De Rusia, con amor: ¿acaso Putin aseguró el triunfo de Trump?
El más reciente escándalo de Trump no tiene tanto que ver con cómo influyeron los ciberataques en la elección de Estados Unidos, sino con las puertas que ha abierto el ahora presidente electo en el marco de las relaciones con el gobierno ruso
Redacción / El Economista
En medio de una fuerte controversia por el supuesto hackeo del gobierno ruso a información de los partidos republicano y demócrata de Estados Unidos, el presidente electo Donald Trump anunció este martes el nombramiento como secretario de Estado de Rex Tillerson, director ejecutivo de Exxon Mobil, un hombre sin experiencia en cargos públicos, pero con una estrecha relación con el gobierno ruso, a tal grado que el presidente de aquel país, Vladimir Putin, le concedió la Orden de la Amistad en el 2013.
La más reciente polémica que involucra al magnate de los bienes raíces no tiene tanto que ver con cómo influyeron los ciberataques del gobierno ruso en el proceso electoral de Estados Unidos, si lo definieron o no, sino con las puertas que ha abierto el ahora presidente electo en el marco de las relaciones con el gobierno del Kremlin.
El 9 de diciembre pasado, agencias de inteligencia estadounidenses revelaron que Rusia condujo una serie de ciberataques durante las campañas electorales por la Presidencia en aquel país para afectar a la candidata demócrata Hillary Clinton y favorecer al ahora presidente electo Donald Trump. De acuerdo con información de The New York Times, una de las evidencias por las que tanto la CIA como el FBI llegaron a esta conclusión es que aunque los servidores del Partido Demócrata y del Republil Partido Demócrata fue hecha pública.
Ninguna otra fuente que no sean las agencias de seguridad norteamericanas o los medios de comunicación de este país ha confirmado, añadido o sugerido que los ataques a la información de los partidos Demócrata o Republicano hayan sido perpetrados por el gobierno o alguna organización de origen ruso. El propio gobierno de Vladimir Putin ha negado cualquier relación con estos hechos y Trump también ha dicho que estas afirmaciones son “ridículas” y que son una excusa más de los demócratas para justificar su derrota.
Miembros de ambos partidos, entre los que se encuentra el presidente Barack Obama y el senador republicano John McCain, han pedido que se investigue a profundidad la posible influencia y alcance de los ciberataques en las elecciones del vecino del norte.
¿Por qué Rusia se entrometió en la elección de Estados Unidos?
En su editorial del domingo 11 de diciembre, el New York Times afirmó que los oficiales del ejército estadounidense han advertido de las capacidades de Rusia y de sus “peligrosas intenciones” y que llaman a la capital del país euroasiático “la mayor amenaza de Estados Unidos”. Según el Times, las agencias de inteligencia de aquél país concluyeron con “un alto nivel de confianza” que la estrategia para socavar la fe de los estadounidenses en el sistema electoral se transformó en un esfuerzo para debilitar las posibilidades de Clinton de llegar a la Presidencia.
Fue en el verano de este año cuando el FBI comenzó a investigar la interferencia de Rusia en las campañas electorales. Según el New York Times, la agencia de inteligencia analizó las posibles relaciones entre los miembros del círculo más cercano a Trump y los rusos, así como un “misterioso e inexplicable rastro de actividad entre una computadora de la Organización Trump y una cuenta de correo electrónico de un importante banco ruso Alfa Bank”, refiere el diario.
El 8 de octubre, un mes antes de la elección, la oficina del director de inteligencia nacional y el Departamento de Seguridad Nacional hicieron una declaración conjunta en la que acusaron formalmente a Rusia de hackear las redes informáticas del Partido Demócrata, en la que además afirmaron que Moscú intentaba afectar las elecciones presidenciales de Estados Unidos, refiere el diario británico The Guardian.
La investigación ayudó a los agentes del FBI a encontrar algunas señales de que Rusia buscaba que Trump fuera elegido, por lo que realizaron entrevistas dentro y fuera del país para poder confirmar esta teoría. Pero sus esfuerzos fueron disminuyendo conforme avanzaban las campañas y cuando el día de la elección llegó, esta teoría prácticamente se había desvanecido, según información de The New York Times.
Este desvanecimiento de las conclusiones a las que pretendían llegar los agentes del FBI ha generado más suspicacias acerca de las relaciones entre el presidente electo estadounidense y el gobierno ruso y por extensión, acerca de la percepción que tienen los miembros del Partido Republicano con respecto a la política de Vladimir Putin.
De acuerdo con The Atlantic para entender este vínculo es preciso distinguir entre dos corrientes conservadoras cuya percepción de la política exterior de Estados Unidos durante la Guerra Fría era totalmente diferente. Por un lado, los conservadores culturales veían en la Guerra Fría un conflicto entre dos países definido por sus creencias religiosas: el Cristianismo estadounidense en contra del ateísmo soviético; mientras que los conservadores ideológicos llegaron a la conclusión de que la Guerra Fría era una lucha entre dos tipos de gobierno: la democracia estadounidense contra el autoritarismo de la URSS.
Después de la desaparición de la Unión Soviética, ambos grupos del partido conservador estadounidense se mantuvieron alejados. Los conservadores ideológicos veían al nuevo Estado ruso como un paladín del autoritarismo y la tiranía; mientras que el punto de vista de los conservadores culturales era que Rusia era el defensor de la cristiandad que lucharía en contra del creciente campo de influencia del islam en oriente, refiere el diario estadounidense.
Al término de su periodo presidencial, George Bush dejó un Partido Republicano controlado por los conservadores ideológicos. En varias ocasiones, los miembros de esta corriente se negaron a describir al islam como el enemigo de Estados Unidos; para la mayoría de estos políticos era Rusia el verdadero enemigo de los estadounidenses. Pero buena parte de la base republicana, como los legisladores Sarah Palin y Ben Carson, que de acuerdo con las encuestas fue la que le otorgó la victoria a Trump y que pertenece a los conservadores culturales, siguió creyendo que el islam era el verdadero culpable de los problemas de la Unión Americana.
“Cuando se postuló para presidente, Trump se dio cuenta de que en el Islam, como en el comercio, las élites republicanas no estaban de acuerdo con la base republicana. Trump se distinguió de sus rivales no proponiendo una estrategia diferente contra ISIS. Él se distinguió sugiriendo que el problema no era meramente ISIS, o incluso el “Islam radical,” sino los musulmanes en general”, explica The Atlantic.
Muchos conservadores culturales ahora contemplan al gobierno de Putin como el combatiente del cristianismo contra el Islam. “Entre los conservadores nacionalistas, Putin es un hombre muy popular. Es popular porque resiste los valores liberales y cosmopolitas que los musulmanes supuestamente explotan para socavar a Occidente”, comenta el diario estadounidense.
Para muchos medios de comunicación estadounidenses este asunto aún es demasiado confuso. De acuerdo con The Intercept, el presidente Obama debería desclasificar muchos de los documentos de inteligencia que abordan la influencia del gobierno ruso en la elección presidencial. Pero para otros, lo más importante es darle un seguimiento adecuado a las relaciones entre Trump y Putin. Según The Atlantic el Senado de Estados Unidos debe realizar una investigación para indagar sobre cualquier relación que pueda existir entre la familia Trump y Rusia. “Más allá de los lazos políticos obvios que Trump tiene con Putin, ¿los rusos tienen alguna influencia sobre él y su familia?”, pregunta The Atlantic.