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El Eslabón Perdido – Africanos al grito de guerra

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Humberto Melgoza Vega

En una bomba de tiempo, a la que tardaron en ponerle atención los distintos niveles de gobierno, se ha convertido la inusual como masiva migración de inmigrantes originarios de Africa, en particular de El Congo, y en su mayoría de la República Popular de Haití.

Estos migrantes han llegado hasta la frontera norte de México, vienen en busca de lograr obtener el estatus de refugiados, conseguir asilo político en los Estados Unidos, por venir de estados fallidos, en los que azota la pobreza, el hambre y la guerra civil.

Este fenómeno migratorio comenzó a registrarse primero en Tijuana, hace un par de meses se trasladó a Mexicali y en las semanas recientes los primeros grupos de desplazados iniciaron su arribo a San Luis Río Colorado.

Su llegada es contada por miles, vienen familias enteras, hombres solos, mujeres embarazadas, madres solteras, que ingresaron al país por la frontera con Guatemala, donde obtienen un permiso para permanecer durante 20 días en territorio nacional  y después de ese lapso el Instituto Nacional de Migración (INM) debería deportarlos, pero no lo está haciendo.

En la frontera, se está generando un cuello de botella, porque de los más de 5 mil migrantes que han llegado, apenas está logrando pasar un 20 por ciento y los demás se están quedando varados de este lado de la frontera.

Los albergues de Tijuana y Mexicali están rebasados en su capacidad, muchos de los migrantes han tenido que acampar en espacios públicos y vivir de la ayuda de los bajacalifornianos, que se han solidarizado ante esta crisis humanitaria, como nunca lo habían hecho con los paisanos que son deportados por el gobierno de los Estados Unidos.

Se comenta que en tránsito vienen miles más, lo que sin duda vendría a agravar el problema, porque las autoridades de Estados Unidos, que tampoco esperaban tal afluencia de solicitantes de asilo político, han comenzado a negar el acceso a una gran parte de ellos, en especial a los hombres solos.

Algunos con ropa nueva, vestidos a la moda y con teléfonos inteligentes o al menos con dinero suficiente como para hospedarse, aunque no por tiempo indefinido, en modestos hoteles del centro de la ciudad, como los afroamericanos que desde hace un par de semanas comenzaron a instalarse en San Luis Río Colorado.

Además de buscar un mejor nivel de vida en los Estados Unidos, los negritos no tienen mucho que perder y si no logran alcanzar el sueño americano se conformarían con quedarse a vivir en México,  y ponerse a trabajar en la maquila, aunque ganen devaluados pesos mexicanos.

Como a las autoridades migratorias no se les ve la intención de contener este flujo migratorio, algunas voces desesperadas ya hasta hablan de la construcción de un muro como el que propone Donald Trump, pero en la frontera sur de nuestro país, para que ya no se permita la entrada indocumentada de haitianos y africanos al territorio nacional, ya que terminarán por quedarse atorados en la frontera.

También, es legítima y compartida seguro por muchos la preocupación expresada a través de redes sociales para saber si estos migrantes aspirantes a refugiados son portadores de alguna enfermedad contagiosa, que pueda considerarse como un potencial riesgo sanitario, como es el caso del cólera o peor aún, del ébola.

El secretario de Salud de Baja California, Guillermo Trejo Dozal, salió al paso para informar que hasta el momento se han realizado los respectivos análisis clínicos a 5 mil de éstos migrantes y que ninguno ha resultado con ninguna enfermedad contagiosa.

Consideró que se trata de leyendas urbanas, generadas al calor de la desinformación, las que se refieren a supuestos portadores del SIDA, como al caso del caníbal que fue reportado por un portal que maneja notas ficticias pero que fue retomado como bueno por el corresponsal de una cadena de noticias.

Mientras que en las redes sociales algunos usuarios aprovechan este fenómeno a manera de guasa, para imaginar mil y una situaciones, tanto favorables como desfavorables que nos pudiera generar esta nueva situación, como rebautizar a la capital de Baja California como “Africali” –algunas chicas ya hasta piensan adoptar a alguno de los inesperados visitantes–, la realidad es mucho más preocupante porque de por sí estamos en crisis, ya somos muchos y no se sabe dónde iremos a meter a los nuevos ciudadanos, en caso de que decidan quedarse a vivir entre nosotros.

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