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Diálogo – Estamos a tiempo, nuestros niños y niñas el motor de México

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David Figueroa

El 53.9 por ciento de los niños y jóvenes menores de 17 años en México se encontraron en situación de pobreza en 2014, mientras que el 40% menores a 18 años trabajaban para sobrevivir.

Si a ello sumamos la problemática en el sector educativo, especialmente en los estados con registro de mayor pobreza como Oaxaca, Chiapas, Guerrero, Michoacán, etcétera la piel se eriza al pensar en el futuro en construcción de nuestro querido México.

Las últimas mediciones tanto de Coneval como de Unicef México realizadas en 2014 arrojan datos en los que ya deberíamos estar trabajando sin pérdida de tiempo: gobierno, sociedad, iniciativa privada, organizaciones civiles, maestros y padres de familia.

De un total de 42 millones de niños y niñas en nuestro país, casi 22 millones vivían hace menos de dos años en pobreza.

Según el Instituto Nacional de Nutrición el 40% de los niños en México presentaron algún grado de desnutrición ese mismo año, siendo los estados con mayor desnutrición: Quintana Roo; Yucatán; Chiapas; Campeche; Oaxaca y Guerrero.

Cuatro ejes principales son los que siguen afectando la desigualdad en nuestro país: el ingreso de los hogares; el origen étnico; lugar de residencia y aunque no lo crea el género.

9 de cada 10 niños  y niñas que viven en zona rural y son parte de la población indígena están en pobreza…9 de cada 10! …eso dice mucho, lo dice casi todo.

Otro dato que refleja la situación de nuestras niñas es que casi el 30% de ellas se casan antes de cumplir los 18 años; y volvemos a lo mismo, los estados con mayor incidencia en matrimonio infantil son Chiapas, Guerrero y Oaxaca…usos y costumbres, ya no es justificación.

Una buena noticia es que se logró reducir más de 60% la mortalidad infantil en esos menores de 5 años de edad de 1990 a 2014, pero no así mejorar sus condiciones de vida.

Y sí el 85% de niños y niñas en México menores de 18 años asistieron a la escuela en 2015; entre 2010 y 2015 la asistencia escolar aumentó 4 puntos porcentuales, pero si leemos los informes con más detalles las cifras de deserción dicen otra cosa.

Que son inscritos e intentan estudiar es una cosa, que logran culminar una licenciatura, el bachillerato, la secundaria o hasta la primaria es otra muy distinta.

Pobreza, deserción escolar, trabajo infantil, necesidad de sobrevivir y seguramente la falta de un núcleo familiar adecuado son también factores que lamentablemente han incrementado la prostitución infantil.

Sólo en la Ciudad de México miles de niñas y jovencitas entre 14 y 16 años se prostituyen por 15 ó 20 dólares según el Centro Mexicano para la Defensa de la Infancia…pero la tendencia es nacional y con mayor acento en los mismos focos geográficos.

La pregunta es a dónde puede ir un país que no hace algo extraordinario, diferente, o hasta inaudito por qué no decirlo, para rescatar a quienes en muy pocos años estarán decidiendo o conduciendo a México.

El reloj no se detiene y no sólo se trata del país que estamos heredando, sino a quiénes se lo vamos a heredar.

Estos 22 millones de niños que hoy ni siquiera tienen el alimento seguro, que difícilmente reciben una escolarización adecuada, que dependen prácticamente de sus  padres si los tienen y de nada más, son el futuro de nuestro país.

Se requiere con urgencia un plan, una estrategia que rebase por mucho los cientos de programas de ayuda social, no es caridad lo que requieren estos niños y niñas, sino nuestra responsabilidad.

Pobreza y educación van en un mismo paquete; la crisis política por la que pasa la educación pública en estos momentos dice mucho de este contexto y ahí está que los mismos estados con mayor pobreza es donde mayor disidencia magisterial se presenta.

Tal vez los maestros que exigen no ser puestos a prueba en esos lugares saben que tienen mucho qué perder: el sustento de cada día porque tal vez fueron también niños que carecieron casi de todo.

Cuando se trata de sobrevivencia pocos pensarán en los demás, cada cual defiende su tranquilidad, su derecho a un trabajo digno, a un plato de comida seguro, a servicios médicos y un techo para los suyos.

Es momento de romper paradigmas no sólo en el tema educativo, sino en la visión de país. Contamos con recursos tecnológicos y humanos suficientes para concentrarlos en rescatar este futuro, estamos a tiempo.

El desafío no es la educación, ni el magisterio, ni mantener el mayor número posible de escuelas abiertas o entregar más desayunos, despensas y apoyos mensuales de 500 pesos…el desafío son nuestros niños y niñas.

Uno de cada tres mexicanos son menores de 18 años, de ese tercio de la población depende el futuro de este gran país, pero depende de nosotros reconocerlo y actuar sin perder un solo día más…estamos a tiempo!!!

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