos personajes, pero había un tercero en la reunión.
Obviamente, Enrique no le creyó a Leonardo. Se retiró del lugar, y esperó para ver cómo se comportaba el trío.
En su legítimo intento de buscar ser el candidato del PAN a la Presidencia municipal, Paolo siguió haciendo su trabajo y jalando los reflectores hacia su desempeño y las familias que beneficiaba. Reuniones y juntas con vecinos todo el día y en todos lugares, haciendo su chamba, pues…
Enrique regresó con Leonardo y de frente le cuestionó el porqué no calmaba a Paolo o siquiera lo movía de la posición que le estaba dando mucha proyección, pero Leonardo le dijo, palabras más palabras menos, que Paolo ya andaba suelto y que él no tenía nada que ver.
Ahí, Enrique se dio cuenta que Leonardo realmente no apoyaba del todo sus aspiraciones para volver a ser Alcalde, y sin mucho sobresalto decidió distanciarse de aquel que fue su secretario particular en el año 2000. Desde ahí viene el distanciamiento entre ambos.
Enrique volvió a presionar en Hermosillo, y fue finalmente que, desde la capital naranjera, le mandaron decir a Paolo que se sentara. Que Javier Gándara no miraba con buenos ojos sus intenciones. Lo nombraron coordinador territorial de la campaña de Javier y le prometieron la Agencia Fiscal si es que ganaban el Estado.
Fue ahí cuando Paolo, desprotegido por Leonardo, quedó fuera de toda posibilidad para aspirar a un cargo de elección popular.
Al inicio de su administración, en el 2012, Leonardo le prometió a Paolo que, o de Diputado local o de Alcalde, pero que saldría con una candidatura para el 2015.
Realmente Leonardo nunca peleó la causa por Paolo. Cuando Leonardo quiso que Paolo fuera candidato a Diputado local, le dijeron que la equidad de género marcaba los dos distritos para mujeres, que no había espacio para hombres en esas dos posiciones.
A su estilo, Leonardo faltó a su palabra y dejó solo a Paolo, quien por cierto ya había iniciado una precampaña.
Con todo y su imagen de “Ricky Ricón”, Paolo tenía todo para ser un buen candidato, en cualquiera de las posiciones. Hubiera sido un buen Diputado, o Alcalde, pero lo dejaron solo.
El final de la gestión de Leonardo fue empañado por el crimen del Comandante Francisco Vázquez y la idea de Enrique de tomar posesión el mismo día de su tercer informe.
Leonardo se molestó con esta decisión del nuevo alcalde, pero como dicen que “El rey ha muerto, Viva el Rey”, no tuvo otra opción.
Además, la decisión de Enrique de cancelar la Feria del Algodón terminó por matar a Leonardo.
Desde entonces, Leonardo cuestiona todas las decisiones de Enrique, “postea” sus emociones y sentimientos y critica a aquellos ex-colaboradores que repitieron en la actual administración y que no lo defienden ante la embestida de quien fue su jefe en el año 2000.
“Creo que iré solo…”, dijo Leonardo en su intento de acudir a los medios de comunicación para defenderse lo que consideró como ataques dolosos del H. 27.
Por su parte, Enrique ya mostró su molestia ante la postura de Leonardo, pues en privado y en público sigue proyectándose como Alcalde y le mandó un mensaje con los más cercanos: “O se calma o comenzamos a ventilar las irregularidades encontradas”.
Y quienes saben de esto, dicen que Enrique quiere comenzar con el OOMAPAS.
Por el momento, ambos juegan su parte en público y mantienen una “sana distancia”. En fin, políticos…
Gracias.
gerardotorres71@outlook.com[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]