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La clave de la información

Diálogo – Ni ley ni paz en la tierra de Juárez

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David Figueroa

“El respeto al derecho ajeno es la paz” fue la herencia ideológica y jurídica que el hijo predilecto de Oaxaca dejó a México, sin embargo hoy en esa tierra que lo vio nacer ni paz ni respeto, sino luto y rebelión.

No sólo es en Oaxaca, el país vive una crisis política producto de la falta de gestión y capacidad para implementar lo que debió ser el gran momento de transformación para México con las reformas estructurales.

La oposición puso todo en bandeja de plata al gobierno en turno y algo pasó, o mejor dicho no pasó para que poco a poco se haya ido complicando al grado de lo que sucedió este domingo en que volvió a correr sangre en nuestro país.

Nueve personas muertas; más de 100 heridos entre manifestantes y 55 policías lesionados; 21 detenidos; cuatro autobuses de pasajeros y otros ocho vehículos quemados; saqueo en comercios y el Palacio Municipal de Nochixtlán en llamas.

Y lo que se volvió casi un infierno no ha terminado, es el resultado del desalojo realizado por policías estatales y federales en un tramo carretero bloqueado por maestros de la CNTE que se oponen a la Reforma Educativa.

Según información preliminar sólo dos de las personas fallecidas pertenecían al magisterio, pero tras el fatal enfrentamiento las autoridades negaban que alguno fuera maestro.

En cualquier país si hay una crisis como ésta el Presidente sale a dar una postura inmediata para evitar una crisis mayor, con información oficial para detener rumores, confusión y caos.  La obligación es generar certeza con un mensaje contundente que deje claro que el Presidente y su equipo saben dónde estamos parados como país y a dónde nos llevan, que hay rumbo definido para superar estas tormentas. Una vez más lamentablemente no fue así.

Apatzingan, Tlatlaya, Ayotzinapa ahora Oaxaca y luego ¿qué sigue? Es la temerosa pregunta que comienza a prevalecer en los rincones de México. Los últimos resultados en las urnas hablan de hartazgo social al que ahora se suma el temor.

Vidas que se pierden en situaciones donde la autoridad está involucrada, donde priva el caos y la confusión; municipios literalmente en llamas y la respuesta más contundente es un tweet anunciando una investigación. Eso es lo menos que se podía esperar por supuesto, pues lo menos llegó y otra vez tarde.

Es cierto, no puede haber respuestas sino hasta después de una exhaustiva investigación sobre la responsabilidad de la Policía Federal o estatal en los disparos que privaron de la vida a estas personas, pero ese es el problema…

…que ya son varios casos acumulados e investigados exhaustivamente sin resultados, sin llegar a la verdad y sin castigo para los responsables.

Quiénes o quién está interviniendo; quiénes son esos civiles de los que se habla que no son ni gobierno ni maestros, existen realmente? Quiénes ahí murieron qué hacían y quién les privó de la vida.

Ante la crudeza de los acontecimientos se habla de genocidio, ingobernabilidad, represión a la libertad de manifestación; cualquier cosa que sea o el nombre que reciba es lo de menos: otras nueve vidas se han perdido en un momento que no tenía que haber llegado nunca, que se debió evitar.

Como mexicanos la exigencia es de justicia y de paz, una paz que no termina de llegar en un ambiente que ya rebasó a los tres niveles de gobierno. Sindicato y autoridad al tú por tú como si se estuvieran jugando cualquier cosa menos el futuro del país: la educación de nuestros hijos.

Una pasión desbordada y una evidente falta de capacidad para construir acuerdos saltan a la vista.

Si el diálogo existió y se agotó, entonces qué falló: ¿los canales; las formas; la mutua falta de empatía; el revanchismo; la falta de conciencia ante el riesgo de un estallido como el que se vivió este domingo; la mano izquierda del gobierno o el sindicato inamovible en su exigencia de lo que cree justo para el magisterio?

Son varios factores los que intervinieron pero hay uno fundamental: el tiempo. Desde hace meses se veía venir, el gobierno se ha dedicado en los últimos años a desalojar manifestaciones y desbloquear carreteras, y los maestros a moverse un poquito más allá sin ceder un ápice.

¿Y México cuándo?

Era cuestión de tiempo y no tenía que haber pasado, como tampoco tiene porque volver a pasar. Pero ya nada es seguro.

En el caso de la Reforma Educativa y la protesta de la CNTE hay una constante en la sociedad: ni actores políticos, ni los distintos niveles de gobierno, ni la misma iglesia o empresarios tienen una postura definida a favor o en contra. Hay dudas, hay confusión, hay apatía por qué no decirlo.

La madre de todas las reformas en materia social, la Educativa junto a la Reforma de Justicia Penal, ya se tiñó de sangre. Algo está fallando en nuestro país con un gobierno que se ve cada vez más ausente de la realidad, cada vez más en la negación y con menos apertura.

Es momento que también el sindicato ponga de su parte voluntad y entendimiento hacia el futuro. Ambos pueden tener razón pero una sola cosa es cierta, no puede México caer en el caos y la ingobernabilidad en que ha caído Oaxaca en las últimas horas.

La pregunta es ¿hacia dónde vamos señor Presidente?

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